Entre pastores, mujeres y niños, la creatividad de la caridad de la Iglesia en Mongolia
Esta noche el Papa Francisco comienza su histórico viaje al país de las estepas. El testimonio de la Hna. Anne Wangeci Waturu, de Kenia, directora de Cáritas Mongolia: "Intentamos responder a las necesidades específicas de un pueblo que vive condiciones sociales y climáticas peculiares". Las obras también incluyen la ayuda para proteger el ganado y los huertos familiares de las consecuencias del cambio climático.
Ulán Bator (AsiaNews) - En Mongolia, el dzud es un invierno extremadamente frío y con intensas nevadas que provoca la muerte de muchísimas cabezas de ganado, con consecuencias críticas para las comunidades de pastores nómadas de las estepas que dependen de las ovejas y cabras, vacas y camellos para su supervivencia. Precisamente un dzud entre 1999 y 2000 que exterminó cerca de tres millones de animales, impulsó a la pequeñísima Iglesia católica local a crear la red de ayuda social que, diez años más tarde, se convirtió oficialmente en Cáritas Mongolia. Hoy esta estructura apoya a miles de personas a través de diversos proyectos tanto en zonas rurales como urbanas.
La organización tiene su sede principal en el distrito de Bayanzurkh de la capital, Ulán Bator, y actualmente está dirigida por una religiosa proveniente de Kenia, la hna. Anne Wangeci Waturu, misionera de la Consolata que llegó al país en 2016. El relato de la hna. Anne sobre las iniciativas que coordina coincide perfectamente con la imagen de la Iglesia "pequeña en número, pero viva en la fe y grande en la caridad" que evocó el Papa Francisco en el Ángelus del domingo pasado, con vistas al viaje que comenzará esta tarde y lo llevará a ese país desde mañana hasta el 4 de septiembre.
"Tratamos de responder a las necesidades específicas de un pueblo que vive condiciones sociales y climáticas peculiares", explica la religiosa de 43 años, que coordina a treinta empleados y más de 120 voluntarios en un contexto en el que hay 1.500 católicos en total. "Aunque Mongolia está creciendo, todavía hay un amplio segmento de la población que permanece al margen de este desarrollo, empezando por los habitantes de las vastas zonas de la capital donde las familias emigradas de las estepas viven en las ger, las tradicionales tiendas de lona, en condiciones durísimas, sobre todo en invierno, cuando las rígidas temperaturas reducen las oportunidades de empleo, por ejemplo en la construcción o en el sector turístico, y aumenta la necesidad de combustible para calefacción". Es precisamente en estas zonas desfavorecidas donde Cáritas, en coordinación con las administraciones locales, distribuye alimentos y artículos de primera necesidad a la gente.
La guardería infantil que se abrió en la zona ger de Bayanhushu recibe a los niños de familias necesitadas, a menudo madres solteras: "Acogemos a treinta niños durante todo el día, en un edificio nuevo y bien calefaccionado, y hemos creado una biblioteca donde cuarenta niños de entre 6 y 12 años vienen a hacer los deberes y a leer, y reciben una comida caliente". No sólo eso: "También tratamos de responder a las necesidades sanitarias y dentales, a veces con la ayuda de médicos voluntarios que nos ofrecen su disponibilidad", añade la hermana Anne.
En el mismo edificio Cáritas ha creado una sala para un taller de costura, donde las mujeres reciben formación profesional con la perspectiva de iniciar pequeños emprendimientos que generen ingresos. Otro programa se ocupa de la rehabilitación de presos, en particular con miras a una paternidad positiva: "Lamentablemente las situaciones de violencia en la familia son frecuentes", explica la misionera.
También es crucial el compromiso en el campo, donde el cambio climático está haciendo más frecuente precisamente el fenómeno del dzud, que por lo general se produce después de temporadas de verano inusualmente secas, durante las cuales los animales no pueden alimentarse lo suficiente para afrontar los largos inviernos. "Ante las emergencias, proporcionamos alimentos para las personas y su ganado, y ayudamos a prevenir la mortandad en los rebaños entregando pesadas mantas de piel para los animales más frágiles. Gracias a la ayuda de algunas Cáritas de otros países hemos podido llegar a trescientas familias, entre Bulgan y la provincia de Khovsgol, en el norte". Son ayudas cada vez más urgentes a la luz de la creciente desertificación, que contribuye al hambre del ganado.
Uno de los proyectos más estratégicos, desde el punto de vista de la sostenibilidad ambiental y la seguridad alimentaria, es el apoyo a la agricultura mediante invernaderos y huertos familiares en las zonas periféricas. "Los habitantes de Mongolia no son tradicionalmente agricultores, y en el campo la dieta no incluye verduras - explica la hna. Anne -, pero el cambio climático, además de las razones de salud, hacen que sea importante cambiar estas costumbres. Por eso enseñamos a cultivar hortalizas, pero también a conservarlas, a evaluar la calidad del suelo y a utilizar los residuos domésticos como fertilizante". Ya hay trescientas familias que están recibiendo una formación agrícola y nutricional en Ulán Bator, Bulgan y Töv, pero también en las provincias de Gobi-Altaj, en la frontera sur con la región china de Xinjiang, y en la pintoresca zona de Uvukhangai. Un compromiso que abarca las estepas, la taiga y la populosa periferia urbana de la capital, de una Iglesia minúscula pero en primera línea en los desafíos que afronta la Mongolia de hoy.
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