Gwyneth Ho: 'Las condenas no borran la verdad sobre Hong Kong'
La reflexión que consiguió sacar de la cárcel una de las 45 personas condenadas ayer a penas extremadamente duras por haber organizado elecciones primarias en Hong Kong. "Nos atrevimos a preguntar: ¿Alguna vez será posible aquí la democracia? La respuesta fue una represión en todos los frentes". Un mensaje al mundo: "Defiendan y restauren sus democracias. Den a los dictadores autoritarios un ejemplo menos de fracaso y a los que luchan por la libertad una inspiración más para continuar su lucha".
Hong Kong (AsiaNews) – Al día siguiente de las durísimas condenas impuestas a los 45 activistas prodemocráticos acusados de "subversión" por haber organizado elecciones primarias en 2020, para construir el consenso de su propio frente en vista de la votación para la Asamblea Legislativa, comenzó hoy en Hong Kong el interrogatorio judicial de Jimmy Lai, el empresario católico fundador del periódico Apple Daily, también silenciado por decisión de Beijing. La primera jornada de un interrogatorio que promete ser largo, en el que, respondiendo a las preguntas de la defensa, Lai negó haber apoyado alguna vez la violencia ni "la idea absurda de un Hong Kong independiente", y rechazó la acusación de "colusión con fuerzas extranjeras". Explicó que detrás del Apple Daily siempre hubo una sola idea: "Cuanta más información tengas, cuanto más informado estés, más libre eres".
Sobre el significado de estas batallas y lo que está sucediendo en Hong Kong, publicamos a continuación una reflexión de Gwyneth Ho, periodista encarcelada desde 2021 y una de las personas que fueron condenadas ayer, a quien le impusieron siete años de reclusión. La sentencia ha sido particularmente severa debido a que ni siquiera se declaró formalmente culpable, lo que le habría garantizado una reducción de la pena. Tras un largo silencio, ayer apareció en su perfil de Facebook una extensa reflexión que consiguió sacar de la cárcel para que se difundiera el día de la sentencia. Publicamos a continuación amplios pasajes de nuestra traducción.
Me presenté a las últimas elecciones libres y justas en Hong Kong. Por eso, fui acusada en el primer caso de subversión al estilo soviético /comunista chino que se ha juzgado en un tribunal de common law. Me declaré no culpable para defender la expresión política de 610.000 personas de Hong Kong, que el régimen está tratando de distorsionar y reducir a una conspiración de 47 peones extranjeros e infieles, con la cadena perpetua sobre la mesa.
La situación es desastrosa y, sin embargo, si se entra en los detalles, también resulta un poco cómica: el imperdonable acto subversivo de los acusados tenía como objetivo obtener una mayoría parlamentaria con poder de veto sobre el presupuesto anual. Siguiendo esta lógica, se podría afirmar que las democracias de todo el mundo sufren intentos de subversión cada 4-6 años. Sin embargo, en una realidad similar a la que describe el libro "1984", la democratización - o el simple requerimiento de democratización - equivale a la subversión del poder estatal. Todo esto tiene mucho sentido.
Detrás de la retórica de la secesión, de la connivencia con fuerzas extranjeras, etc., nuestro verdadero crimen para Beijing es que no nos hemos contentado con seguir el juego en elecciones manipuladas. Nos organizamos para superar la fragmentación en partidos, nos unimos y tratamos de tener éxito. Nos atrevimos a tratar de conseguir un poder efectivo para pedirle al gobierno que respondiera por sus actos. A pesar de que todo esto está consagrado como un derecho del pueblo por la Basic Law de Hong Kong, Beijing nunca tuvo intención de permitir que ocurriera.
Nos atrevimos a enfrentar al régimen con la pregunta: ¿es posible la democracia dentro de una estructura como esta? La respuesta fue una represión total de la sociedad en todos los frentes. Nuestro caso, que involucraba a políticos y activistas por la democracia de todo tipo, fue considerado como el punto de quiebre a partir del cual Hong Kong se convirtió en una causa perdida. Se atemorizó a la gente y se la obligó a renunciar a la esperanza de democracia en Hong Kong.
