Estado de Shan, más muertos por la incursión del ejército en una aldea
Precisamente el día que el Papa Francisco hizo un nuevo llamado a la paz, la fuerza aérea birmana volvió a lanzar sus represalias contra la Operación 1027. En este momento hay casi 30.000 desplazados internos hacinados en tiendas de campaña en la frontera con China. La catedral de Lashio también abrió sus puertas para acoger a los refugiados que huyen de las zonas de combate.
Milán (AsiaNews/Agencias) - Precisamente el mismo día en que el Papa Francisco desde la Plaza de San Pedro volvió a llamar a la oración por la "querida población de Myanmar, que desgraciadamente sigue sufriendo a causa de la violencia y los abusos", el ejército birmano volvió a lanzar un ataque aéreo contra una aldea en el Estado de Shan, en el noreste del país, que mató a dos personas, entre ellas un niño. Mientras tanto, se agrava la crisis humanitaria, con casi 30.000 desplazados internos alojados en tiendas de campaña improvisadas cerca de la frontera entre China y Myanmar, en el municipio de Laukkaing.
Según informaron fuentes locales a Radio Free Asia, alrededor de las 22 horas del domingo 19 de noviembre, mientras la gente dormía, se produjo un nuevo ataque aéreo, esta vez en la aldea de Myo Thit, en el municipio de Namhsan. Fue un ataque inesperado porque no se habían producido enfrentamientos en la zona. Las explosiones dañaron 23 viviendas y dejaron una decena de heridos y dos víctimas.
El conflicto en el Estado de Shan se ha intensificado en las últimas semanas con la Operación 1027 que lanzó la alianza de tres milicias étnicas de la oposición contra la Junta militar a finales de octubre. La ofensiva arrebató algunos territorios importantes al ejército birmano, que responde con estas represalias indiscriminadas.
Desde hace algunos días, además, las fuertes lluvias están complicando la vida de las personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares. La emergencia humanitaria moviliza a la comunidad cristiana local. Según informa la agencia UcaNews, al menos 600 personas se refugiaron en la catedral y en un centro educativo de Lashio, tras huir de las regiones donde se libran los combates entre el ejército y los grupos rebeldes. Cientos de personas más se refugiaron también en iglesias bautistas y monasterios budistas de la ciudad de Lashio. Los equipos diocesanos se movilizan para prestar ayuda a través de los sacerdotes de las parroquias locales, en zonas a las que es imposible llegar debido a la violencia reinante.
“Los sacerdotes se mantienen cerca de sus feligreses y las personas cocinan y rezan juntas - declaró en estas horas, bajo anonimato, un sacerdote birmano a la agencia Eglise d'Asie -. Aquí acogemos a los refugiados, ayudamos a todos. No podemos expresarnos abiertamente, pero podemos ayudarlos. Los católicos están fuertes en su fe. Son muy religiosos. Son fervientes, rezan juntos y se ayudan unos a otros", explica. "Todos queremos la libertad”.
"El mundo no comprende el sufrimiento de nuestro pueblo. En su propaganda, los militares afirman que protegen la unidad del país, pero saquearon los recursos en nombre de la unidad y hoy el pueblo es pobre - sigue diciendo el sacerdote a la agencia de las Missions Etrangères de Paris -. La única salida es un sistema federal. La gente está empezando a prepararse. Setenta años de guerra han empobrecido el país. ¿Pueden imaginar cómo sería hoy si no hubiera guerra?".
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