Hong Kong: doméstica indonesia torturada, condenada la patrona
Hong Kong (AsiaNews)- Un tribunal de Hong Kong, condenó a una ciudadana del Territorio por "abusos, torturas, intimidaciones criminales y sueldos no pagados" en relación con una emigrante indonesia, asumida a través de una agencia como colaboradora doméstica. Los jueces han retenido a Law Wan-tung culpable de 18 sobre 20 cargos o acusaciones presentados: los 2 por los cuales no fue condenada se refieren a otra colaboradora, asumida después. La pena se hará conocer públicamente a fines de febrero.
La historia de Erwiana Sulistyaningsih, de 23 años (en la foto luego de haber vuelto a su patria) desencadenó una ola de indignación global y encendió los reflectores sobre la real situación de las casi 300 mil emigrantes que, de diversos países de Asia, entran en el Territorio en busca de una oportunidad de trabajo. Abusadas ya desde el país de origen, de los cuales se mueven sólo gracias a "agencias especializadas", estas personas terminan a menudo en una pesadilla hecho de crímenes no castigados y esclavitud.
La mujer fue internada en enero de 2014 en un hospital de Java Central: en su cuerpo presentaba cortes, quemaduras y hematomas de diversa entidad que les fueron provocados por su ex patrón. Sus condiciones de salud mejoraron, pero por un largo período fue obligada antes a estar en la cama y luego en una silla de ruedas. En el curso del proceso, la defensa sostuvo que Erwiana "era una oportunista que se procuró las heridas a causa de su incompetencia y ahora quiere que los que paguen sean sus patrones".
Los abusos fueron denunciados por la agencia de colocación que gestionó su asunción sólo el 12 de enero de 2014, dos días después de su regreso a Indonesia. Según la reconstrucción de los hechos realizados por la Asociación de trabajadores indonesios emigrantes, llevándola al aeropuerto que la asumió, le dio 100 dólares de Hong Kong (unos 12 dólares) y una camiseta, intimándole que o hablara con nadie antes del despegue.
Inmediatamente después de la sentencia de culpabilidad en relación con su torturadora, Erwiana se arrodilló fuera del tribunal y pidió a Allah. Terminada la oración declaró al South China Morning Post: "Como ser humano, puedo perdonar a Law Wang.tung y a su familia por lo que me han hecho. Pero la justicia debe seguir su curso".
Cuando le piden que recuerde el período de trabajo en la familia Law, la mujer estalla en lágrimas. Durante su testimonio, comprobada luego por los jueces, contó que le pegaban "frecuentemente con diversos objetos entre los cuales tubos de metal. No me daban casi nunca de comer y el agua era poquísima, tampoco la dejaban ir al baño y era obligada a usar bolsas de plástico".
La colaboradora doméstica pensó en fugarse: "Pero no tenía el coraje necesario". "El departamento estaba siempre cerrado con llave y se encontraba en un 28° piso. Pensé escapar por la ventana, pero el pensamiento de precipitar y morir me hizo renunciar. A veces me vuelven a la cabeza los recuerdos de ese período y no puedo hacer otra cosa que llorar".
Su calvario produjo buenos resultados. Además de obtener justicia y ser readmitida el pasado julio en la Sanata Dharma University de Yakarta con una beca de estudios para poder seguir los cursos de dirección de empresa y economía. Cuatro meses después, en noviembre, fue invitada a Tailandia para hablar en el Asia Pacific Society Fórum.
Honrada por la invitación, cuenta: "Al inicio no quería ir, también porque temía que mi caso demasiado grande se hubiese revelado después como un peso demasiado molesto para mí, desde el punto de vista físico y emocional. Pero ahora estoy feliz, porque con mi testimonio ayudé a muchas otras personas a denunciar sus propias historias. Realmente espero que los gobiernos empiecen a proteger al trabajo doméstico no sólo con palabras, sino con acciones concretas".
La cuestión lleva la atención hacia el drama de los trabajadores extranjeros en Hong Kong. La mayor parte proviene de Filipinas e Indonesia, por lo más con trabajos de domésticas o empleadas de empresas de limpieza. Además de los salarios bajos, dificultades en conseguir alojamiento, imposibilidad de obtener la ciudadanía y una velada hostilidad de marca racista, sus vidas a veces son muy complicadas.
Esta plaga sin embargo no es exclusiva de Hong Kong o China continental. Apoyada por el Papa Francisco, la Iglesia universal celebró el pasado 8 de febrero la primera Jornada mundial de oración y reflexión contra la trata de los seres humanos, un fenómeno que toca en varios modos a casi 23 millones de personas en todo el mundo.
06/11/2019 13:42