Kabul: la Iglesia católica, ‘una’ obra continua de caridad silenciosa’

de Anna Chiara Filice

Lo dice el p. Giuseppe Moretti, que volvió a la capital afgana para substituir por el período estival al p. Giovanni Scalese, actual jefe de la misión católica en Afganistán. A su llegada, encontró una situación “deprimente, con muros levantados por todos lados”.

Kabul (AsiaNews) – Cuando el capellán militar de Kabul “me pidió si quería volver por un mes, mi corazón explotaba de alegría. No tienen idea de la gratitud inmensa que pruebo. Es un don de la Providencia. Agradezco a Dios cada día”. Es la alegría expresada por el p. Giuseppe Moretti, capellán en la embajada italiana y responsable de la ‘missio sui iuris’ de Afganistán desde el año 2015. A AsiaNews cuenta su vuelta al país, llamado por su sucesor el p. Giovanni Scalese para sustituirlo en el período de verano. En la capital afgana encontré una situación “deprimente”. Al mismo tiempo, reporta, “continúa la misión de la Iglesia, que se manifiesta con una presencia de caridad silenciosa pero eficiente”.

El sacerdote faltaba del país desde hacía 4 años, cuando volvió a Italia. Desde aquel momento vive en Roma, donde es superior de la comunidad de los Padres barnabitas, “pero con el deseo incesante de volver a Afganistán”. Aquí en 2005 fundó una escuela en Tangi Kalay, un pueblo en la periferia de kabul en la ruta que lleva a Jalalabad, del nombre evocativo “Escuela de paz”. El p. Moretti refiere con entusiasmo que “la enseñanza en la escuela procede. Recientemente hemos regalado 250 bancos dobles. También expresé mi deseo de ir a visitar a los niños, pero por ahora no recibí el permiso. Hay, justamente, procedimientos que hay que seguir”.

La primer cosa que le llamó la atención a su llegada, cuenta, “hay tantos muros: por todos lados es un continuo construir muros de protección y defensa, sobre todo en la Zona Verde (el área fortificada de kabul reservada a los extranjeros). Respecto al recuerdo que tenía en 2015, la imagen de la ciudad es realmente deprimente. Hay justas disposiciones que prohiben alejarse de la embajada italiana, sólo se puede salir por motivos realmente serios”.

Su tarea en la capital afgana, reporta, “es garantizar la continuidad de la asistencia espiritual a la comunidad internacional de los fieles”. El sacerdote se refiere a los “pocos fieles de personas que vienen a misa. De todos modos, no se puede vivir de la nostalgia, cuando la iglesia estaba llena y los fieles llegaban hasta afuera. Obviamente todo esto se debe a las medidas de seguridad y al aumento de los puestos de control”. La situación es difícil, admite, “pero recuerdo las palabras de mi madre, que en los primeros años aquí en kabul me decía: ‘Toma a quien viene y agradece a Dios’”.

Además de los fieles locales, el capellán se ocupa de los militares del ejército, de la hermanas de madre Teresa que “vienen a misa todos los días” y de la religiosas de la asociación (Pro niños de kabul” (PBK), formada por religiosas provenientes de todas partes del mundo y pertenecientes a varias congregaciones.

No obstante las dificultades de la realidad del país, subraya, “nuestra presencia permanece constante. Las hermanas de Madre Teresa reciben en su casa a 14 niñas abandonadas y asisten a 240 familias pobres. Las hermanas PKB asisten a cerca de 40 niños discapacitados y con varias formas de discapacidad. Somos pocos, pero todo esto es misión”.

Dadas las rígidas disposiciones de seguridad, el p. Moretti se siente como en “un bastión, donde se puede sólo mirar el cielo y contemplar las estrellas”. Él habla del futuro de Afganistán, que define “aún incierto” no obstante los varios intentos de paz. “Es un bien que se discuta-hace notar- pero los horizontes son bastante lejanos. Los aspectos sobre los cuales se debe concentrar son siempre los mismos: aquí se trata de construir las bases de la democracia, partir de la escuela, del sentido de nación y del conocimiento de la historia del país. La línea guía sigue siendo el respeto de la mentalidad, de la cultura y de las tradiciones. No se puede pensar transferir la democracia occidental aquí”. Al final concluye con un pedido: “Recen por nosotros. Digan un Padre Nuestro más por nosotros”.