Feldstein y los «Bibileaks»: rehenes israelíes de Hamás sacrificados en el altar de la guerra
En el asunto del colaborador de Netanyahu, de 32 años, se perfilan los contornos de un posible nuevo escándalo político y judicial. Al revelar información (falsa) a los medios de comunicación, el ayudante habría contribuido a descarrilar las negociaciones sobre los prisioneros y a pisar el acelerador del conflicto. Lapid ataca: el primer ministro es «incompetente» o «cómplice».
Jerusalén (AsiaNews) - Un nuevo escándalo político y judicial se cierne sobre el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, sobre quien ya se cierne un proceso con acusaciones de corrupción, fraude y abuso de poder actualmente «congeladas» por el cargo que ocupa -que le proporciona un escudo penal- y las guerras de Gaza y Líbano. El asunto es especialmente delicado, porque afecta indirectamente a los rehenes israelíes que siguen en manos de Hamás en la Franja y a las negociaciones en curso -con doble vínculo con el conflicto- para intentar liberarlos, mientras continúan las manifestaciones callejeras de sus familias. Y es gracias a la campaña de protestas que, de alguna manera, este último asunto también ha salido a la luz en toda su magnitud.
Según las reconstrucciones de estas horas, Eli Feldstein, miembro del personal de Netanyahu y antiguo colaborador del ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, fue detenido por revelar información que podría haber perjudicado las negociaciones sobre los rehenes. Al parecer, facilitó a dos medios de comunicación -el diario inglés Jewish Chronicle y el tabloide alemán Bild- un supuesto plan de Hamás en poder del gobierno israelí. Según la información -que luego resultó ser falsa-, el grupo palestino objetivo de la guerra en la Franja habría querido trasladar a Irán a las personas secuestradas en el atentado del 7 de octubre de 2023 a través de túneles secretos hasta Egipto.
El objetivo de esta filtración -cuya falta de fundamento obligó al diario británico a retirar el artículo e interrumpir la colaboración con el autor- habría sido corroborar la tesis de Netanyahu sobre la inutilidad de las negociaciones con Hamás. Y que, por el contrario, era necesario acelerar el alcance y la intensidad de las operaciones militares en un marco de escalada del conflicto, trasladando la responsabilidad del fracaso de las negociaciones al grupo palestino que controla la Franja. Desde este punto de vista, cabe recordar cómo el propio ejército israelí, al día siguiente de la publicación de los artículos, negó la veracidad de la noticia, atribuyendo la información a un funcionario de bajo nivel de Hamás sobre una estrategia -la del traslado de rehenes por el corredor de Filadelfia- obsoleta y poco fiable.
A pesar de los desmentidos, los artículos de prensa fueron recogidos por los diarios israelíes y tuvieron un amplio eco, y el propio Netanyahu los citó en reuniones del comité de seguridad insistiendo en la necesidad de intensificar la guerra. En la investigación iniciada por el Shin Bet (la agencia de inteligencia para asuntos internos) y que duró dos meses, surgieron las responsabilidades del portavoz de la oficina del primer ministro Eliezer Feldstein y de otras tres personas, que también están bajo arresto pero cuyos nombres se mantienen en secreto. El sospechoso -y los demás investigados- se enfrentan a penas de hasta 15 años de cárcel; sin embargo, la atención general se centra en el primer ministro y en la duda sobre cuánto sabía de todo este asunto que, inevitablemente, fue decisivo para el fracaso de las negociaciones sobre los rehenes y la intensificación de las operaciones militares.
Feldstein, de 32 años, era oficial de la unidad de portavoces del ejército y actuaba como enlace de prensa del batallón religioso Netzah Yehuda y de la división destacada en Cisjordania. Según el sitio de noticias Ynet, también era oficial de operaciones en la unidad de portavoces de las FDI, el primer ortodoxo que ocupaba este cargo. Tras ser licenciado del ejército, el nativo de Bnei Brak -ciudad al este de Tel Aviv- trabajó durante un breve periodo como portavoz del jefe de Otzma, Yehudit Itamar Ben Gvir.
Salvo el nombre del «topo» y algunos detalles más, la mayoría de los elementos de este asunto -de implicaciones imprevisibles- siguen siendo secretos por razones de seguridad, mientras que el gobierno israelí le quita importancia afirmando que no tendrá repercusiones sobre la guerra. Y sobre el futuro político de la coalición que dirige el país, aunque acabe alimentando el descontento de las familias de los rehenes sobre cuyo destino, una vez más, la dirección del gobierno y el propio Netanyahu parecen haber «jugado» para perseguir sus propios intereses. La sospecha, o quizá algo más que una sospecha, es que el círculo dirigente ha actuado para desbaratar un posible acuerdo sobre los rehenes con el fin de proseguir, y reforzar mediante la apertura del frente norte en Líbano, la campaña militar.
Entre las voces más críticas que han surgido en las últimas horas sobre el escándalo «Bibileaks», apodo con el que se identifica al primer ministro israelí, está la del líder de la oposición, Yair Lapid, para quien el jefe del Ejecutivo es «incompetente» o «cómplice» de un grave asunto de «seguridad». En cualquier caso, arremetió en una rueda de prensa conjunta con el líder del Partido de Unidad Nacional, Benny Gantz, «no está cualificado para dirigir el Estado de Israel en la guerra más difícil de su historia». Comentando las revelaciones del tribunal de Rishon Letzion, que había desvelado el nombre del principal acusado (Eli Feldstein) revelando su identidad, Lapid criticó entonces duramente el intento del primer ministro de defenderse, afirmando que no tiene «ninguna influencia ni control sobre el sistema que dirige».
«Este caso», continuó el líder de la oposición, »salió de la oficina del primer ministro y la investigación debería comprobar si no fue a instancias del propio primer ministro. Y si Netanyahu estaba al corriente de la información secreta transmitida a los periódicos, se ha hecho «cómplice de uno de los más graves delitos contra la seguridad. [Y] si no sabía que sus ayudantes cercanos estaban robando documentos, operando como espías en el IDF [ejército israelí], falsificando documentos, exponiendo fuentes de inteligencia y pasando documentos secretos a periódicos extranjeros para detener el acuerdo de los rehenes, ¿qué sabe él?», concluye Lapid.