Jerusalén, el Ramadán es una ocasión para el diálogo y los ‘vínculos fraternos’

La comunidad cristiana abre las puertas a los hermanos musulmanes, para ofrecerles la cena del iftar. En Ramallah, los párrocos acogen a los “marginados”. P. Shomali: “Hay un proverbio árabe que dice que ‘cuando hay pan y sal entre nosotros, tenemos la misma sangre’”.

Jerusalén (AsiaNews) – En Palestina, el mes del Ramadán es una ocasión para “dar testimonio de una relación fraternal” entre cristianos y musulmanes, marcada por el signo de la caridad. Es lo que cuenta el Pbro. Ibrahim Shomali, sacerdote palestino y canciller del Patriarcado latino de Jerusalén.

En Jerusalén, el mes sagrado para el islam se concluyó hoy, con una celebración en la abarrotada mezquita de al-Aqsa, “El Ramadán –comenta el Padre Shomali- es un mes importante para los musulmanes, durante el cual ellos piensan en sus vecinos, en la familia, en los seres queridos que perdieron durante la guerra o por causas naturales. En este contexto, tratan de tener gestos para testimoniar una relación fraterna”.

Por eso, todos los años, las parroquias y la Custodia de Tierra Santa abren sus puertas a los hermanos musulmanes, ofreciendo la cena del iftar, que cierra el día de ayuno tras la puesta del sol. La tradición tiene raíces antiguas, que se remontan al encuentro entre San Francisco de Asís y el sultán al-Malik al-Kamil, en el año 1219. El iftar es también ocasión para tender la mano a los marginados. “Por ejemplo, hace aproximadamente diez años que todos los párrocos de Ramallah invitan gratuitamente a los más pobres de la ciudad, como los barrenderos, que no pueden ofrecer el iftar a nadie”.

“Es hermoso vivir estos momentos de encuentro –continúa el padre Shomali-. Hay un refrán árabe que dice ‘cuando hay pan y sal entre nosotros, tenemos la misma sangre’. De la misma manera, aunque nuestra fe sea distinta, estamos cerca en un sentido humano y físico, porque hemos tomado una misma comida. Eso es importante para el diálogo: cuando hay cenas de iftar, se come juntos, después hay un momento de oración para ellos, del cual nosotros somos espectadores. Luego hablamos sobre cómo vivir juntos. Debemos entender cómo viven ellos, qué debemos hacer, y dar nosotros testimonio, para trabajar por el bien del hombre en esta tierra”.