En el drama de los Rohingya el gobierno birmano quiere censurar al Papa y al Card. Bo
Yangon (AsiaNews) - El gobienro birmano quiere censurar al Papa Francisco y al Card. Charles Bo, buscando impedir el uso del término “Rohingya” para identificar a la minoría musulmana del Estado de Rakhine, en el oeste de Myanmar, que desde hace años es objeto de abusos y persecuciones. El pontífice argentino fue uno de los pocos líderes mundiales que habló, y que más retomó, el drama de la minoría musulmana en Myanmar, usando el término “Rohingya”para referirse a ella, considerado impopular en las altas esferas de gobierno de Naypyidaw. En un país que se prepara para las elecciones generales el próximo 8 de noviembre, en medio de tensiones confesionales, leyes raciales liberticidas y conflictos étnicos, se vuelven cada vez más evidentes los signos de una progresiva marcha atrás en los derechos humanos, civiles y políticos, que fueran prometidos en el pasado, luego de decenios de una dictadura militar feroz.
La cuestión que se menciona se remonta a días pasados, en la víspera de la partida a Roma del arzobispo de Yangon y primer cardenal en la historia de la Iglesia de Myanmar, para participar en el Sínodo de la Familia. De acuerdo a lo informado por el diario birmano Mizzima News, algunos funcionarios del Ministerio de Asuntos Religiosos birmano se acercaron al cardenal, pidiéndole que no utilice la palabra “Rohingya” en presencia del Papa Francisco, en las audiencias y durante los trabajos en el Vaticano.
En la entrevista el purupurado refirió que el Ministro “quería encontrarse conmigo, pero hasta ahora no lo he visto”. El arzobispo de Yangon confirma, sin embargo, un encuentro cara a cara con algunos representantes del decasterio, en relación a la denominación de las personas de la etnia ‘Rohingya’. “Cuando se usa la palabra Rohingya - prosigue -, la gente la identifica con los ciudadanos del Estado de Rakhine, y es justamente ésta la corrispondencia que quieren evitar. Por esto alientan a usar el término Bengalí o musulmán del Estado de Rakhine”.
El Card. Bo habla de una situación “crucial” y espera que el problema sea resuelto “antes de que se prolongue por mucho tiempo” y se convierta en “fuente de ulterior violencia” y “de una preocupación de tipo terrorista” para la comunidad internacional. Frente a la pregunta de si usará o no el término “Rohingya” en presencia del Papa, el purpurado respondió que podría llegar a usarlo para indicar la “controversia”, pero para definir a las personas usará la expresión “musulmanes del Estado de Rakhine” a causa “de la extrema sensibilidad del tema”. Él aclaró, sin embargo, que se niega a usar el término “Bengalí” que fuera aprobado por el gobierno, porque la realidad es que las familias viven en el territorio del actual Myanmar hace ya más de un siglo.
Este intento de censura por parte del gobierno birmano confirma una vez más el clima de tensión étnica y sectaria que caracteriza a Myanmar recientemente. Las leyes polémicas deseadas por extremistas budistas (matrimonios mixtos, conversiones, adulterio, poligamia) están empezando a alimentar los primeros efectos negativos. Según fuentes de AsiaNews en familias mixtas, donde uno de los padres es budista y la otra católica, desde hace algunas semanas se han suspendido las clases de catecismo y no se les da los sacramentos a los niños. También bloquean las nuevas celebraciones de los matrimonios mixtos, con los obispos temerosos de las posibles repercusiones, mientras que aumentan los problemas en las parejas ya casadas.
Recientemente, un convento de monjas fue atacado y devastado, porque estaba (a su pesar) en una historia en las noticias. Un muchacho de 14 años de edad, (budista) huésped en un orfanato habría matado a un niño de sólo cuatro años (también de familiares budistas). Los habitantes de la ciudad de Nyaungwon rodearon el monasterio y destruyeron todo, lo que obligó a las monjas a huir; de nada ha servido, hasta ahora, un llamamiento a la calma lanzado por los obispos. Un testigo dice que, en este clima, "ya no es posible" para la comunidad católica "proporcionar ayuda y asistencia a los pobres, si son budistas". A esto se suma entonces el riesgo de ser acusados de conversión forzada, alojamiento en escuelas e instituciones católicas de jóvenes de otras religiones. "La situación - dijo la fuente, en el anonimato por razones de seguridad - es cada vez más difícil”.
Detrás de esta escalada de la tensión sectaria y étnica hay un movimiento extremista budista, que opera - de acuerdo a los bien informados - con la aprobación de las más altas autoridades políticas y las instituciones del país, en particular los militares que siempre ha sido el fuerte poder real en Myanmar. Un clima de miedo y tensión que asusta a los mismos budistas, muchos de los cuales se oponen a las leyes aprobadas recientemente [con el voto a favor del principal partido de oposición, la Liga Nacional para la Democracia (Nld) de Aung San Suu Kyi].
Para agravar la situación la elección del gobierno para liberar de las cárceles los delincuentes comunes, criminales, asesinos, mientras que mantiene a los presos políticos tras las rejas, decenas siguen encerrados en la cárcel. Según fuentes de AsiaNews detrás de esta estrategia de la tensión está las elecciones de noviembre, con los militares y el gobierno tratando de disuadir a la gente de votar, mientras se registran ya los primeros episodios de fraude (listas falsas, votantes ausentes, los muertos incluidos entre los posibles votantes). "Todos estos movimientos tienen un propósito - concluye la fuente – evitar la victoria popular del Partido de Aung San Suu Kyi. El régimen quiere dividir a la gente, para continuar en el poder.