Japón vota en medio de la crisis internacional y el alza de los precios
El 10 de julio será una test para el primer ministro Kishida, cuya popularidad está cayendo debido al crecimiento de la inflación. Jóvenes en las calles para pedir más atención al cambio climático, un tema ausente de la campaña electoral pese a la vulnerabilidad de Japón, que se ha vuelto a poner de manifiesto en las últimas semanas.
Tokio (AsiaNews)- El 10 de julio, más de cien millones de ciudadanos japoneses acudirán a las urnas para elegir los candidatos a la Cámara de Consejeros, la cámara alta del parlamento. Cada seis años se renueva la mitad de los miembros de la asamblea con un sistema mixto, que combina el voto proporcional y el mayoritario. La campaña electoral se encuentra ahora en sus tramos finales y en estos días los partidos están haciendo sus últimos esfuerzos para convencer a los indecisos.
La campaña comenzó oficialmente el 22 de junio y giró en torno a algunos temas clave. Uno de ellos es la política exterior y de seguridad del país. No es la primera vez que el debate electoral se centra en un tema no doméstico y la invasión de Ucrania ha afectado mucho a la población japonesa, que cree que una guerra similar también podría estallar en el este de Asia. El PLD del primer ministro Fumio Kishida ha prometido aumentar el gasto en defensa durante los próximos años, con un objetivo del 2% en mente. "No hay economía ni ninguna otra cosa si no defendemos nuestro territorio y nuestra soberanía", dijo Takaichi Sanae cuando presentó el programa electoral del oficialismo.
Pero no faltan los temas internos. Japón es uno de los países más vulnerables al cambio climático, como se ha visto en estos días; sin embargo, los principales partidos han dejado la cuestión bastante al margen. La que volvió a ponerla en centro del debate público fue la generación más joven, que salió el domingo a las calles de varias ciudades del país para pedir a candidatos y votantes un mayor compromiso en este frente.
El otro gran ausente de la campaña electoral es el Covid. Ni el PLD ni el Partido Democrático Constitucional (CDP), principal partido de la oposición, tienen interés en extenderse demasiado en ello porque la atención del público ha decaído en los últimos meses, paralelamente a la disminución de los casos. Según una encuesta del diario Asahi Shimbun, solo el 5% de los votantes decidirá a quién votar en función de las políticas anti-Covid, un terreno en el que por otra parte las propuestas de los distintos partidos tienen varios puntos en común.
Lo que parece interesar más a la opinión pública son los temas económicos, como la inflación. Según un estudio reciente, los precios de más de 15.000 alimentos aumentarán un promedio de 15% de aquí hasta fin de año. La inflación, por lo tanto, es un problema para todas las familias japonesas, que este año se verán obligadas a desembolsar 60.000 yenes (unos 430 euros) más que la media de los años anteriores, principalmente por los gastos de alimentación y energía. El aumento de los precios es una espina en el zapato del gobierno liderado por Kishida Fumio, cuya tasa de popularidad ha caído en las últimas semanas debido a la inflación. Izumi Kenta, líder del CDP, ha atacado repetidamente al gobierno en este punto, sugiriendo reducir el impuesto al consumo del 10% al 5%. El otro partido de la oposición, Nippon Ishin, también adoptó la misma línea, pero el PLD se mantuvo firme en su oposición a la idea. "Deberíamos recortar el gasto de la ayuda social en un 30%, incluyendo las jubilaciones, si realmente se bajara el impuesto al consumo como pide la oposición", dijo el vicepresidente del partido.
El corazón del debate electoral, sin embargo, está centrado en el tema de los salarios. Todos los partidos coinciden en la necesidad de tomar medidas para elevar los ingresos de los trabajadores. El debate, si acaso, gira en torno a cuáles son las mejores herramientas para hacerlo. Kishida ha hecho del aumento de los salarios su bandera política y, además de los incentivos fiscales ya propuestos para aumentar los salarios de los trabajadores, también dijo que elevará el salario mínimo a 1.000 yenes la hora. El CDP critica esta medida porque la considera insuficiente, proponiendo en cambio un aumento a 1.500 yenes, mientras que Nippon Ishin ha apoyado la introducción de un ingreso mínimo garantizado.
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