El Papa recuerda a don Tonino Bello: ‘ser, siempre y en todas partes, constructores de la paz’
En la misa celebrada en Molfetta, Francisco recuerda que el obispo decía: «No bastan las obras de caridad, si no hay caridad en las obras. Si falta el amor del cual parten las obras, si falta la fuente, si se carece del punto de partida, que es la Eucaristía, todo compromiso pastoral de convierte en un molinete de cosas».
Molfetta (AsiaNews) – Ser “portadores de esperanza pascual”, “constructores de la paz” gracias al “Pan de vida” que es también “Pan de paz”. Porque «la paz es algo más que eso: es convivialidad». Es «comer el pan junto a los demás, sin separarse, ponerse a una misma mesa con personas diversas», donde «el otro es un rostro por descubrir, para contemplar, para acariciar». Porque los conflictos y todas las guerras “hallan su raíz en el desvanecimiento de los rostros». Son palabras de don Tonino Bello, que fueron citadas hoy por el Papa Francisco, durante la misa que celebró en Molfetta, en Apulia, la segunda y última escala de la visita llevada a cabo al cumplirse 25 años de la muerte de quien fuera obispo de esta diócesis y presidente de Pax Christi.
Un recuerdo del hombre que en diciembre de 1992, si bien estaba gravemente enfermo, organizó la “Marcha de los 500”, con la cual violó el asedio que se perpetraba sobre Sarajevo, pero sin desafiar a nadie: convenció a los soldados de que los dejaran pasar, consolaron a las víctimas de ambos bandos, dispensaron ayudadas a los habitantes de Sarajevo y a los serbios.
“Don Tonino – dijo hoy, el Papa, que celebro la misa en el puerto de Molfetta, frente a 30.000 personas – sostenía que «la paz no viene cuando uno toma su pan y va a comérselo por su cuenta. [...] La paz es algo más que eso: es convivialidad». Es «comer el pan junto a los demás, sin separarse, ponerse a la misma mesa entre personas diversas», donde «el otro es un rostro por descubrir, para contemplar, para acariciar». Porque los conflictos y todas las guerras «hallan su raíz en el desvanecimiento de los rostros». Y nosotros, que compartimos este Pan de unidad y de paz, somos llamados a amar a cada rostro, a remendar cada desgarro; a ser, siempre y en todas partes, constructores de la paz”.
El Papa, partiendo de las lecturas del día de hoy, subrayó cómo las mismas presentan dos elementos que son centrales para la vida cristiana: el Pan y la Palabra. “El Pan. El pan es la comida esencial para vivir, y Jesús en el Evangelio se ofrece a nosotros como Pan de vida, como si nos dijera: ‘de mí no pueden prescindir’. Y usa expresiones fuertes: ‘coman mi carne y beban mi sangre’ (cfr. Juan 6,53). ¿Qué significa eso? Que para nuestra vida, es esencial entrar en una relación vital, personal, con Él. Carne y sangre, La Eucaristía es esto: no es un bello rito, sino la comunión más íntima, más concreta, más sorprendente que pueda imaginarse con Dios: una comunión de amor tan real que toma la forma del comer. La vida cristiana recomienza cada vez desde aquí, de esta mesa, done Dios nos sacia de amor. Sin Él, Pan de vida, todo esfuerzo en la Iglesia es vano, como recordaba Tonino Bello: «No bastan las obras de caridad, si falta la caridad en las obras. Si falta el amor del cual parten las obras, si se carece de la fuente, si falta el punto de partida, que es la Eucaristía, todo compromiso pastoral resulta un mero molinete de cosas»”.
"Jesús en el Evangelio agrega: «el que come de mí vivirá por mí» (v. 57). Como si dijera: quien se alimenta de la Eucaristía asimila la misma mentalidad del Señor. Él es Pan partido para nosotros y los que lo reciben a su vez se convierte en pan partido que no se levanta con orgullo, sino que se da a los demás: dejar de vivir por sí mismos, de su propio éxito, para conseguir algo o para convertirse en alguien, sino vivir para Jesús y como Jesús, eso es para los otros. Vivir para es la marca de aquellos que comen este pan, la 'marca registrada' del cristiano. Sería bueno si en esta diócesis de Don Tonino pudiera exponerse como una advertencia fuera de cada iglesia: 'Después de la misa ya no vivimos para sí mismos, sino para los demás'. Don Tonino vivió así: entre ustedes había un Obispo-servidor, un Pastor que se convirtió en un pueblo, que frente al Tabernáculo aprendió a ser comido por la gente. Soñaba con una Iglesia hambrienta de Jesús e intolerante a todo lo mundano, una Iglesia que «nos permite ver el cuerpo de Cristo en las tiendas incómodas de la miseria, el sufrimiento, la soledad». Porque, decía, «la Eucaristía no tolera el sedentarismo» y sin levantarse de la mesa queda «un sacramento inconcluso»".
"Junto con Pan, la Palabra". "¿Cómo puede el Evangelio resolver los problemas del mundo? ¿De qué sirve hacer el bien en medio de tanto mal? ". "Don Tonino, justamente durante la Pascua, quiso dar la bienvenida a esta nueva vida, pasando finalmente de las palabras a los hechos. Por lo tanto, exhortó a aquellos que no tuvieron el coraje de cambiar: «los especialistas de la perplejidad. Los contables pedantes de los pros y los contras. Calculadores vigilantes hasta el espasmo antes de moverse». A Jesús no se responde de acuerdo con los cálculos y las comodidades del momento, sino con el 'sí' de toda la vida. Él no busca nuestras reflexiones, sino nuestra conversión. Apunta al corazón.
Es la misma Palabra de Dios que lo sugiere. En la primera Lectura, Jesús resucitado recurre a Saulo y no le ofrece un razonamiento sutil, sino que le pide que ponga la vida en juego. Él le dice: «levántate y entra en la ciudad y se te dirá lo que debes hacer» (Hechos 9,6). Antes que nada: «Levántate». Lo primero que debe evitar es mantenerse en el suelo, sufrir la vida, ser presionado por el miedo. Cuantas veces repitió Don Tonino: "¡De pie!", porque «delante del Resucitado no es lícito estar sino de pie». Siempre ponte de pie, mira hacia arriba, porque el apóstol de Jesús no puede sólo vivir de pequeñas satisfacciones".
"Todos somos llamados, en cualquier situación que nos encontremos, a ser portadores de la esperanza de la Pascua, "Cirineos de alegría", como solía decir Don Tonino; siervos del mundo, pero resucitados, no empleados. Sin molestarnos, sin renunciar a nosotros mismos. Es agradable ser ‘portadores de esperanza’, simples y alegres distribuidores del aleluya pascual". "Y la Palabra de Dios hace esto: liberar, elevar y seguir adelante, humilde y valiente al mismo tiempo. No nos convierte en los protagonistas establecidos y campeones de la propia habilidad, sino en los auténticos testigos de Jesús en el mundo".
20/04/2018 12:29
08/08/2021 13:02