Kachin: ofensiva del ejército contra los rebeldes. Hay miles de desplazados y civiles huyendo
Al menos 4.000 personas buscaron refugio en territorio chino. Pero las autoridades de Beijing siguen rechazándolos y expulsándolos hacia el otro lado de la frontera. Caritas y ONG internacionales hablan de una grave crisis humanitaria, pidien que se detenga la violencia y que se ayude a la población civil. Naipyidó niega al enviado de la ONU el permiso para visitar las zonas de guerra.
Yangon (AsiaNews) – Al intensificarse los combates en el Estado de Kachin -en el norte de Myanmar, a lo largo de la frontera con China- la situación de la población civil y las condiciones de los miles de desplazados internos se tornan cada vez más críticas, y éstos buscan refugio más allá de la frontera. Fuentes locales contactadas por AsiaNews confirman la escalada de la batalla entre el ejército birmano (Tatmadaw) y los rebeldes Kachin (el Kachin Independence Army, KIA). El epicentro dell enfrentamiento se encuentra en Laihpawng, donde se levantan los campos de refugiados de Zai Awng y Mugga Zup, que han sido desmantelados a toda prisa.
No hace sino agudizar la crisis de los desplazados la decisión de las autoridades chinas, que han optado por cerrar la frontera y devolver a Myanmar a los civiles que huyen de la guerra. En los últimos días, cuando menos 4.000 personas han buscado refugio al otro lado de la frontera, y han sido bloqueados y repatriados. Ahora, cuenta una fuente “no saben adónde ir” y se encuentran bloqueados en un área en la cual hay un conflicto en curso”.
Caritas Myanmar y las diferentes ONG presentes en el lugar han hecho un llamado al gobierno central y a la comunidad internacional para que intervengan, de modo de poner fin a la violencia y de brindar alivio a la situación crítica de la población civil.
El 10 de enero hubo enfrentamientos muy duros entre los dos frentes; el ejército birmano atacó con golpes de artillería mientras era apoyado por bombardeos aéreos. El objetivo de la operación era el tercer batallón de las milicias rebeldes del KIA, dispuesto a lo largo del área de Nagyang, cerca de dos campos de refugiados. Los combates provocaron la huida de 2600 desplazados y de 1400 civiles, la mayor parte de ellos mujeres, ancianos y niños. Testigos locales narran una situación extremadamente caótica y precaria”, a la cual no ayudan los desplazamientos continuos a los que se ven sometidos los desplazados, en la búsqueda de un lugar seguro que los ponga a salvo de la guerra. Las personas han escapado a toda prisa, sin poder llevar consigo lo mínimo necesario, como comida o las medicinas para los enfermos.
Activistas y organizaciones humanitarias que operan en el territorio, entre ellas Caritas, advierten que la prioridad es asegurar “la salvación y la seguridad de los desplazados” que han sido rechazados por China y han quedado atrapados por los combates entre los dos frentes. Un desplazado cuenta: “La otra noche, asustados por los combates, hicimos nuestro equipaje a toda prisa. Algunas familias ya habían abandonado el campo de refugiados con anterioridad”. Tratamos de sortear el río, en la oscuridad y el frío nocturnos, pero lo que más temíamos [que fue precisamente lo que sucedió después, ndr] “era que llegaran los soldados chinos y nos detuvieran” para luego “enviarnos nuevamente al otro lado de la frontera”.
Todavía hoy, la mayor parte de los desplazados (cerca de 2/3 del total, según los últimos estimados) se ve obligada a sobrevivir del lado birmano de la frontera, si bien el objetivo en común es sortear la frontera y buscar refugio en China, donde poder construir una nueva vida. Sin embargo, Beijing sigue adoptando la política de los rechazos e incluso el gobierno central de Myanmar trata de mantener el área aislada.
En los últimos días, Naipyidó, aduciendo motivos de seguridad, no ha concedido el permiso para que el enviado de la ONU Yanghee Lee -abocado a la defensa de los derechos humanos- pueda visitar Laiza y Hpakant, en el Estado de Kachin.
La Kachin es una de las 135 etnias que componen Myanmar. Sus miembros siempre han tenido dificultades para convivir de manera pacífica con el gobierno central y su composición mayoritariamente birmana. Luego de 17 años de relativa calma, en el año 2011 estalló la guerra entre el Tatmadaw (ejército leal al gobierno) y los Kachin, que ya ha causado decenas de víctimas civiles y cuando menos 120,000 desplazados, que viven en 167 campos de refugiados.
Desde hace algunas semanas se ha intensificado el avance del Tatmadaw sobre el territorio Kachin. Las tropas de Naipyidó se están valiendo de ataques aéreos y terrestres para castigar a las posiciones de las milicias étnicas, causando un número de muertos indefinido.
El arzobispo de Yangon, Card, Charles Bo, junto a la Conferencia episcopal de Myanmar, han hecho un llamado al país en varias oportunidades, a fin de que se busque la paz. En una entrevista concedida a AsiaNews mons. Raymond Sumlut Gam, obispo de Bhamo – diócesis que durante meses ha sido el epicentro del conflicto – aseguró que “la Iglesia no abandonará jamás a los desplazados que están en los campos de refugiados” y que “continuará yendo donde ellos vayan”.
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