El jefe del Pentágono, en guerra contra Kim Jong-un, busca mejorar la economía de los EEUU

Corea del Norte está en su último estadio en lo que se refiere a la capacidad de lanzar misiles intercontinentales que podrían impactar incluso en los Estados Unidos. Sobre Corea del Sur y Japón se cierne la sombra de los misiles norcoreanos. Trump amenazó con abandonar la alianza con Tokio y Seúl si ellos no pagan más por la defensa que se les brinda. Mattis y Trump van por un incremento del arsenal militar de los EEUU. La defensa estadounidense, la más potente y costosa del mundo, comporta un balance anual de más de 600 millardos de dólares y unos 1,3 millones de soldados en actividad.

Washington (AsiaNews) – El jefe del Pentágono, Jim Mattis, eligió a Corea del Sur y a Japón como destinos de su primer viaje oficial. Habiendo partido ayer rumbo a Seúl, para dirigirse luego a Tokio, él busca reforzar la alianza con ambos países del Lejano Oriente en su lucha conjunta contra Corea del Norte.

Pyongyang y su líder Kim Jong-un se han vuelto un tema de amplio debate en los Estados Unidos, luego de que al comenzar el año, en su discurso oficial, Kim declarara que el país se encuentra en su última fase en lo que se refiere a la capacidad de lanzar misiles intercontinentales, que podrían impactar incluso en los Estados Unidos.

Aún no queda claro cuán real pueda ser la amenaza coreana. Algunos expertos afirman que recién en diez años Pyongyang será capaz de poseer un arma nuclear que pueda impactar en los Estados Unidos.

Durante su campaña electoral, el presidente Donald Trump a menudo sugirió la posibilidad de atacar Pyongyang, pero también expresó la idea de un posible coloquio con Kim, con unas hamburguesas de por medio. Para Trump, China, que es el mayor aliado de Corea del Norte, debiera hacer mucho más para convencer a Kim de desistir de su programa nuclear.

El viaje de Mattis busca reasegurar el nexo con los dos países aliados, que ya se encuentran bajo la amenaza de los misiles norcoreanos. Hace décadas que ambos hospedan a 80.000 tropas estadounidenses. Pero es probable que éstos a su vez deban “reasegurar” el apoyo de los Estados Unidos, sosteniendo en mayor medida los gastos militares. Durante su campaña, Trump se ha quejado de que los tratados de defensa con estos países resultan desventajosos para los EEUU, y que su país abandonaría la alianza si Tokio y Seúl no pagan más.

La dimensión económica del viaje y de la defensa estadounidense está en primer lugar. Precisamente, ayer Mattis sacó a la luz los planes preliminares para un crecimiento del arsenal militar de los EEUU. Trump incluso prometió una “gran reconstrucción” de los servicios militares de los EEUU, y la semana pasada firmó decretos ejecutivos orientados a incrementar el número de aviones, naves y recursos para el Pentágono.

La defensa americana ya es la más potente y la más costosa del mundo, con bases alojadas en todo el planeta, y con un saldo anual de más de 600 millardos de dólares y cerca de 1,3 millones de soldados en actividad.

Tras el retiro de la mayor parte de las tropas de los EEUU del territorio de Irak y Afganistán, la administración de Obama redujo el presupuesto del Pentágono, pero los republicanos frecuentemente han subrayado que los recortes han sido demasiado fuertes, y que esto arriesga debilitar la defensa de los EEUU, sobre todo, teniendo en cuenta la escalada militar que llevan adelante Rusia y China.