Jubileo 2025, se abre la Puerta Santa en la cárcel de Rebibbia. Papa: "Siempre hay algo bueno"
Hoy, fiesta de San Esteban, Bergoglio acudió a la Cárcel de la periferia noreste de Roma: 'Catedral del dolor'. Presidió la Santa Misa en la Iglesia del Padre Nuestro. En su homilía: «¡La esperanza nunca defrauda!». En el Ángelus en San Pedro invitó a pagar las deudas de los países «oprimidos».
Roma (AsiaNews) - En Roma no sólo las basílicas papales custodiarán las puertas santas para el año jubilar que ha comenzado - después de San Pedro, el 29 se abrirán en San Juan de Letrán, el 1 de enero en Santa María la Mayor y el 5 en San Pablo Extramuros. Hoy, San Esteban, se ha abierto la segunda puerta santa, o mejor dicho, se ha abierto de par en par, en palabras del Papa Francisco, en la cárcel de Rebibbia, ante 300 personas entre reclusos y personal penitenciario. «La gracia de un Jubileo es abrir de par en par, abrir y, sobre todo, abrir los corazones a la esperanza», ha dicho el pontífice esta mañana en la Iglesia del Padre Nuestro, reabierta después de cuatro años. Una esperanza que en la espera incierta de los encarcelados en lo que es una «catedral del dolor» y una «basílica entre comillas» representa la salvación.
Es en este lugar simbólico de la marginalidad humana, de los umbrales, donde se ha realizado hoy el gesto simbólico. Una marginalidad habitada también por Dios, que no olvida a los pequeños; y es este gesto el que nos recuerda su presencia. «Él nos espera en el umbral -dijo ayer el Papa durante el mensaje de Navidad Urbi et Orbi-. Nos espera a cada uno de nosotros, especialmente a los más frágiles». Entre estos últimos se encuentran, en efecto, los ancianos, los que viven la guerra, los que han perdido su casa o su trabajo, los perseguidos y los encarcelados. En declaraciones a la agencia italiana Sir, el capellán de Rebibbia, el padre Lucio Boldrin, dijo: «La apertura de la Puerta Santa quiere ser este grito: reabramos a la esperanza también a los que han hecho mal en el mundo».
«¡La esperanza no defrauda, nunca! Piensen bien en esto. Yo también lo pienso, porque en los malos tiempos uno piensa que todo ha terminado, que nada está resuelto. Pero la esperanza no defrauda nunca», dijo Bergoglio durante la homilía recitada en la Santa Misa presidida a las 9 de la mañana. Una esperanza que no se rinde fue relatada por el Papa Francisco con la evocadora imagen del ancla desde la que se extiende una cuerda firme a la que agarrarse. «A veces la cuerda es dura y nos hace daño en las manos... pero con la cuerda, siempre con la cuerda en la mano, mirando a la orilla, el ancla nos lleva adelante. Siempre hay algo bueno, siempre hay algo que nos hace seguir adelante», añadió.
Pero las puertas abiertas de par en par no deben ser sólo un artefacto estético, incapaz de excavar conciencias. Sino una oportunidad para una apertura profunda, especialmente de la «puerta del corazón». «Cuando el corazón está cerrado se vuelve duro como la piedra; olvida la ternura. Incluso en las situaciones más difíciles -continuó el Obispo de Roma- mantengan siempre abierto el corazón; el corazón, que es precisamente lo que nos hace hermanos. Abran de par en par las puertas del corazón. Todos saben cómo hacerlo. Todos saben dónde está la puerta cerrada o medio cerrada. Todo el mundo lo sabe». Al final de la Santa Misa, el Papa Francisco también extendió saludos y deseos navideños a los presos «que permanecieron en sus celdas». «Que el próximo año sea mejor que este. Cada año debe ser mejor», dijo. Y de nuevo: « Las manos unidas. No las olviden».
Unas horas después, el pontífice se asomó a la ventana del Palacio Apostólico Vaticano para el rezo del Ángelus en la fiesta de San Esteban, primer mártir del cristianismo. En el comentario que precedió a la oración mariana, se explayó sobre el relato de su lapidación que figura en los Hechos de los Apóstoles (cf. 6,8-12; 7,54-60), momento en el que «reza por sus asesinos». De este modo parece sufrir «impotente» la violencia. «En realidad, como hombre verdaderamente libre, sigue amando incluso a sus asesinos y ofreciendo su vida por ellos, como Jesús», explicó Bergoglio. «Ofrece su vida para que ellos se arrepientan y, habiendo sido perdonados, puedan tener el don de la vida eterna. De este modo, el diácono Esteban se nos presenta como testigo del Dios que tiene un gran deseo: 'que todos los hombres se salven'».
A continuación, dedicó una mirada a quienes hoy son discriminados en el mundo a causa de su fe. «Desgraciadamente, también hoy hay, en diversas partes del mundo, muchos hombres y mujeres perseguidos, a veces hasta la muerte, a causa del Evangelio. Lo que hemos dicho de Esteban vale también para ellos», añadió el Papa Francisco. «No se dejan matar por debilidad, ni para defender una ideología, sino para hacer partícipes a todos del don de la salvación. Y lo hacen, en primer lugar, precisamente por el bien de sus asesinos, y rezan por ellos.» A continuación, recordó al beato Christian de Chergé, asesinado en Argelia en 1996, «que llamaba a su asesino “amigo de última hora”».
Finalmente, tras el rezo del Ángelus, hubo una invitación dirigida a la comunidad internacional por el Año Santo que acaba de comenzar. «Una de las acciones que caracteriza a los jubileos es la condonación de deudas. Por ello, animo a todos a apoyar la campaña de Caritas Intenationalis titulada 'Convertir la deuda en esperanza' para aliviar a los países agobiados por deudas insostenibles y promover el desarrollo», dijo. «La cuestión de la deuda está ligada a la de la paz y el mercado negro de armas. Basta de colonizar pueblos con armas. Trabajemos por el desarme. Trabajemos contra el hambre. Contra la enfermedad, contra el trabajo infantil, y recemos por la paz en todo el mundo». A continuación, deseó la paz para la atormentada Ucrania, Gaza, Israel, Myanmar, Kivu del Norte, «y tantos países que están en guerra».
02/05/2017 13:54