Sentada en el banquillo de los acusados, repasé mentalmente los juicios históricos sobre los que había leído. A distancia de décadas, las defensas valientes y dignas parecían los componentes naturales de la victoria final. Pero en ese preciso momento, cuando el régimen parece invulnerable y el cambio no está a la vista, ¿por qué se elige seguir luchando a pesar de la certeza de la condena?
La narrativa propuesta por la acusación no es solo una distorsión de los hechos o una amenaza para la opinión pública. Va mucho más allá: obliga a los acusados a negar las experiencias que han vivido. Te dice que la solidaridad genuina era sólo una ilusión. Que los vínculos, la unidad, las conversaciones honestas entre personas tan diferentes y sin embargo tan unidas entre sí no pueden ser reales. Que la difícil construcción de un colectivo unido en la diversidad con una visión compartida de un futuro mejor es sólo un sueño utópico.
Pero no es así. No son sólo sueños idealistas, sino que ésa es la realidad que he vivido. He elegido luchar para demostrar que esos vínculos no sólo son posibles, sino que se han vivido efectivamente y se siguen viviendo. La única ilusión es creer que la opresión brutal puede negar su existencia.
No es una responsabilidad ni una obligación moral. Es el fuerte impulso que siento dentro de mí de hacer justicia a aquello de lo que he sido testigo y que he vivido, porque forma parte de mí y define quién era. Y ahora definirá quién soy.
Me encuentro sola frente a estas acusaciones, no como un individuo aislado, sino como uno de los que salieron a la calle y alzaron la voz para pedir la autonomía de la ciudad. Al igual que todos aquellos que se han encontrado en la misma posición frente a tribunales injustos en cualquier parte del mundo.
He viajado lejos con las palabras, desde la Rusia contemporánea hasta China continental, Tailandia, la Chicago del siglo XX, Taiwán y Pretoria. Me he reunido innumerables veces con Navalny, cuyos casos presentados ante la Corte Europea de Derechos Humanos están ahora abiertos a todos los acusados políticos del mundo, que podrán citarlos en sus batallas legales. Y en este caso concreto, ¿quién tiene más que ofrecer que los defensores de derechos humanos de China continental?
Ninguno de nosotros ha ganado su caso. Muchos de aquellos sobre los que he leído todavía siguen cumpliendo durísimas condenas en lugares desconocidos, sin que nadie los escuche y olvidados. La mayoría de ellos nunca tendrán la oportunidad de saber cuánto me han inspirado: la única manera de honrarlos era librar la mejor batalla posible. Y eso fue lo que hice.
Me enviaron a una celda de aislamiento por haber refutado el falso testimonio de un testigo de la fiscalía desde el banquillo de los acusados. Poco antes había leído sobre la bielorrusa Maria Kolesnikova. Su caso era a puerta cerrada, pero los abogados arriesgaron su matrícula para revelar que el día del veredicto Kolesnikova hizo su última declaración, de poco menos de 3 horas, "sobre la elección moral, sobre el amor a las personas, sobre el futuro de Bielorrusia".
Traté de imaginar lo que significa hacer un discurso sólo ante personas que han sido cómplices para privarte de la libertad, mirando sus rostros apáticos (cuando no francamente burlones). No pude. Sin embargo, ella lo hizo. Volcó su corazón en un discurso del que sabía que nadie escucharía una palabra.
Fue violentamente silenciada, pero pero el eco de su voz cruzó todo el continente euroasiático, superando los tribunales cerrados y la prohibición de hacer una denuncia, los muros reforzados y la censura para llegar a mí en el momento en que más lo necesitaba. Me sentí cerca de ella, aunque probablemente nunca la conozca. La siento querida.
