La Navidad de los cristianos de Gaza: en riesgo de desaparecer, por la endogamia y la migración
El párroco de Gaza habla del ambiente festivo de las celebraciones pero también de los temores que despierta la incertidumbre sobre el futuro. La gente intenta huir, especialmente los jóvenes, y esto es "una herida abierta" para las familias palestinas "rotas". Protestas contra Hamás en los funerales de ocho gazatíes que murieron ahogados al intentar cruzar el Mediterráneo en barcazas. Padre Romanelli: si la política de Israel no cambia, la comunidad "está destinada a morir".
Milán (AsiaNews)- El tema de la emigración "es una herida abierta" para las familias palestinas "desde que comenzó la guerra árabe-israelí". En efecto, "es difícil encontrar una familia que haya nacido en Palestina y en la que todos los miembros hayan permanecido allí". Incluso para los que aún viven en esta tierra, el problema de la división sigue siendo relevante: hay millones de personas que esperan reencontrarse y están “en Jerusalén Este, Gaza y Cisjordania”, “precisamente porque no hay libertad para desplazarse”..
Se trata de un nudo irresuelto en una región marcada por los conflictos y la violencia, que muchas veces ocurren y se tapan con un manto de silencio. Y quien nos habla de ello es el párroco de Gaza, el padre Gabriel Romanelli, quien ha vivido “con alegría” las celebraciones de Navidad, pero que al mismo tiempo denuncia la falta de perspectivas que vive esta población marcada por el sufrimiento. “La gente que vive en la Franja no puede visitar a sus parientes en Belén o Jerusalén”, explica. “Además, casi todos tienen un familiar viviendo en el Líbano, en Australia, Nueva Zelanda o Estados Unidos. Y el dolor se ve sobre todo en los rostros de las madres, que, en silencio, ven cómo sus hijos abandonan su tierra. Son familias rotas, sin una solución, sin perspectivas”.
Hamas y los migrantes
Recientemente, miles de personas asistieron a los funerales de ocho personas originarias de Jan Yunis, que naufragaron hace unos dos meses cuando intentaban emigrar desde Túnez hacia las costas de Europa. Fue una entre tantas barcazas de la desesperación que surcan las aguas del Mediterráneo, en la que se hundieron los sueños y esperanzas de un grupo de jóvenes que abandonaron Gaza, una prisión a cielo abierto, para construirse una nueva vida. El funeral brindó la oportunidad de mostrar públicamente la disconformidad de la gente respecto a Hamás, que gobierna desde hace 15 años un territorio sometido a un duro bloqueo impuesto por Israel (y Egipto). Acusan al grupo militante de no preocuparse por los jóvenes y de no luchar para ofrecerles oportunidades de empleo y reinserción.
“La emigración no es un fenómeno inusual", explica el padre Romanelli, "Yo llegué a Gaza en 2019 y las estimaciones del año anterior calculaban que al menos 10 mil jóvenes se habían marchado -la mayoría musulmanes, en dirección a Egipto- y las cifras no cesan de crecer”.
Somos dos millones 300 mil habitantes, muchos usan el móvil y las redes sociales como una ventana al mundo real y ven que hay otras oportunidades: de vivir en paz, en libertad, lugares donde la gente tiene agua y electricidad. Para muchos, el delito es haber nacido aquí, porque normalmente los delincuentes van a la cárcel y no hay ningún motivo para encerrar a toda una población, negándole la esperanza y un futuro"
“Continuamente vemos gente que se va al extranjero", continúa el sacerdote, "y esto ocurre, en parte, porque cerca del 50% de los habitantes no tienen trabajo. Hay intentos de escapar por mar, pero no desde Gaza porque es imposible: a pocas millas de la costa está la marina israelí, y nadie podría sortear el bloqueo" para huir rumbo a Europa. "La dirección es siempre hacia Egipto, luego Libia o muchas veces Turquía, donde hay barcas que cobran por hacer la travesía, y dejan a la gente en aguas territoriales griegas, incluso a 14 o 15 km de la costa. Los que pueden, hacen el último tramo a nado, y los demás esperan ser rescatados". Los desafortunados se hunden y mueren, como sucedió con los ocho jóvenes cuya muerte enardeció las protestas públicas en la Franja.
