El post-Raisi y el desafío a los conservadores de Teherán
Precisamente hace pocos días el ex presidente Rouhani volvió a criticar duramente la exclusión de los reformistas de las elecciones, cuestionando la "representatividad" de las instituciones de la República Islámica. Sólo el 8% de los electores de Teherán votaron en la segunda vuelta de las elecciones para nuevos diputados. Ahora, tras la muerte de Raisi en un accidente aéreo, la cuestión volverá a plantearse con la elección del nuevo presidente que, según la Constitución, se debe convocar en un plazo de 50 días.
Teherán (AsiaNews/Agencias)- La muerte repentina del presidente iraní Ebrahim Raisi en el accidente de su helicóptero, ayer por la tarde, está destinada a reabrir el conflicto político en la República Islámica. Tan sólo unos meses atrás se había celebrado la última votación, en la que el electorado de Teherán expresó su descontento con la línea adoptada por los conservadores utilizando la única herramienta a su alcance: la abstención.
Hace apenas unos días, en una rara carta abierta, el ex presidente iraní Hassan Rouhani (2013-21) criticó abiertamente al Consejo de Guardianes, dominado por los conservadores, por considerarlo incapaz de defender su escaño en las elecciones para la Asamblea de Expertos, que se celebraron el pasado 1 de marzo. Elegidos para un mandato de ocho años, los 88 miembros del Consejo probablemente deberán nombrar al sucesor del Líder Supremo de 85 años, el Ayatollah Ali Khamenei, la autoridad a la que deben someterse todas las instituciones de la República Islámica. Además, defendiendo los resultados de su administración, el moderado Rouhani había atacado indirectamente al propio Raisi por haber hecho naufragar las negociaciones para la renovación del acuerdo nuclear de 2015 y - en consecuencia - la eliminación de las sanciones occidentales.
Haciendo también una referencia implícita al ex presidente del Parlamento Ali Larijani, su aliado, a quien en 2021 se le impidió desafiar a Raisi en la carrera presidencial, Rouhani dice en su carta que la exclusión de "personalidades que conquistaron el voto popular en elecciones anteriores" plantearía "dudas sobre la verdadera naturaleza republicana" de la República Islámica. Por otra parte, ya en las elecciones que llevaron a Raisi a la presidencia hace tres años la participación fue tan sólo del 48%, con diferencia la más baja jamás registrada en elecciones presidenciales. El 10 de mayo pasado, en la segunda vuelta para la asignación de los últimos escaños del Parlamento, que se renovó con candidatos prácticamente sólo del frente conservador, en Teherán acudió a votar el 8% de los ciudadanos con derecho.
Estas tesis de Rouhani - reproducidas en los últimos días por algunos diarios reformistas - han sido duramente estigmatizadas por aquellos más cercanos a los Pasdaran, que ahora acusan al ex presidente de ser "un miembro de la oposición iraní" (el cártel de grupos que critican desde el exilio al régimen de los ayatolás).
La salida de escena de Raisi, entonces, vuelve a abrir el juego de los equilibrios de poder en Teherán y la carrera por la sucesión de Jamenei. Más allá del intervalo confiado al primer vicepresidente Mohammad Mokhber, la Constitución iraní establece que se convoquen elecciones presidenciales en un plazo de 50 días. Por lo tanto, ya en las próximas semanas volverá a plantearse la cuestión del veto a las candidaturas. En el frente reformista, junto con Larijani, el candidato probablemente más popular sería el exministro de Relaciones Exteriores Mohammad Javad Zarif, que al final había renunciado a presentarse en 2021. En el frente conservador, en cambio, junto al de Mokhber, los nombres más acreditados en este momento son los del presidente saliente del Parlamento, Mohammad Baqer Qalibaf (que ya se postuló para la presidencia en el pasado, pero fue derrotado tanto por Mahmoud Ahmadinejad en 2005 como por Rouhani en 2013). – y del actual alcalde de Teherán, Alireza Zakani.
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