Hoy ninguna democracia es inmune a la crisis de legitimidad que se deriva del déficit de confianza de los ciudadanos. Los llamamientos al gobierno "ordenado" y "eficiente" del autoritarismo crecen inexorablemente. Las noticias sobre movimientos infructuosos y el continuo sufrimiento de los combatientes por la libertad perseguidos en lugares lejanos y sin esperanza son ciertamente desalentadoras.
Pero sin duda ustedes pueden ayudar mucho. Defiendan y restauren su democracia. Rechacen la corrupción del poder, recuperen la fe en los valores democráticos a través de la acción. Den a los dictadores autoritarios un ejemplo menos de democracia fallida para justificar su dominio y a los combatientes por la libertad de todo el mundo una inspiración más para continuar la lucha con mejores alternativas. Luchen en el terreno que a ustedes les resulte más familiar y querido. Demuéstrenle al mundo en cada momento posible, por pequeño que sea, que vale la pena luchar por la democracia.
Porque si por un lado el sufrimiento puede inspirar preocupación y compasión, por el otro ofusca y reduce al que lo sufre a una víctima digna de piedad pero sin carácter, parte de un número sin nombre. Lo que define realmente nuestra identidad no es el sufrimiento en sí, sino cómo lo afrontamos. Es en la acción donde nos definimos, y solo las personas que realmente saben quiénes son pueden abrirse, crear nuevas conexiones en las circunstancias más inesperadas y provocar un cambio. Es por las maravillas de la diversidad humana, de la creatividad y de las posibilidades, por un mundo en el que podamos conectarnos como realmente somos, que nos atrevemos a actuar y nos atrevemos a sufrir.
No es el sufrimiento lo que define la identidad, sino cómo lo afrontamos. Si la situación actual es el destino inevitable de Hong Kong, por lo menos en 2019 elegimos afrontarlo, no quedarnos en la aldea de la "libertad virtual" para después dejársela a las generaciones futuras.
Democracia y libertad nunca significan tranquilidad: la verdadera democracia es cuando las voces se superponen y se vuelven muy ruidosas (los ciudadanos de Hong Kong deberían haberlo comprendido), y la libertad es poder elegir, pensar, decidir y asumir la responsabilidad. Si nos limitamos a indignarnos, a apoyar a los demás, a ayudarlos, a hacer lo moralmente correcto sin reflexionar sobre lo que realmente queremos, es difícil percibir la libertad. La libertad es el momento en el que te das cuenta de que "puedes hacerlo".
Encontrarás muchas limitaciones y obstáculos, pero precisamente confrontándote con la realidad descubrirás quién eres y, a través de las continuas dudas sobre ti mismo, podrás afinar una verdadera determinación.
La historia no la escriben los vencedores, sino los que tienen voluntad y libertad. El cuerpo de esta ciudad no desaparecerá, su antigua alma está muerta, pero el nacimiento de una nueva vida es inevitablemente doloroso. Nadie puede definir "lo que Hong Kong es", pero cada uno puede ampliar el perímetro de "lo que Hong Kong puede ser".
Las decisiones y acciones que he tomado son mi respuesta a "lo que Hong Kong puede ser". La alegría de aprender y la felicidad de poder sincronizarme con otros más allá de todas las dificultades son mis mayores logros. Si puedo seguir creciendo, espero hacerlo.
Ahora no tengo nada, estoy sola con los conocimientos que he estudiado, el valor del que he dado testimonio y la pasión en la que me he sumergido. Estoy agradecida de que la curiosidad se conserve y que la determinación sea clara. Espero sinceramente que tengas el valor de enfrentarte a ti mismo, de abrirte, de explorar el mundo, de percibir a los demás y de no conformarte con la ilusión de la "libertad de pensamiento". Tienes que ser libre en el mundo real. "¿Qué puede ser Hong Kong?" Espero ver todavía muchas respuestas más.
* periodista, condenada a 7 años de cárcel en Hong Kong
28/05/2020 12:13
27/05/2020 16:03