El hacha de Riad sobre el Líbano y los temores de una crisis regional
Arabia Saudita ha pedido a sus ciudadanos que abandonen el País de los Cedros "lo antes posible", seguida de otros países del Golfo. Los enfrentamientos entre facciones palestinas en el campo de refugiados de Ein el Helwe han reavivado la desconfianza en el mundo árabe. Se teme una escalada de violencia. Los focos de crisis reflejan un "enfriamiento" en el diálogo entre el reino wahabí y la República Islámica de Irán.
Beirut (AsiaNews) - En lo que parece un endurecimiento de su política hacia el Líbano, que en los últimos meses se había caracterizado por una cierta flexibilidad diplomática, Arabia Saudita invitó el pasado fin de semana a sus ciudadanos a abandonar el país “lo antes posible”. Kuwait, Baréin, los Emiratos Árabes Unidos, Qatar e incluso Omán hicieron lo mismo en los días siguientes. El telón de fondo de estas advertencias han sido los encarnizados enfrentamientos en el campo de refugiados de Ein el Helwe, que hicieron temer una conflagración general en los campos palestinos.
Los libaneses temen el efecto en cadena de estas advertencias -que afectan a un número limitado de turistas, debido a que en el Líbano todavía no se han levantado las restricciones anteriores a los viajes- ya que podrían poner en peligro una temporada particularmente próspera este año. En una reunión de urgencia que se celebró ayer, presidida por el ministro del Interior libanés Bassam Maoulawi, los miembros del Consejo Central de Seguridad afirmaron que no había datos que justificaran la advertencia lanzada por los países del Golfo. Ese mismo día el embajador saudita en el Líbano, Walid Boukhari, confirmó lo que todos suponían, es decir que las advertencias estaban justificadas a la luz de lo que acababa de ocurrir en el campo de refugiados palestino de Ein el Helwe, cerca de Sidón.
La semana pasada, en efecto, violentos enfrentamientos entre facciones palestinas rivales sacudieron Ein el Helwe durante cinco días tras el asesinato de Abu Ahmad al-Armouchi, jefe militar y alto cargo de Al Fatah, junto con sus cuatro guardaespaldas. Los cinco hombres fueron asesinados a sangre fría en una emboscada del grupo salafista Osbat el-Ansar, cercano a la organización Estado Islámico (EI, antes ISIS). Los enfrentamientos posteriores provocaron doce muertos y más de 60 heridos, y desplazaron de sus hogares a gran parte de la población de este campamento superpoblado, tal como lo demuestran las cifras: 120.000 personas en un área de unos 3 kilómetros cuadrados.
Estos graves enfrentamientos pudieron ser contenidos gracias a los urgentes llamamientos de la Autoridad Palestina y Hamás. La intervención fue fundamental para controlar la violencia y evitar un baño de sangre, así como la firmeza y prontitud de las tropas libanesas, que blindaron la entrada al centro y controlaron la autopista sur.
Si las advertencias de los países del Golfo han tomado por sorpresa a toda la clase política y dirigente libanesa es porque no se hicieron en el momento oportuno sino cuando ya había vuelto la calma. Por eso algunos dirigentes libaneses quieren creer que solo se ha tratado de un "contratiempo".
Sin embargo, la mayoría de los observadores consideran que las advertencias siguen estando justificadas. En efecto, aunque se ha conseguido controlar los enfrentamientos entre los grupos armados de Ein el Helwe, la raíz del problema -la rivalidad entre la Autoridad Palestina, Hamás y los grupos salafistas- no se ha resuelto, y los responsables del asesinato de Ahmad al -Armouchi todavía no han sido identificados ni apresados.
Por otra parte, los enfrentamientos en Ein el Helwe coinciden con una palpable ralentización del impulso que caracterizó la última fase del acercamiento en el plano regional entre Arabia Saudita e Irán que había comenzado con la mediación de China. Estas señales de involución se pueden ver en todas partes, comenzando por Yemen y la dificultad para reducir el tráfico de captagon de Siria hacia el Golfo. También en la timidez de las reformas que el régimen sirio está introduciendo en el país a cambio de la normalización de sus relaciones con Riad. Y por último en el hecho de que no se ha detenido la política iraní de exportar la revolución islámica a los cuatro puntos cardinales del mundo árabe, especialmente a Yemen, Palestina y el Líbano.
Como nuevo obstáculo a la distensión, se podría añadir la reciente reanudación de la disputa por el yacimiento de gas de al-Durra, situado en las fronteras marítimas de Irán, Kuwait y Arabia Saudita. A lo que se suma el refuerzo de la presencia de Estados Unidos e Israel en la región con el envío de un nuevo destructor y cazas F-16 y F-35 a los mares del Golfo, en momentos en que se vuelve a hablar de una próxima normalización entre Arabia Saudita e Israel.
Algunas fuentes libanesas cercanas al ex primer ministro Saad Hariri incluso hacen referencia a la intención estadounidense de interrumpir -en la frontera sirio-iraquí- la circulación del tráfico por carretera en la “media luna chiita”, que comienza en Irán y termina en el País de los Cedros.
Otro factor es la situación interna, donde persiste el estancamiento en la elección presidencial y se prolonga la crisis institucional, sobre todo por las exigencias de Hezbolá y, por tanto, debe analizada y juzgada en este contexto. Frente a las palabras tranquilizadoras del Ministro del Interior es necesario tener debidamente en cuenta - y analizar- esta serie de factores y agentes externos desestabilizadores que pesan sobre el futuro del país.
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17/12/2016 13:14