Gaza, diplomacia, energía: el dominio del dragón en Medio Oriente
En Beijing, Xi Jinping intervino en el Foro de Cooperación China-Estados Árabes. Estuvieron presentes los dirigentes de Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin. Intercambios amistosos, afinidad, solución de dos Estados para el conflicto palestino-israelí los puntos destacados por el presidente. Una muestra más de activismo en la región, en la conquista de espacios liberados por la progresiva retirada estadounidense.
Beijing (AsiaNews) - La guerra en Medio Oriente, en particular el sangriento conflicto en Gaza, no puede continuar «indefinidamente» en un marco en el que la justicia está «ausente», por lo que hoy es aún más urgente promover una conferencia de paz «con una amplia base» de participantes. Así lo subrayó el presidente chino, Xi Jinping, en su discurso de apertura del Foro de Cooperación China-Estados Árabes que se está celebrando en Beijing. Una oportunidad, para el anfitrión, de volver sobre el drama que se desarrolla en la Franja en detrimento de la población civil, primera víctima del conflicto entre Israel y Hamás. Sin embargo, el evento, al que asistieron el presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi, su homólogo emiratí el jeque Mohammed bin Zayed Al Nahyan y el rey de Bahréin Hamad bin Isa al-Khalifa, es una muestra del creciente interés -diplomático y económico- del dragón en la región.
En su discurso, el líder chino recordó los «intercambios amistosos» a lo largo de la «antigua Ruta de la Seda» del pasado, que se reflejan hoy en un «profundo sentimiento de afinidad» con el mundo árabe, con el que desearía una «mayor cooperación» en los planos financiero y tecnológico. Tras anunciar una segunda cumbre sino-árabe para 2026, Xi Jinping abogó por una conferencia de paz sobre el actual conflicto en Gaza que sea amplia y representativa de las realidades sobre el terreno. «La guerra -subrayó- no puede continuar indefinidamente, la justicia no puede estar ausente durante mucho tiempo y la solución de los dos Estados» no puede descartarse arbitrariamente, reviviendo la coexistencia de israelíes y palestinos que Beijing apoya desde hace tiempo.
A continuación, el presidente reiteró el apoyo de China a la creación de un Estado palestino independiente y abogó por una conferencia de paz «más autorizada y más eficaz» para la Franja. En este sentido, Xi Jinping afirmó que las relaciones entre China y las naciones del mundo árabe deberían ser un modelo para la paz y la estabilidad mundiales en una perspectiva de «equidad, justicia y consecución de una paz duradera». Dirigiéndose a los dirigentes de Bahréin, Egipto y Eau, les aseguró que Beijing seguirá apoyando la respuesta a la crisis humanitaria y la reconstrucción de Gaza tras el conflicto.
Hace poco más de un año, el dragón, cuyo activismo en Medio Oriente contrasta con un progresivo distanciamiento de Washington, durante mucho tiempo la potencia dominante, había celebrado la llamada «pax irano-saudí» con una reunión en la capital a nivel de ministros de Asuntos Exteriores. En el centro de la discusión entre el príncipe Faisal bin Farhan al Saud y Hossein Amir-Abdollahian (recientemente fallecido en el accidente del helicóptero en el que murió el presidente Ebrahim Raisi) se encontraban varios temas, entre ellos: cooperación y seguridad, vuelos directos y visados (también para peregrinos) con una nota final conjunta en la que se reafirmaba el objetivo de «ayudar a crear seguridad, estabilidad y prosperidad en la región». El refuerzo de la cooperación entre China, por un lado, y los dos principales actores del Golfo, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, por otro, es un signo de una evolución más amplia del marco geopolítico con implicaciones que van más allá de la región de Medio Oriente únicamente.
Las negociaciones en curso entre Beijing y Riad para la entrada saudí en los Brics, la agrupación de las economías emergentes del mundo formada originalmente por Brasil, Rusia, India y China, también encajan en esta perspectiva. A ellos se unió Sudáfrica, hasta la actual ampliación a nueve con la entrada de Egipto, Eau, Etiopía e Irán a partir del 1 de enero de 2024. A nivel oficial aún no hay ninguna decisión, pero para los expertos sólo sería cuestión de tiempo y estrategia, entre otras cosas porque hasta ahora el reino wahabí ha sido uno de los aliados más sólidos de Estados Unidos y socios en el G7. Por tanto, una entrada en los Brics podría dar una sacudida más a un orden mundial que hoy más que nunca está en discusión y resquebrajado por los numerosos escenarios de guerra y tensión, de Gaza a Ucrania, de Taiwán al Mar de China Meridional, sin olvidar África, que también está desde hace tiempo en el punto de mira de las empresas chinas.
Uno de los principales motivos que impulsan a Beijing a invertir en Medio Oriente es el de la energía, esencial para apoyar la industria nacional y el desarrollo económico, evitando recurrir a una producción nacional todavía demasiado vinculada al carbón, con las inevitables repercusiones sobre el medio ambiente. En esta perspectiva se inscribe la presencia china -además, como único competidor- en cinco licitaciones convocadas recientemente por Irak para la exploración de 10 yacimientos de petróleo y gas en el país. Las empresas chinas fueron las únicas (extranjeras) que se presentaron y obtuvieron las concesiones, para un total global de 29 proyectos destinados principalmente a aumentar la producción para uso interno.