El primer ministro camboyano Hun Sen a Kiev: 'No importen bombas de racimo'
Junto con Laos y Vietnam, Camboya sigue sufriendo los efectos devastadores de las minas que quedaron sin explotar. Tanto Rusia como Ucrania ya han utilizado este tipo de armamento, el cual Biden anunció que quiere suministrar a Kiev. Pero Human Rights Watch recordó que China e Rusia también están "investigando y desarrollando activamente nuevos tipos de municiones de racimo".
Phnom Penh (AsiaNews) - El primer ministro camboyano Hun Sen instó a Ucrania a no utilizar bombas de racimo después de que Estados Unidos confirmara que enviaría a Kiev un paquete de ayuda militar de 800 millones de dólares con este tipo de armamento para la guerra contra Rusia. Varios grupos humanitarios criticaron en los últimos días la decisión del presidente estadounidense, Joe Biden, alegando que estos residuos bélicos pueden permanecer décadas sin explotar.
"La utilización de bombas de racimo en las zonas ocupadas por Rusia en el territorio de Ucrania supondría el mayor peligro para los ucranianos durante varios años, hasta un siglo", tuiteó ayer Hun Sen, citando la "dolorosa experiencia" de Camboya, donde las municiones que lanzaron los estadounidenses a principios de la década de 1970 causaron y siguen causando decenas de muertos y heridas graves con mutilaciones. "Hago un llamado al presidente estadounidense, como proveedor, y al presidente ucraniano, como receptor, para que no utilicen bombas de racimo en la guerra, porque las verdaderas víctimas serán los ucranianos", reiteró el premier-dictador en el poder desde 1985.
Junto con Laos y Vietnam, Camboya es uno de los países más minados del mundo después de que Estados Unidos lanzara millones de bombas en las décadas de 1960 y 1970 en un intento de atacar las bases comunistas durante la guerra de Vietnam. Sólo en Laos se lanzaron 260 millones de bombas entre 1964 y 1973. Hasta la fecha, menos del 0,5% han sido desminadas.
El Presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, aseguró que se minimizarán los riesgos para la población civil, pero será una promesa muy difícil de cumplir, dada la imprevisibilidad del arma. Las bombas de racimo son artefactos diseñados para explotar en el aire que en su interior contienen una serie de municiones más pequeñas fabricadas para esparcirse por una zona muy amplia, y, a su vez, explotar al entrar en contacto con el suelo. O al menos deberían hacerlo: según el Comité Internacional de la Cruz Roja, incluso en conflictos recientes, el 40% de las municiones queda sin explotar, lo que aumenta los riesgos para la población civil y causa una "destrucción indiscriminada" que viola el derecho internacional humanitario.
En Camboya, sólo en los últimos 40 años, al menos 20.000 personas han muerto por haber pisado minas sin explotar. En Laos, al menos 11 mil. En el 60% de los casos las víctimas realizaban actividades cotidianas normales y un tercio eran menores de edad, según diversos datos. Sin embargo, un informe del año pasado del grupo de seguimiento Cluster Munition Coalition reveló que en 2022 el 97% de las víctimas eran civiles y el 66% niños.
En enero, un grupo de zapadores ucranianos visitó campos de minas camboyanos. En el conflicto entre Rusia y Ucrania ya se utilizaron bombas de racimo en ambos frentes el pasado otoño (ampliamente por Moscú, más limitadamente por Kiev), causando decenas de muertos incluso entre los no combatientes. Los bombardeos rusos alcanzaron infraestructuras médicas y civiles y mataron a más de 200 personas. Según las investigaciones realizadas en la ciudad de Izium, los ataques ucranianos con bombas de racimo entre marzo y septiembre de 2022, durante la ocupación rusa, causaron al menos 8 muertos civiles y 15 heridos, pero según los testimonios recogidos por Human Rights Watch las cifras reales son mucho más elevadas.
Kiev ha utilizado hasta ahora municiones de fabricación turca. En la actualidad, la fabricación de bombas de racimo se concentra principalmente en Asia: según la Cluster Munition Coalition, los principales países productores son Brasil, China, Egipto, Corea del Norte, Corea del Sur, Estados Unidos, Grecia, India, Irán, Israel, Pakistán, Polonia, Rumanía, Rusia, Singapur y Turquía. Más de 120 países han firmado la Convención sobre Municiones en Racimo, que prohíbe el uso, producción, transferencia y almacenamiento de este tipo de armamento. Sin embargo, Rusia, Ucrania, Estados Unidos, así como China, India y Pakistán, se han negado a firmar el tratado.
Hasta ahora, Rusia ha utilizado viejos arsenales y bombas de racimo de nuevo desarrollo en Ucrania, y también readquirió varios pedidos de armas que les había vendido a India y a la junta militar golpista de Myanmar.
Human Rights Watch señaló que China e Rusia "están investigando y desarrollando activamente nuevos tipos de municiones de racimo". China no ha hecho comentarios sobre el uso de las bombas de racimo contra civiles en Ucrania, pero en mayo de 2022, como señaló un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, condenó el uso de este tipo de armas por parte de Estados Unidos en el Sudeste Asiático. China ha declarado en repetidas ocasiones que nunca utilizó municiones de racimo en ningún lugar del mundo, pero reconoció que las produce, almacena y exporta, aunque no hay transparencia sobre las transferencias chinas. "No exportamos productos militares a países sujetos a embargos y sanciones del Consejo de Seguridad y no suministramos armas a actores no estatales o individuos", había afirmado Beijing en 2019. Sin embargo, hasta ahora se han recuperado restos de origen chino en Irak, Israel, Líbano y Sudán.