Jharkhand, cristiano asesinado por las ‘vacas sagradas’. Mons. Mascarenhas: Tragedia para la humanidad
La víctima se llamaba Prakash Lakra y fue linchado a muerte por un grupo de 25 “protectores de las vacas”. Secretario de los obispos: “En Jharkhand el odio proviene de la política”. El elenco de episodios de hostigamiento perpetrados contra los cristianos.
Nueva Delhi (AsiaNews) – Herido con espadas, guadañas y bastones de hierro: así murió en el Estado indio de Jharkhand un tribal cristiano llamado Prakash Lakra. Junto a otros 3 hombres él fue asesinado por una multitud de radicales hindúes “protectores de las vacas, por haber matado, presuntamente, a un buey, considerado sagrado por el hinduismo. En diálogo con Asianews, Mons. Theodore Mascarenhas, obispo auxiliar de Ranchi y secretario general de la Conferencia episcopal india (CBCI), denuncia: “Es una tragedia para la humanidad, no sólo para los cristianos. El hecho de que seucedan cosas semejantes en este siglo, en esta ‘nueva India’, es una vergüenza”.
Los 3 tribales cristianos son Janriush Minz (40 años), Peter Phuljans (50) y Belasus Tirkey (60). El incidente sucedió en horas de la noche del 10 de abril, en la ruta que lleva al pueblo de Jhurmu, en el distrito de Gumla. El grupo de 25 personas rodeó a Prakash y a los otros cristianos, obligándolos en base de golpes, patadas y otras violencias, hasta llevarlos delante de la comisaría de la policía en el pueblo de Jairagi. Allí, los 4 hombres quedaron agonizantes hasta las primeras luces del alba, cuando llegaron los policías y los llevaron al Community Health Centre en el distrito de Dumri.
Después, la policía registró una denuncia contra los 3 sobrevivientes por matanza ilegal de bovinos en base a lo que establece la Jharkhand Bovine Animal Prohibition of Slaughter Act. En India, la vaca es considerada sagrada y es un tema sensible para la comunidad hindú. Suceden frecuentemente episodios de violencia contra las minorías que matan a los animales y normalmente las víctimas son los musulmanes.
El secretario de los obispos considera el hecho como un gravísimo episodio de intolerancia, fruto de una violencia ciega que no perdona a nadie. “No condeno el incidente sólo porque las víctimas son cristianas- afirma-, sino porque una multitud puede matar porque piensa que tiene derecho a hacerlo. Todo esto difama el buen nombre de nuestra sociedad y de nuestro país”.
Mons. Mascarenhas recuerda que no se trata de la primera agresión contra la minoría cristiana: “Estas cosas suceden porque los fuertes poderes y las autoridades no demuestran ninguna voluntad de controlar estos hechos de violencia. Para sumar infamia a esta vergüenza, en Jharkhand existe una maquinaria montada por las autoridades para crear divisiones y odio contra los cristianos”.
En particular, el obispo cita una serie de episodios que contribuyeron a fomentar el clima de intolerancia y odio: “El año pasado, el Jefe de ministros de Jharkhand publicó en la primera página de los periódicos una publicidad dirigida expresamente contra los misioneros cristianos, contra los tribales convertidos, llamándolos ‘vacas estúpidas e ignorantes’; inmediatamente él hizo aprobar una ley para prohibir las conversiones; luego, amenazó con quitarles el derecho a las cuotas reservadas a los tribales que se convierten. Después, vinieron las acusaciones contra la hermanas de Madre Teresa (acusadas de tráfico de niños, ndr) y el misionero jesuita arrestado y falsamente acusado de una violación que fue cometida por otros y los controles aplicados sólo a las ONG cristianas”.
Luego agrega: “Podríamos seguir hasta el infinito contando hasta qué punto el odio proviene directamente de las autoridades. Y esto no es bueno para el país, no sólo para la comunidad cristiana que siempre vivió en armonía con todos; no lo es ni siquiera para la sociedad pacífica de Jharkhand; ni para la India, que tiene una tradición de paz, armonía y tolerancia religiosa”.
Los más afectados, concluye Mons. Mascarenhas, “son los tribales y los pobres y todos aquellos que se ponen de su lado, como el Card. Toppo, cuya efigie fue prendida fuego como represalia tomada por los radicales. Este último incidente demostró hasta dónde puede llegar el odio. La quema de la imagen del cardenal fue una muestra de que no faltaba mucho para pasar de la ideología a la violencia física. Quien siembra odio debe saber que está poniendo en riesgo el futuro de este país”.
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