17/04/2025, 15.03
VATICANO
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Jueves Santo, Papa Francisco a los sacerdotes: 'Sean los signos cotidianos del Jubileo'

El texto de la homilía de la Misa Crismal, fue leído en la basílica de San Pedro por el cardenal Domenico Calcagno. Por la tarde, el pontífice convaleciente debería realizar una breve visita a los detenidos en la cárcel romana de Regina Coeli. Francisco ha realizado una contribución económica a las poblaciones de Myanmar afectadas por el terremoto.

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – “El año jubilar representa así, para nosotros los sacerdotes, un llamado específico a recomenzar bajo el signo de la conversión. Peregrinos de esperanza, para salir del clericalismo y convertirnos en anunciadores de esperanza”, dice el mensaje que el Papa Francisco ha entregado esta mañana a los sacerdotes de todo el mundo en la homilía preparada para la Misa Crismal, el rito en el que, la mañana del Jueves Santo, se consagran los óleos a través de los cuales los sacerdotes administran los sacramentos de la Iglesia.

Para presidir la liturgia, el pontífice – que continúa su convalecencia – ha delegado sus funciones en el cardenal Domenico Calcagno, presidente emérito de la Administración del Patrimonio de la Santa Sede, quien, después de la proclamación del Evangelio, leyó el texto preparado por Francisco. Por la tarde, el Papa debería realizar una visita privada a la cárcel romana de Regina Coeli, renovando de forma diferente la tradición que durante su pontificado siempre lo ha llevado a celebrar con los reclusos la Misa in Coena Domini, con el rito del lavatorio de pies. En estas horas, el Vaticano también informó que Francisco ha querido enviar, por medio del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y del Dicasterio para el Servicio de la Caridad (Limosnería Apostólica), una generosa contribución para ayudar a las poblaciones afectadas por el terremoto en Myanmar.

En el texto de la homilía de la Misa Crismal, el Papa – reflexionó sobre las palabras de Jesús en la sinagoga de Nazaret (Lc 4,17-20) – y dijo a los sacerdotes que “cada uno de nosotros tiene una Palabra que cumplir. Cada uno de nosotros tiene con la Palabra de Dios una relación que viene desde lejos. Y la ponemos al servicio de todos sólo cuando la Biblia sigue siendo nuestro primer hogar. Dentro de ella - añadió - cada uno tiene páginas más queridas. ¡Esto es hermoso e importante! Ayudemos también a que otros encuentren las páginas de su vida: tal vez a los esposos, cuando eligen las lecturas de su matrimonio; o a quienes están de luto y buscan pasajes para encomendar el difunto a la misericordia de Dios y a la oración de la comunidad. Hay una página vocacional, por lo general, al comienzo del camino de cada uno de nosotros. A través de ella, Dios nos sigue llamando, si la custodiamos, para que no se entibie el amor”.

El Papa ha recordado luego a los sacerdotes que “el Espíritu de Jesús permanece como protagonista silencioso de nuestro servicio. El pueblo percibe su soplo cuando en nosotros las palabras se hacen realidad. Los pobres, antes que otros, así como los niños, los adolescentes, las mujeres y también quienes han sido heridos en su relación con la Iglesia - explicó - tienen “olfato” para el Espíritu Santo: lo distinguen de otros espíritus mundanos, lo reconocen cuando coinciden en nosotros el anuncio y la vida. Podemos convertirnos en una profecía cumplida, ¡y eso es hermoso! El santo crisma, que hoy consagramos, sella este misterio transformador en las distintas etapas de la vida cristiana. Y pongan atención – añadió - ¡nunca hay que desanimarse, porque es obra de Dios! ¡Creer, sí! ¡Creer que Dios no fracasa conmigo! Dios nunca falla”.

Llevar a los pobres un alegre mensaje, a los prisioneros la liberación, a los ciegos la vista, la libertad a los oprimidos, son los signos que Jesús “hoy sigue leyendo en la biografía de cada uno de nosotros. Primero - dijo - porque, hasta el último día, es siempre Él quien nos evangeliza, quien nos libera de nuestras prisiones, quien nos abre los ojos, quien aliviana la carga puesta sobre nuestros hombros. Y luego porque, al llamarnos a su misión y al insertarnos sacramentalmente en su vida, Él también libera a otros a través de nosotros. Generalmente, sin que nos demos cuenta”. Es “un ministerio jubilar” que ocurre “sin sonar el cuerno ni la trompeta; en una entrega silenciosa, pero radical y gratuita. Es el Reino de Dios, ese que narran las parábolas, eficaz y discreto como la levadura, silencioso como la semilla”.

“Queridos fieles, pueblo de la esperanza – concluyó el Papa – recen hoy por la alegría de los sacerdotes. Que llegue a ustedes la liberación prometida por las Escrituras y alimentada por los sacramentos. Muchos miedos nos habitan y grandes injusticias nos rodean, pero un mundo nuevo ya ha surgido. Tanto amó Dios al mundo que nos dio a su Hijo, Jesús. Él unge nuestras heridas y enjuga nuestras lágrimas".

 

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