21/02/2019, 09.45
IRAK
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Irak: coworking y startups, dos vías de los jóvenes para combatir la desocupación

El sector público está saturado y no logra absorber la demanda de empleo. Para el 2019, el gobierno gastará 52 millardos en salarios y pensiones, con un aumento del 15% en comparación al año anterior. Es fundamental impulsar a los particulares y reactivar las empresas, sacando partido de las tecnologías modernas. Se insta a los bancos a otorgar préstamos sin interés y a ayudar a los jóvenes.   

Bagdad (AsiaNews) – Atrapados entre un lista de espera infinita para acceder a un trabajo en el gobierno y un sector privado que todavía es muy endeble, los emprendedores iraquíes –sobre todo, los jóvenes- tratan de responder a la elevada ocupación creando sus propios startups. Las primeras señales de este nuevo espíritu creativo –ya muy difundido en Occidente, pero qué aún está en sus albores en varias áreas del Oriente Medio (con la excepción de Israel)- surgieron en el 2013; sin embargo, el ascenso del estado Islámico (EI, ex ISIS) condujo a la suspensión de muchos proyectos que prometían un buen desarrollo.

Ahora, con la derrota –al menos, en el plano militar- del Califato, los cubículos y espacios de coworking vuelven a florecer en una nación cuya tasa de desocupación se ubica en torno al 10%, con un sector público muy sobrecargado –y endeudado- que no está en condiciones de contratar más empleados. Y muchos de estos empresarios emergentes comienzan su viaje en el mundo de los negocios en un edificio de vidrio, en el centro de Bagdad: The Station.

En el interior de este edificio, entre tazas de café y estantes repletos de libros –que los yihadistas solían prender fuego- se moldean nuevas ideas y proyectos, se dan animadas discusiones en torno a mesas de trabajo compartidas, mientras los jóvenes iraquíes que siguen la moda cliquean desde sus computadoras portátiles. “Estamos tratando de crear una nueva generación –subraya el director ejecutivo, Haidar Hamzoz-, con una mentalidad distinta”.

“Queremos decir a los jóvenes –cuenta en una entrevista concedida a AFP- que pueden iniciar sus proyectos, alcanzar sus sueños, y no contentarse con un trabajo en el Estado, que quizás, ni siquiera quieren realmente”. Además, la población juvenil de Irak representa el 60% del total, estimado en 40 millones de habitantes y, después de graduarse, la mayor parte espera por años una llamada de una oficina pública o un contrato en el gobierno, el principal empleador del país.  

Según informa el Banco Mundial (BM), en los últimos cuatro años, se registra que cuatro de cada cinco puestos de trabajo provienen del sector público. En su Budget del 2019, el gobierno prevé gastar 52 millardos de dólares en salarios, pensiones y asistencia social para sus trabajadores, con un aumento del 15% en comparación al año anterior,  que equivale a la mitad del presupuesto total.

Sin embargo, el Estado no puede satisfacer toda la demanda. Ateniéndose a los datos brindados por el BM, el 17% de los hombres y el 27% de las mujeres (dentro de la franja de jóvenes) se encuentran sin trabajo. Este problema de larga data fue expuesto hace algunos días por el patriarca caldeo, el Card. Louis Raphael Sako, al tomar la palabra en la 55ta edición de la Conferencia sobre Seguridad celebrada en Múnich (Alemania), en la cual llamó a brindar nuevas “oportunidades laborales para los jóvenes”.

Cuando el Estado Islámico se hizo con el poder y los territorios del norte de Irak en el 2014, convirtiendo a Mosul en su capital, Saleh Mahmud fue una de las cientos de miles de personas que huyeron para escapar de la locura yihadista. Al irse, tuvo que cerrar forzosamente uno de los poquísimos edificios de oficinas de la metrópoli del norte. Con la expulsión de los milicianos en el 2017, regresó y reabrió las puertas. “Cerca de 600, 700 jóvenes cuenta la mujer, de 23 años- ya han pasado por Mosul space” para participar en seminarios o encuentros orientados a la puesta en marcha de una empresa.

Otro start-up, Dakkakena, busca capitalizar el espíritu de renacimiento. Se trata de un marketplace online que se especializa en la entrega a domicilio de bienes y productos, que es realizada por decenas de familias que han regresado después de la guerra. “En la web –resalta el joven fundador de 27 años,  que ha tomado la idea de su experiencia durante los años de exilio en Holanda- podemos vender a precios menores que los que ofrecen los negocios, porque tenemos costos inferiores”. Un servicio similar, Miswag, nació en Bagdad en el 2014 y el año pasado registró ganancias por varios cientos de miles de dólares.

Los pioneros del sector explican que hay que partir de dos elementos: el sector público está saturado y el petróleo no es el único recurso que tiene Irak. “Los bancos juegan un rol esencial”–concluye la joven emprendedora de 26 años, Tamara Raad. “Deben otorgar préstamos sin interés y ayudar a los jóvenes emprendedores”. 

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