Irán proscribe a los futbolistas tatuados: quedan fuera de la selección nacional

Por directiva del Comité Ético, la Federación de Fútbol iraní declara la guerra a los jugadores que llevan imágenes sobre el cuerpo. En la República islámica, los deportistas constituyen un modelo, sobre todo para la juventud. Para la leadership religiosa conservadora, los tatuajes son un símbolo de la “occidentalización” y forman parte de una “invasión cultural”. La historia de Ashkan Dejagah.

Teherán (AsiaNews) - La Federación de fútbol iraní declara la guerra a los jugadores tatuados que, de ahora en más, ya no encontrarán un lugar en las selecciones nacionales. Es lo que surge a partir de algunas fuentes de la prensa local, que aseveran que el Comité Ético de la Federación de Fútbol de la República islámica ha recibido la orden proveniente de las más altas esferas político-religiosas del país, pidiendo no convocar más a atletas que tengan el cuerpo cubierto de diseños y colores.

Según informa el Teheran Times, la Federación de Fútbol “tiene que impedir la presencia de futbolistas con tatuajes dentro del equipo”. Por otro lado, el juego del balón es un deporte sumamente popular en el país, está presente en gran parte de las cadenas televisivas a nivel nacional, y es seguido ampliamente, en particular, en las familias. Es por eso que las autoridades han optado por reforzar el control sobre las partidas y los jugadores.

En Irán, los atletas de todas las disciplinas, pero sobre todo de los deportes mayores como son el fútbol, la lucha o el levantamiento de pesas, con considerados modelos de conducta, y toca a ellos promover “valores y virtudes” conformes al islam. Un ejemplo que vale particularmente para las nuevas generaciones y para los más pequeños.

Los medios oficiales y la leadership político-religiosa de sello conservador siempre se han referido a los tatuajes calificándolos como un símbolo de “occidentalización” y parte de una “invasión cultural” que el oeste lleva adelante sobre las sociedades musulmanas. “Están en contra de la cultura iraní –proclamó el ayatolá- y son dañinos para nuestra sociedad”.

En el pasado, los jugadores de la selección nacional –como la mayoría de sus colegas en todo el mundo, desde el argentino Leo Messi, pasando por el defensor español Sergio Ramos y llegando al italiano Daniele de Rossi- que tenían tatuajes impresos en los brazos entraban al campo con camisetas de manga larga bajo la camiseta oficial, para cubrir los diseños. Y los que transgredieron la orden sufrieron luego el reclamo oficial del Comité Ético. Dos de ellos son Ashkan Dejagah y Sardar Azmoon, que fueron convocados por haber mostrado las imágenes grabadas en sus brazos durante algunos partidos del equipo Melli (el apodo con el que se designa al equipo nacional).

En el verano pasado, Dejagah, un iraní de clase 1986 con ciudadanía alemana, que milita en las filas del Tractor Sazi FC (Persian Gulf Pro League), terminó bajo la mira de la comisión tras haber publicado una foto suya, considerada “poco decorosa”, en su perfil de Instagram. Su posición como futbolista –ex capitán de la selección nacional y electo como mejor mediocampista del país- se vio agravada por otras imágenes en las que su esposa no vestía el tradicional hijab, el velo obligatorio.

Desde el 2012 el futbolista, que en 45 oportunidades vistió la camiseta de la selección iraní- ex Wolfsburg, Fulham y Nottingham Forest – en cada partida ha cumplido al pie de la letra la regla (no escrita) de cubrirse los brazos tatuados. Pese a ello, las fotos publicadas en las redes sociales han bastado para desencadenar la ira de los guardianes de la moral de la República islámica.