Kurdistán, bombardeos turcos contra el PKK: aldea cristiana atacada y un pastor kurdo muerto
También fue azotada la localidad de Qashafar, a unos 27 km de Dohuk. Pánico entre la población local. En la zona viven varias familias que escaparon de Mosul y de la Llanura de Nínive cuando se produjo el avance del ISIS. Bagdad convoca al embajador turco y pide aplacar la tensión. Dura réplica: “Hay que combatir el PKK donde sea que se encuentre”, incluso en territorio iraquí.
Erbil (AsiaNews) - La fuerza aérea turca bombardeó varias áreas del Kurdistán iraquí, entre ellas, la localidad de Qashafar, a unos 27 km de Dohuk, haciendo cundir el pánico entre la población local. El ataque se produjo alrededor de las 17:30 horas de ayer y, según fuentes locales, se habrían empleado aviones Apache. La zona donde se desplegaron los bombardeos supo ser un refugio para cientos de familias cristianas que habían huido de Mosul y de la Llanura de Nínive en el verano del 2014, cuando se produjo el avance de las milicias del Estado Islámico (EI, ex ISIS). Con el pasar de los años, permanecieron en la zona mientras esperan que reconstruyan sus casas y aguardan las garantías para poder regresar a sus tierras a salvo.
Las bombas turcas caídas ayer habrían causado cuando menos una víctima: se trata de un pastor kurdo, que perdió la vida al estallar un misil en las primeras horas de la mañana, en el distrito de Bradost.
En respuesta a los hechos, el gobierno iraquí convocó en un par de ocasiones al embajador turco en Bagdad, Fatih Yildiz, pero la escalada prosiguió sin pausa: a los ataques con aviones caza durante el fin de semana, le siguió una auténtica operación terrestre el día 17 de junio, con algunas unidas de las fuerzas especiales que penetraron en el territorio iraquí, en el contexto de la operación “Garras de Tigre”. El objetivo del asalto serían unos (presuntos) combatientes kurdos del PKK que estarían refugiados en algunas aldeas de la provincia septentrional de Duhok, en la zona próxima a la frontera entre Irak, Turquía y Siria.
El gobierno turco parece tener intenciones de presionar el acelerador y proseguir con los ataques, según se desprende de la desafiante y amenazante respuesta brindada por el embajador Yildiz al Ministerio de Relaciones Exteriores iraquí: si ustedes no son capaces de tomar medidas contra los rebeldes, dijo el diplomático, será Ankara la que continuará “combatiendo al PKK donde sea que se encuentre”, incluso en territorio iraquí.
Preocupada por la escalada en la frontera norte del país, Bagdad solicitó a Ankara y al presidente turco Recep Tayyip Erdogan “poner fin a los actos de provocación” y “retirar los soldados que se han infiltrado en territorio iraquí”. La violencia se habría desencadenado por los ataques de los milicianos kurdos contra las comisarías policiales y las bases militares ubicadas al otro lado de la frontera. A esto se suman las dificultades internas de Erdogan, a causa de la crisis económica y de la emergencia por coronavirus, que empujan al presidente turco a descargar la culpa en un enemigo externo, para reforzar la estabilidad.
Los ataques aéreos contra las bases del PKK no constituyen una novedad; episodios similares se registraron en 2017 y en 2018. Sin embargo, la operación desplegada en los últimos días es de una magnitud muy superior a las anteriores. De momento, no se registran respuestas oficiales - en el plano diplomático o militar - por parte de Bagdad y Erbil, pero es evidente la irritación en las altas esferas políticas e institucionales de Irak. Diferente fue la posición de la Liga Árabe, que envió un mensaje de fachada, condenando los bombardeos “en violación del derecho internacional”, un gesto que no debiera surtir grandes consecuencias prácticas.