La guerra de Hezbolá contra Israel y los agricultores cristianos que luchan por salvar las aceitunas

de Fady Noun

A medida que se acerca la época de la cosecha, a mediados de octubre, en el sur del Líbano, aumenta el temor por la seguridad. Los rumores de una posible escalada en el frente libanés entre los milicianos y las FDI alimentan la incertidumbre. Los agricultores cuentan con la protección de la UNIFIL. La olivicultura produce entre 100 y 200 mil toneladas de aceitunas al año, y el 70% se destina al prensado.

Beirut (AsiaNews)- En el duodécimo mes de la “guerra de ayuda” (a Gaza) que Hezbollah ha lanzado contra Israel, las aldeas fronterizas del sur del Líbano viven una situación más incierta que nunca. Tras algunos días de relativa calma, se ha vuelto a registrar una intensificación de las operaciones militares en el frente israelí, para "devolver a sus hogares a la población" del norte del Estado judío. En este contexto de crecientes tensiones, se han intensificado las incursiones israelíes contra nuevas regiones, como parte de la estrategia destinada a "crear cinturones de fuego" en los valles y bosques que conectan las ciudades. Hezbollah también ha cambiado de táctica y utiliza cada vez más drones en sus operaciones.

A medida que se acerca la temporada de recolección de aceitunas, los productores y propietarios de tierras deben extremar las precauciones. Un enfoque obligado, aunque hasta ahora los bombardeos israelíes han sido selectivos y han respetado las aldeas y centros poblados por cristianos, que cuidan con esmero y atención sus olivares.

Deir Mimas, Bourj el-Moulouk, Kleyaa y Rachaya se encuentran precisamente en esa zona, en el distrito de Marjeyoun. Los concejales de estas aldeas, algunas de las cuales han quedado despobladas debido a la guerra y la violencia, acaban de informar al ejército libanés y al comando de la Fuerza Internacional de Paz de la ONU (UNIFIL) su intención de efectuar la cosecha de las aceitunas. Sin embargo, los referentes locales advierten que “no haremos nada hasta que tengamos una escolta de la UNIFIL, porque la situación parece estar empeorando de nuevo”, con lo que también coincide un productor de Deir Mima.

¿Se puede garantizar la seguridad?

“¡Es imposible!”, exclama un habitante de la misma aldea en respuesta a la pregunta, bajo garantía de anonimato (*). “La otra noche impactó en nuestra casa un proyectil lanzado desde un tanque. Es un milagro que no hayamos volado en pedazos. Pero nos negamos a hablar sobre eso con los periodistas que vinieron con sus cámaras. Nuestros compatriotas están nerviosos por los riesgos que enfrentan y nosotros los comprendemos. Muchos de ellos [chiítas vinculados al movimiento libanés Hezbolá] han perdido la vida en combate. No podemos lamentarnos públicamente por una guerra que deploramos, pero que ellos consideran un deber sagrado".

“Por otro lado - añade el hombre - también está la brutalidad del ejército israelí, que no conoce límites. Hace unos días bombardearon un camión de bomberos de Protección Civil que estaba apagando un incendio en un olivar, y mataron a los tres hombres que lo operaban.

Los cristianos del sur del Líbano, como la gran mayoría de los habitantes del País de los Cedros, eran hostiles a la apertura de un frente con Israel el 8 de octubre de 2023, al día siguiente del ataque que lanzó Hamás contra Gaza. Pero Hezbollah comenzó las hostilidades unilateralmente, sin consultar a ningún otro líder o representante dentro del país.

“La cosecha comienza a mediados de octubre y generalmente dura un mes y medio”, explica Fouad (*), quien debió abandonar su casa en Deir Mimas. Sin embargo, sabe que tendrá que regresar al menos durante seis u ocho semanas, a pesar de los riesgos, el tiempo necesario para recolectar y vender el resultado de la cosecha.

“Este año esperamos vender un galón de 20 litros a 200 dólares, frente a los 150 dólares del año pasado”, explica el hombre. Este aumento se debe a la inflación, que se refleja en el costo de la mano de obra. Y añade: “Preferimos contratar jornaleros libaneses en lugar de sirios. Ya hemos firmado un acuerdo con los jóvenes de la región del río Wazzani. Vendrán a trabajar para nosotros, pero les hemos advertido que este año tendrán que hacerlo rápido".

Los habitantes de estas aldeas [cristianos], que están protegidos por el contingente español de UNIFIL, aseguran que sus olivares no han sido afectados por los bombardeos con fósforo blanco que lleva a cabo el ejército israelí. Los militares de las FDI a veces utilizan este gas como escudo contra cohetes o como proyectil incendiario, y su uso es motivo de fuertes polémicas y acusaciones.

“Nuestra zona no ha sido bombardeada y la FPNUL ya efectuó los análisis necesarios; nos aseguraron que nuestros terrenos no están contaminados", explica a AsiaNews el agricultor. “Sin embargo - añade con una sonrisa - parece que todos los que abandonan temporalmente sus hogares, cuando vuelven los encuentran infestados de roedores e insectos. Nos dijeron que eso se debe a que los bombardeos forman grietas y rompen la tierra, lo que empuja a los animales a escapar de sus nidos y guaridas".

La oleicultura produce entre 100 y 200 mil toneladas de aceituna al año. Alrededor del 30% de la cosecha se destina a aceitunas de mesa. El 70% restante se prensa para extraer el aceite. Según cifras oficiales, en el Líbano se producen cada año entre 15.000 y 25.000 toneladas de aceite de oliva.

* Los nombres de las personas se han omitido o cambiado a pedido de los propios entrevistados, para proteger su identidad y por temor a represalias.