Faisalabad, el 'milagro' de la libertad para los deudores de las fábricas de ladrillos
Asma Bibi, de 26 años, y su esposo Munawar Masih, de 28, hablan sobre la miseria y la esclavitud de la vida en una fábrica de ladrillos. Alegría y gratitud por el pago de su deuda gracias a la campaña AsiaNews. Ahora sus tres hijos podrán ir a la escuela y tener una casa con baño.
Faisalabad (AsiaNews) - “¡Sí, los milagros existen! Si una familia pide prestado al dueño de la fábrica de ladrillos, esa familia solo puede pagar la deuda si ocurre un milagro. ¡Hoy soy testigo de un milagro! ¡Gracias a todos los que nos ayudaron a recuperar la libertad!”. Estas fueron las palabras de Asma Bibi, de 26 años, esposa de Munawar Masih, de 28, cuando su deuda fue pagada gracias a la campaña que lanzó AsiaNews en diciembre del año pasado.
Inicialmente la campaña solo estaba destinada a proporcionar alimentos y ropa para el invierno a 52 familias que trabajan en fábricas de ladrillos de Kamalpur. La misseria, las enfermedades, la temporada de las lluvias y la pandemia impidieron que estas personas pudieran trabajar y se vieron obligadas a endeudarse con sus propios patrones De esa manera ellos disponen de mano de obra barata durante muchos años. Para pagar sus deudas, todos los miembros de la familia se ven obligados a trabajar - incluso los niños, que no pueden asistir a la escuela - y viven como esclavos.
Cuando conocieron su situación, algunos lectores de AsiaNews, dijeron que estaban dispuestos a cubrir toda la deuda que las 52 familias habían contraído con sus patrones. El 4 de marzo se pagó la deuda de 12 familias; el 1 de marzo ya se habían liquidado las de siete familias.
Ellos están llenos alegría y gratitud. Munawar Masih, padre de tres hijos (ver foto), confiesa a AsiaNews: “En primer lugar quiero dar gracias a Dios que hoy nos ha sacado de la esclavitud. Trabajo en la fábrica de ladrillos desde hace 5 años; tengo tres hijos, un varón y dos niñas, pero ninguno va a la escuela. El préstamo que le pedí a mi patrón fue de 50 mil rupias [unos 270 euros]. Necesitaba comprar algunas cosas para la casa y comida durante los meses de Covid [cuando la fábrica está cerrada, ndr]. Pero aunque trabajamos duro, nunca pudimos saldar nuestra deuda. Vivimos en una casa pequeña de una sola habitación, sin baño. Es del dueño de la fábrica de ladrillos. Nos obliga a trabajar cuando nos sentimos bien, pero también cuando estamos enfermos. Y estamos obligados a trabajar porque le debemos dinero”.
“Hoy, gracias a ustedes, puedo pagar la deuda a mi patrón. Podré alquilar una casita con baño, para que mi esposa y mis hijos no tengan que recibir el enojo de los dueños de los campos donde se ven obligados a hacer sus necesidades. Ahora, cuando la gente nos mire, podrá decir: Vean, eran esclavos en las fábricas de ladrillos, pero ahora están viviendo sus vidas en libertad. Para el futuro veo mucha serenidad: mis hijos podrán ir a la escuela, nadie podrá obligarlos a trabajar con los ladrillos. Ya nadie nos insultará; después de pagar la deuda, seremos iguales en dignidad y respeto con nuestro patrón. En verdad, con toda humildad, doy gracias al pueblo de Dios que escuchó nuestra voz y nos devolvió la libertad”.
Para Asma Bibi, su esposa, la cancelación de la deuda también tendrá efectos positivos. “Es algo que da frutos a lo largo de las generaciones. Llevo 5 años trabajando con los ladrillos, pero conozco a muchas familias que han trabajado allí durante generaciones precisamente porque nunca podrán saldar su deuda. Para los pobres no hay dignidad ni respeto, y si un pobre tiene una deuda, eso lo hace más vulnerable todavía. Trabajé en la fábrica de ladrillos incluso durante mi embarazo, porque nos obligan a hacerlo. Criar a tres hijos y trabajar en ladrillos no es una tarea fácil. Como somos pobres, no podemos enviar ni siquiera a uno de nuestros hijos a la escuela, apenas podemos conseguir lo necesario para comer, ¿cómo podríamos pagar los gastos de la escuela?
Aquí en la fábrica cada familia tiene una historia patética y la situación de las mujeres es aún peor. Cada día nos sentimos morir al ver a nuestros hijos cada vez más pobres, y su futuro condicionado a trabajar en la fábrica de ladrillos. Ningún padre o madre quiere ver que sus hijos son esclavos. Hicimos todo lo posible para pagar la deuda, pero la estación de las lluvias, el invierno y la pandemia obligaron a cerrar la fábrica. Si una familia pide prestado al dueño de la fábrica de ladrillos, esa familia solo puede pagar la deuda si ocurre un milagro. ¡Y los milagros existen! ¡Hoy soy testigo de un milagro! ¡Gracias a todos los que nos ayudaron a recuperar la libertad!”.
17/12/2016 13:14
24/05/2017 11:25