Gaza, una entera generación 'destruida por la guerra'
Crece el número de suicidas entre los jóvenes entre los 16-25 años. El 90% de los niños vivió una experiencia traumática. En Gaza se vive en condiciones “inhumanas”. Los jóvenes están deprimidos, hambrientos y sin esperanza. El “mundo de guerra” vive en la mente de los niños. Faltan estructuras para que tengan un apoyo psicológico. Se espera que la situación empeore para utilizar una terapia farmacológica. Los disturbios de la personalidad y las huellas de este sufrimiento están destinados a permanecer por “muchísimos años”, aunque llegase la paz. La narración de un psicólogo que trabaja en la Franja.
Jerusalén (AsiaNews)- Cuando el doctor Jamal Dakdouki pidió a la madre cuántos años tenía su hijo, que en ese momento estaba visitando, la mujer respondió: “En la próxima guerra tendrá 8 años”. En Gaza, los años se cuentan en conflictos: cada verano hay nuevos enfrentamientos y este año no parece habrá excepción, con el enésimo intercambio de cohetes lanzados de un lado y del otro de la frontera. El peso de las violencias, unido a la crisis humanitaria agravada por la clausura de los pasos fronterizos, destruyó una entera generación: los niños y los jóvenes de Gaza están solos, deprimidos, hambrientos y sin esperanza ni sueños.
Dakdouki es un psicoterapeuta, director del The Galilee Society y miembro del equipo de médicos de Physicians for Human Rights – Israel, con el cual va en la Franja entre unas 5 o 6 veces por año. Aquí el psicoterapeuta instruye a doctores, operadores sociales, enfermeros y a veces a docentes a enfrentar la crisis “invisible” de Gaza, la psicológica. La última expedición se realizó el 7 y el 8 de junio (v. Foto 4).
“Yo voy a gaza desde el año 2008. La situación jamás fue tan miserable, tan difícil. Las condiciones son inhumanas. Falta electricidad, agua potable, también los remedios más banales. Sin contar que el agua de Gaza está contaminada y es salada. Miremos el mar de Gaza: aquí termina toda la basura de la Franja. El mar ahora huele, está sucio, ni siquiera sirve para nadar”. Al cuadro se agrega la desocupación, que entre los jóvenes supera el 60% e involucra también a cuántos no logran licenciarse, en cualquier campo de estudios. “Sin trabajo, se fatiga para vivir e ir adelante, a encontrar un pedazo de pan, un tomate-comenta Dakdouki-y cuando no se nutre bien, esto afecta al estado psicológico de las personas. Están desilusionados, deprimidos, hambrientos, y esto aumenta tantos fenómenos sociales no deseables, como la violencia, la agresividad, el suicidio”.
A causa del “tabú” sobre el suicidio no hay investigaciones ni datos oficiales sobre el número de suicidios entre los jóvenes. Sin embargo, para Dakbouki es claro que el fenómeno se está volviendo preocupante y se refiere sobre todo a los jóvenes entre los 16 y 25 años. “El suicidio es causa del estrés continuo-explica el psicólogo-los jóvenes están siempre en Gaza, nadie puede moverse ni viajar. La vida no cambia, los días se parecen siempre iguales. Se despiertan, están en sus casas y después se van a dormir. Salen sólo para hacer un paseo, una vuelta, pero siempre en el barrio. No hay nada que les interese, que los motive, que los lleve a vivir y a esperar. Cuando uno no tiene esperanza, piensa sólo en morir: ‘Si no tengo motivos o derecho para vivir una vida serena, ¿para qué existo?’ Por esto, delante del primer obstáculo afectivo, en el primer conflicto con los padres, en el trabajo, en una relación amorosa, apenas fracasa algo deciden poner fin a sus vidas”.
El sufrimiento psicológico no tiene que ver sólo con los adolescentes de Gaza, sino también con los pequeños. “Hay un dato según el cual el 90% de los niños de Gaza fue testigo de eventos traumáticos: explosiones, guerras, misiles, disparos. El 90% vio a algún otro muchacho asesinado, encarcelado, herido. Este ‘mundo de guerra’ está vivo en la mente de los niños. Por esto muchos de ellos tienen dificultades en el hablar, se orinan encima, son hiperactivos, estresados, el nivel de aprendizaje se reduce, no rinden más y hay tanta dispersión escolar. No se sienten protegidos, porque también sus padres, hermanos y hermanas mayores están dañados en los psiquis. Así permanecen solos, sin curaciones ni atenciones. A esto se agrega que faltan los artículos de primera necesidad nutricional: no hay leche, carne ni pescado. Esto daña al sistema nervioso. A los niños los ves en los campos de Gaza sin zapatos, mal vestido y se ve que están mal”.
“Por otro lado-continúa Dakdouki- faltan las estructuras, los centros psicológicos. No hay psicólogos suficientemente preparados para ayudarlo, no hay centros que hagan diagnósticos. Se espera que la situación empeore y al final se va para una terapia farmacológica a lo del psiquiatra, pero no a lo del psicólogo”.
“La ocupación, el asedio, la falta de paz-concluye- destruyen estas generaciones, matan sus sueños. Lo más grave es que los traumas tendrán efecto a través de los años: si aunque un día llegue la paz, estos disturbios de la personalidad y las huellas de estos sufrimientos irán adelante. La necesidad de curaciones psicológicas en Gaza es muy, muy urgente”.
