Irán, dos víctimas en la jornada de protesta por Mahsa Amini y el 'Bloody Aban'
Las manifestaciones de ayer por el asesinato de la joven kurda se sumaron a la conmemoración de la violenta represión de la revuelta de 2019 contra el precio exorbitante del combustible. Dictaron la segunda sentencia de muerte contra un manifestante. Pero incluso los reformistas (del pasado) consideran que un cambio de régimen "no es posible ni deseable".
Teherán (AsiaNews) - Irán ha vivido otra jornada de tensión, con manifestaciones en las calles organizadas por activistas y ciudadanos comunes para recordar a la joven kurda Mahsa Amini, de 22 años, asesinada por la policía moral, y el aniversario de la represión violenta de las protestas de 2019 contra los altos precios del combustible. Incluso en esta coyuntura, las fuerzas de seguridad volvieron a aplicar puño de hierro, con un balance final de al menos dos víctimas y varios heridos, y más sangre derramada en la lucha popular -con las mujeres en primera fila- por los derechos y la libertad, y contra la imposición del hiyab, que se ha convertido en un símbolo de opresión.
Las bocinas de los automóviles sonaron ayer en Teherán durante largo rato, mientras los manifestantes bloqueaban una arteria principal que desemboca en la plaza Sanata al grito de "libertad, libertad". La gente también salió a las calles en otras ciudades como Bandar Abbas y Shiraz, y las mujeres hacían flamear sus velos sobre sus cabezas. Al caer la noche, las manifestaciones aumentaron, con consignas y cánticos que incluían "muerte al dictador".
"Las fuerzas del gobierno - dijo a la AFP la ONG pro derechos humanos Hengaw - abrieron fuego directamente contra los manifestantes en varias ciudades, entre ellas Sanandaj, Kamyaran y Kermanshah". "Al menos dos personas -prosigue- murieron directamente por las balas que dispararon los agentes en Sanandaj y Kamyaran", pero hay informes, por el momento sin confirmar, de otras víctimas.
Mientras tanto el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos pidió a Teherán que libere a las miles de personas detenidas durante las manifestaciones pacíficas. "En vez de abrir un espacio para el diálogo sobre agravios legítimos, las autoridades -dijo el portavoz Jeremy Laurence desde Ginebra- están respondiendo a las protestas sin precedentes con una dureza cada vez mayor". Palabras y llamamientos que parecen destinados a caer en saco roto, mientras la República Islámica sigue aplicando puño de hierro. En efecto, en estas horas se conoció la noticia de la segunda condena a muerte, en apenas tres días, de un manifestante acusado de ser un "agitador”.
Sin embargo, el largo reguero de sangre, con decenas de menores muertos, y la aplicación de la pena de muerte no desaniman la protesta popular por Mahsa Amini, que ayer se sumó a la conmemoración del tercer aniversario del “Bloody Aban”, la cruenta represión, en noviembre de 2019, de una serie de manifestaciones contra el precio exorbitante de los combustibles y el alto costo de vida, que dejó un saldo de 304 víctimas, aunque algunos movimientos activistas hablan de más de 1.500 muertos.
“Este año correrá sangre y Seyed Ali será derrocado”, gritaba ayer la multitud en Teherán, refiriéndose al líder supremo Ali Khamenei. Muchos trabajadores se declararon en huelga y los estudiantes universitarios de la región kurda boicotearon las clases. En la provincia de Sanandaj los manifestantes prendieron fuego a neumáticos en la calle y corearon consignas contra el gobierno. La protesta continúa, pero también es repudiada por figuras que antes eran consideradas reformistas, entre ellas el ex presidente Mohammad Jatamí, que encabezó el país entre 1997 y 2005. En una entrevista Jatamí rechazó la hipótesis de un cambio de régimen en la cúspide de la República Islámica, aunque admitió el descontento. "El derrocamiento [del sistema] -dijo- no es posible ni deseable, aunque la continuidad de la situación actual está destinada a conducir al colapso social".
22/11/2022 14:43