Falleció Pavlovsky, el ideólogo del 'putinismo democrático'

de Vladimir Rozanskij

Fue el gran inspirador de los dos primeros mandatos presidenciales del "zar" ruso. Suyo es el modelo de la "democracia imperial" del presidente ruso. Quedó al margen del poder por oponerse a la permanencia de Putin en el cargo.

Moscú (AsiaNews)- Falleció a los 72 años, tras una larga enfermedad, el politólogo Gleb Pavlovsky, uno de los principales ideólogos de los primeros años de Putin. En nombre de la familia, comunicó la noticia su amigo Simon Kordonskij, profesor de la Escuela Superior de Economía. El académico fue el gran inspirador de los dos primeros mandatos presidenciales a principios de la década de 2000, al finalizar los cuales Putin debería haber terminado su función preeminente, dejando espacio para un recambio en el poder.

A mediados de 2000, durante el primer año de la presidencia de Putin, Pavlovsky había propiciado la creación del partido "Rusia Unida", acompañado por un dinámico movimiento juvenil cercano al Kremlin. Era un modelo de "democracia imperial" que resumía la necesidad de un gobierno fuerte y la "verticalidad del poder", términos que elaboró para encontrar una síntesis entre la tradición absolutista y la gran diversidad étnica, social e incluso política de Rusia.

El régimen lo dejó de lado en 2011, cuando se preparaba el regreso de Putin como jefe de Estado para un tercer mandato. Tras el intervalo de Medvedev, Pavlovsky abogaba en cambio por un segundo mandato del "delfín", a quien trataba de vestir con los ropajes del político moderado en sus frecuentes y muy seguidas intervenciones en la prensa nacional.

El politólogo provenía del movimiento de disidencia antisoviético y se hizo famoso en 1974, cuando se negó a confirmar ante el tribunal las acusaciones de la KGB contra su conocido Vjaceslav Igrunov, arrestado por difamar al régimen soviético. Al principio, Pavlovsky colaboró con los servicios secretos, pero después declaró que lo habían obligado a proporcionar información y que ya no estaba dispuesto a someterse.

En Moscú se convirtió en editor de la revista Investigaciones (Poiski), actividad que le costó ser arrestado en 1982. Las autoridades volvieron a sonsacarle información sobre otros disidentes, pero se limitó a los que ya habían salido del país. Enviado al exilio interno en la región de Komi, regresó a la capital al comienzo de la perestroika de Gorbachov, y se convirtió en uno de los primeros colaboradores del futuro presidente Boris Yeltsyn. Conoció al filántropo estadounidense George Soros, quien financió el programa de la "Sociedad Civil" para favorecer la difusión de la tecnología informática que en la década de 1990 estaba comenzando a cambiar el mundo.

Junto con el empresario Vladimir Yakovlev fundó después la cooperativa periodística El Hecho (Fakt), de la que salió una de las publicaciones más autorizadas de la información rusa, el diario Kommersant, que a su vez se convirtió en uno de los principales referentes de los medios de todo el país. Decidió entonces dedicarse a la nueva ciencia de la "polittekhnologija", la politología científica, para ofrecer a todos las herramientas necesarias para comprender y participar en la vida pública.

Su Fundación para una Política Eficaz apoyó la campaña electoral de Yeltsin en 1996, aumentando considerablemente un consenso que parecía muy incierto y contribuyendo decisivamente a su victoria sobre el comunista Gennadij Zjuganov. Su iniciativa logró unir a los principales oligarcas con los siloviki, los "hombres del aparato de seguridad", sentando las bases para el sistema que luego encarnará Putin, a quien el propio Pavlovsky contribuyó a elegir como primer ministro y luego sucesor del presidente.

Progresivamente excluido de los pasillos del poder, siguió trabajando mientras tuvo fuerzas para monitorear e informar sobre los desarrollos de la política rusa y sus posibles evoluciones y viviendo entre Moscú y Austria. Era muy respetado, pero visto con recelo por todas las orientaciones políticas y la misma opinión pública, debido a su cercanía al poder pero también a su libertad de crítica. Las últimas palabras suyas que se recuerdan, incluso antes de la catástrofe de la guerra, fueron que, “cuando se toca fondo, es el momento de esperar lo peor”.