Irak, proyectiles y gases lacrimógenos contra los manifestantes: al menos cinco víctimas
Hombres armados mataron a dos personas en Nassiriya; tres muertos más en la capital, donde se libró un combate por tercer día consecutivo. Desde el mes de octubre, cuando se iniciaron las protestas, ya murieron más de 500 personas. La débil condena de la comunidad internacional, que se muestra incapaz de intervenir frente a la violencia.
Bagdad (AsiaNews/Agencias) - En Irak prosigue la represión violenta de las protestas contra el gobierno, ejercida por la policía y por las fuerzas de seguridad que, en pocos días, ya han provocado cuando menos cinco víctimas en todo el país. Ayer, hombres armados mataron a dos manifestantes en Nassiriya, en tanto en Bagdad se libró un combate por tercer día consecutivo, convirtiendo calles y plazas en un campo de batalla: se confirmaron tres víctimas luego del lanzamiento de cohetes contra la embajada de los EEUU.
Las sedes diplomáticas de 16 naciones, entre ellas, de los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, han condenado el uso de proyectiles y municiones por parte de las fuerzas de seguridad iraquíes. Los embajadores extranjeros exigen que se investigue a fondo la muerte
- según el saldo confirmado al día de hoy - de más de 500 manifestantes desde el pasado mes de octubre, cuando comenzaron las protestas.
El 25 de enero pasado, las autoridades iraquíes lanzaron una imponente ofensiva para tratar de poner fin a la protesta que estalló en la capital y en las ciudades sureñas el primero de octubre. Los manifestantes exigen la expulsión de toda la clase política, la lucha contra la corrupción rampante y elecciones libres.
Testigos oculares cuentan que algunos hombre armados, a bordo de cuatro camionetas, atacaron el núcleo de la protesta en Bagdad, matando a dos personas e incendiando las tiendas. En respuesta, los manifestantes comenzaron a construir “refugios permanentes” utilizando ladrillos, mientras otros irrumpieron en un cuartel de la policía ubicado en los alrededores, incendiando cinco vehículos.
Los nuevos hechos de violencia se inscriben en un contexto turbulento de la vida política a institucional del país. El 24 de enero, decenas de miles de personas - hay quienes afirman, más de un millón - salieron a las calles para adherir al llamamiento del líder radical chií Moqtada al-Sadr, exigiendo la expulsión de las tropas de EEUU. Una manifestación separada de las protestas contra el gobierno, que se suceden desde hace meses contra la corrupción y el mal desempeño. A las controversias internas, se suman las tensiones internacionales, en particular el choque frontal entre los Estados Unidos e Irán, que (también) se consuma en el territorio iraquí.
En la capital, algunos manifestantes arrojaron piedras y cócteles Molotov contra las fuerzas de seguridad, que respondieron usando gases lacrimógenos y proyectiles. “Esta revolución es pacífica. Ellos usan diferentes tipos de armas contra nosotros, proyectiles, granadas de gases lacrimógenos. Me hirieron en el rostro”, gritaba Allawi, un manifestante encapuchado que solo quiso dar su nombre.
Las protestas y enfrentamientos también caracterizaron los hechos en otras ciudades del sur del país, a pesar de los intentos de las fuerzas de seguridad por despejar las calles y expulsar la presencia permanente de manifestantes. El gobierno parece tener claras intenciones de usar la fuerza para poner fin a meses de manifestaciones, mientras la comunidad internacional se muestra inerte, con la salvedad de alguna que otra voz aislada de condena. “Toda la población - gritaba Hussein, un manifestante, en Bagdad - ha salido a las calles para protestar contra el gobierno. Queremos que toda la clase dirigente renuncie y se vaya. No queremos a nadie, ni a Moqtada [al-Sadr] ni a ningún otro”.