La violencia y el muro de silencio
La migración está relacionada con la violencia -y las muertes- en Tierra Santa, que en el año que está por terminar se consumó ante el silencio de la comunidad internacional , más interesada en otras cuestiones, en primer lugar la guerra rusa en Ucrania.
Ahora se aguardan las medidas del nuevo gobierno, con la vuelta al poder del veterano primer ministro Benjamin Netanyahu, descrito como el más derechista de la historia de Israel. “Llevo 27 años viviendo en la región", dice el padre Romanelli, "y los habitantes ya no parecen confiar en ningún ejecutivo. La opinión común es que se mostrarán por las políticas que siempre han seguido, sin importar si son de derecha, centro e izquierda, ya que la colonización siempre ha continuado”. En los últimos meses, los atentados, los ataques y operaciones militares han formado parte de la crónica diaria y ya ni siquiera aparecen en los titulares.
"Es una espiral de violencia, de muertos y heridos con graves secuelas, no hace falta ser un experto para ver las terribles consecuencias de la guerra", dice el párroco. En cierto sentido, ya se torna aburrido hablar de ello. Para muchos, el conflicto palestino-israelí es inherente a la historia, pero eso no implica necesariamente que será siempre así en el futuro. Habría una solución si ambas partes se pusieran de acuerdo. "Los que tienen más poder tienen, al mismo tiempo, más responsabilidad en la búsqueda de la paz”, agrega. Sin embargo, con esta política de confrontación y ocupación "no se llega a ninguna parte”.
Cristianos, Navidad y endogamia
Por último, el padre Romanelli cuenta cómo festejaron la Navidad. “En Gaza, fuimos los primeros del mundo en celebrarla”, con la tradicional visita del Patriarca latino de Jerusalén el último domingo de Adviento, la misa solemne y la colocación del niño en el pesebre la noche del 18 de diciembre.
Los cristianos de la Franja “son personas de fe" que viven un ecumenismo de facto: la parroquia latina está formada por 136 fieles, pero en la celebración de medianoche la mayoría son ortodoxos. Este año también hubo varios ritos tradicionales, como la presentación y bendición de un bebé recién nacido -que este año fue el mismo que personificó al niño Jesús en el pesebre viviente. Luego celebramos un bautismo, siete primeras comuniones y siete confirmaciones. "Una enorme alegría", subraya el P. Romanelli, "con momentos de fiesta comunitaria con música, bingo y otros juegos en los que participaron más de 400 personas".
El ambiente festivo se vio opacado por cuestiones espinosas y sin resolver que amenazan el futuro de los cristianos de Gaza. "Este año", dice el P. Romanelli, "se concedieron menos permisos de salida para visitar a parientes y familiares en Jerusalén, Belén y otras zonas de Palestina. Las autoridades israelíes otorgaron poco más de 600 frente a los 722 del año anterior". La gente se había ilusionado, y "en vano" esperó mayores concesiones de parte de los dirigentes del Estado judío, respecto a un derecho que es vital para la misma supervivencia de la comunidad: desplazarse. "No olvidemos que hay 1066 cristianos, quizá menos, y ya corremos un peligro real de endogamia, con matrimonios en la misma familia, cónyuges que son primos en cuarta, tercera e incluso segunda línea", dice el párroco de Gaza. Si la política de Israel no cambia radicalmente, y no sólo para las fiestas, la comunidad cristiana, que es una semilla de paz y justicia, está condenada a morir". "Los cristianos no plantean exigencias extraordinarias", concluye. Solo piden"poder salir e ir a Cisjordania o cualquier otro lugar libremente".
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