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RUSIA
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El incierto futuro de la economía rusa

de Vladimir Rozanskij

Los economistas rusos y ex soviéticos en el extranjero cuestionan las muestras de optimismo de Moscú sobre un gran desarrollo a través de las relaciones con el Este. Pero las compañías petroleras están cada vez más cargadas de impuestos para financiar la guerra y el acceso cada vez más difícil a las nuevas tecnologías hacen cada día más evidente una degradación general de la economía.

Moscú (AsiaNews) - Hace unos días se celebró en Vladivostok el Foro Económico Oriental, en el que Putin y los dirigentes regionales presentaron las perspectivas de un gran desarrollo sobre todo gracias a las relaciones de Rusia con el Este. Ante estas proclamas, los economistas rusos y ex soviéticos en el extranjero se preguntan hasta qué punto pueden considerarse meras expresiones de una fachada propagandística, y si Rusia no se está arriesgando más bien a una posible catástrofe.

Timofej Milovanov es profesor de la Universidad de Pittsburgh, y también fue Ministro de Desarrollo Económico de Ucrania. En la revista Fortune, colaboró en un artículo en el que se debatía precisamente el tema del «crecimiento del PIB ruso y la catástrofe inminente», junto con Oleg Korenok, profesor de la Universidad de Virginia, y Mikhail Alekseev, que enseña en la Universidad de Indiana. Los autores del artículo afirman que quieren oponerse a «los cínicos que crean una imagen ilusoriamente optimista de una economía rusa cada vez más robusta».

En realidad, el gobierno ruso está invirtiendo enormes sumas en la producción militar, sustrayendo cada vez más medios de desarrollo a la economía real del país. Las compañías petroleras soportan cada vez más cargas fiscales para financiar la guerra, y el aumento de los impuestos hace que las tasas de inflación sean cada vez más altas. La fuga de cientos de miles de ciudadanos rusos altamente especializados, la falta de inversiones y el acceso cada vez más difícil a las nuevas tecnologías hacen cada día más evidente la degradación general de la economía. Lo más preocupante, según Milovanov, es el «crecimiento económico basado en inversiones no productivas», que no se destinan al consumo de la población, y también se está agotando la reserva del Fondo Nacional de Bienestar.

La situación que se ha producido en la región de Kursk, con el ataque de las fuerzas armadas ucranianas, parece ser una clara muestra de la incapacidad del gobierno ruso para ayudar a los ciudadanos necesitados, con la distribución únicamente de subsidios simbólicos de 10.000 rublos, una cantidad que los economistas califican de «verdaderamente ridícula». No se sabe cuánto tiempo podrá Putin dedicar todo el dinero a la guerra: una cosa es la disponibilidad de efectivo, que procede principalmente de la venta de petróleo, y otra el estado real de los parámetros económicos. Según el ex ministro, la situación se parece a la de la Unión Soviética de los años ochenta, donde los problemas se acumulaban sin que nadie corriera a ponerse a cubierto.

Para romper este círculo vicioso, dicen los economistas, haría falta una sacudida como el desplome de los precios del petróleo, o una crisis política desencadenada por factores actualmente imprevisibles. Por ahora, todo parece tranquilo, pero «no se puede poner sobre los hombros la economía de un país en guerra sin que surjan problemas», advierte Korenok. Existe el riesgo de dejarse engañar por el efecto de la «sensación de movilización», confiando en los vastos recursos del país para financiar a los que ganan luchando y muriendo en el frente, nadie sabe por cuánto tiempo más. La economía intenta adaptarse a las sanciones, que se introducen gradualmente, sin golpear con decisión y sin crear pánico entre la población. Otro economista ruso que enseña en Berkeley, Jurij Gorodničenko, describió las sanciones internacionales como una «muerte a miles de cuchilladas».

De estos golpes, los más eficaces son sin duda los ataques a las infraestructuras energéticas y los que restringen las posibilidades del comercio internacional. La presión sobre las empresas tecnológicas también tiene grandes efectos, y sobre todo los impedimentos al uso de divisas internacionales, dólares, euros e incluso yuanes, dan en el blanco. Los ingresos rusos procedentes del petróleo han sido mayores este año que en 2023, aunque no han alcanzado los niveles del primer año de la guerra, cuando tenían garantizadas enormes reservas. También es difícil encontrar el equilibrio adecuado por parte de la «coalición de sanciones», formada por países que siguen necesitando grandes suministros de petróleo y gas, y acabar dejando espacio a la «flota en la sombra» rusa, que exporta estas materias primas desafiando todas las medidas de contención. Es difícil « tomar a Rusia por el cuello, o tal vez no hay voluntad de hacerlo realmente», comenta Milovanov, y sólo un cambio importante en la situación macroeconómica, que modifique la necesidad de materias primas energéticas, podría dar resultados claros; de lo contrario, todo se pospone a un momento aún muy difícil de predecir.


Foto: Flickr / Maxence

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