En Andong, los católicos festejan los 50 años de la diócesis
Con 51.909 fieles, es la circunscripción eclesiástica más pequeña de Corea. Los primeros cristianos, que llegaron al área a principios del siglo XIX, eran refugiados huyendo de la persecución. El obispo emérito, Mons. René Dupont (MEP) llegó al lugar en 1969, con la tarea de hacer crecer siete parroquias vacías y la ayuda de unos pocos sacerdotes. Andong es una diócesis eminentemente rural y se ha visto particularmente afectada por el fenómeno del envejecimiento de la población.
Seúl (AsiaNews/EdA) – El 26 de junio pasado, todas las parroquias de Andong se reunieron para celebrar el 50º aniversario de las diócesis más pequeña de Corea del Sur. Los festejos estuvieron presididos por el obispo local, Mons. John Chrisostom Kwon Hyok-ju, y tuvieron lugar en un gran gimnasio, alquilado para la ocasión. Allí se dieron cita cientos de fieles -que hubieran resultado demasiados para la catedral de la Inmaculada Concepción- y casi la totalidad de los 91 sacerdotes que sirven en la diócesis.
Las celebraciones se inauguraron con una filmació que rinde un homenaje al obispo emérito de Andong, Mons. René Dupont, de la Sociedad para las Misiones Extranjeras de París (MEP). El prelado llegó a Corea del Sur en 1969, con la tarea de hacer crecer siete parroquias vacías (hoy, son 39) y la ayuda de unos pocos sacerdotes. “¡Andong ha cambiado tanto en 50 años!”, recordó. “Hoy hay 51.909 católicos en la diócesis [casi el 7% de la población]. Todos se conocen. De hecho, Andong es la diócesis más pequeña de Corea. Las personas están felices de venir aquí, pues el clima es muy cordial”.
Unos actores transformaron el centro del gimnasio en un escenario, donde desplegaron los principales acontecimientos de la presencia cristiana en Andong. A principios del siglo XIX, los primeros cristianos que se instalaron en el área eran refugiados que huían de la persecución. Por miedo a ser descubiertos y condenados a muerte, vivían en comunidades perdidas en medio de las montañas. Muchos de ellos se volvieron mártires (en 1815, 1827 y sobre todo, en 1866). Solo luego del tratado franco-coreano firmado en 1886, que reconoció la libertad religiosa, los cristianos pudieron dejar sus escondites y volver al territorio de intelectuales confucianos, monjes budistas y chamanes. Sin embargo, el miedo a que se produjera un cambio de régimen y el recuerdo de las persecuciones los empujó a seguir siendo discretos. Las primeras olas de evangelización tuvieron lugar a partir de 1953, después de la Segunda guerra mundial y de la de Corea.
“En Corea, el catolicismo aún tiene cierta vitalidad”, declara el anciano padre Carolo Charles Lee Yeong-gil, un sacerdote de la diócesis de Andong que ahora desarrolla su obra pastoral en Le Mans, Francia. “Hay 5 millones de católicos sobre un total de 50 millones de personas, y se celebran cien mil bautismos de adultos por año. Es que justamente en los tiempos que corren, las cosas están cambiando mucho. Cada vez hay menos vocaciones, sobre todo en la zona rural, donde el envejecimiento de los cristianos [se constata] de un modo más pronunciado. Andong es una diócesis eminentemente rural y esta tendencia la afecta de manera particular. “Desde la fundación de la diócesis, la evangelización se volcó ante todo al mundo agrícola”, prosigue el Padre Carolo. “Los agricultores católicos de Andong siguen siendo muy activos, pero los jóvenes van a la ciudad para encontrar trabajo o asistir a la escuela”.
Al término del espectáculo, se celebró una misa solemne de acción de gracias, oficiada por Mons. Kwon. P. Gilles Reithinger, superior general de las MEP, quien, durante la homilía, recordó el lazo profundo entre la Sociedad misionera y la evangelización en Corea. “Hace doscientos años -explicó-, en respuesta a un pedido de los primeros cristianos coreanos, el Papa León XII le encomendó el país a las misiones extranjeras de París. El Papa Gregorio XVI designó a Mons. Bruguiere como primer vicario apostólico de Corea. Entre los 103 santos coreanos, hay 10 sacerdotes de las MEP: Mons. Imbert y los padres Maubant y Chastan, luego, Mons. Berneux, Mons. Daveluy y los padres de Bretennières, Dorie, Beaulieu, Huin y Aumaître. De los 170 sacerdotes que fueron enviados a Corea, muchos más fueron mártires, [y fallecieron] por enfermedad o agotamiento. Doce fueron asesinados durante la Guerra de Corea. A decir verdad, los misioneros cargaron con la misma cruz de los cristianos coreanos”.
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