El Papa pidió 'Que haya paz en Tierra Santa', y señaló 'semillas del bien' incluso en el conflicto

El drama de la guerra en la tierra de Jesús (y en la "martirizada Ucrania") acompaña la Semana Santa. Entre los fieles presentes en la audiencia general de hoy se encontraban Bassam Aramin y Rami Elhanan, dos padres, un israelí y un palestino, que perdieron a sus hijas. "No miran la enemistad de la guerra", dijo el pontífice. En una carta expresó su cercanía a los católicos de Tierra Santa: "Gracias, porque ustedes saben esperar contra toda esperanza".

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- “Que el Señor nos dé la paz” deseó el Santo Padre al concluir la audiencia general - que debía realizarse en la plaza de San Pedro pero se celebró en el Aula Pablo VI debido a las fuertes lluvias que caen sobre Roma en estas horas. “Que el Señor nos dé la paz a todos - repitió por segunda vez el Papa Francisco en el saludo a los peregrinos de habla italiana -. Como don de su Pascua", e invitó a vivir los próximos días "en oración, para abrirnos a la gracia de Cristo Redentor, fuente de toda misericordia".

La tan deseada paz para "la martirizada Ucrania, que tanto está sufriendo bajo los bombardeos", pero también para Israel y Palestina. “Que haya paz en Tierra Santa”, pidió el Santo Padre. Al terminar la lectura de la catequesis - que forma parte del ciclo dedicado a "Los vicios y las virtudes" y presentó el tema de la paciencia a partir de la lectura del Himno a la Caridad del apóstol Pablo - el Pontífice levantó la mirada del papel y continuó en forma espontánea. “La paciencia es saber soportar los males - afirmó -. Y hoy aquí, en esta audiencia, hay dos personas, dos padres: un israelí y un árabe. Ambos perdieron a sus hijas en esta guerra. Y ambos son amigos."

Sentados a pocos metros del estrado estaban Bassam Aramin y Rami Elhanan, cuyas hijas tenían 10 y 13 años. Los dos fueron recibidos esta mañana por el Papa en la "Auletta", un encuentro acompañado por abrazos e intercambios de regalos. Aramin y Elhanan son representantes del Parents Circle Families Forum, una asociación de familias israelíes y palestinas que creen en la convivencia y en la posibilidad de una paz duradera. “No miran la enemistad de la guerra, sino la amistad de dos hombres que se quieren y que pasaron por la misma crucifixión”, continuó el Santo Padre de manera improvisada. Un testimonio "tan hermoso" que es una luz en la espesa oscuridad del conflicto que ha causado la muerte de más de 30 mil personas desde el 7 de octubre. “Sufrieron en sus hijas la guerra en Tierra Santa”, añadió Francisco, antes de darles las gracias.

Hoy el Papa Francisco también ha publicado una Carta especial a los católicos de Tierra Santa: "En vísperas de esta Pascua, que para ustedes tiene más el sabor de la Pasión y todavía poco de la Resurrección - explica el pontífice - siento la necesidad de escribirles y decirles que los llevo en el corazón. Me hago cercano a todos ustedes, en sus varios ritos, queridos fieles católicos esparcidos por todo el territorio de la Tierra Santa. En particular a cuantos, en estos momentos, están sufriendo dolorosamente el drama absurdo de la guerra, a los niños a los que se les niega un futuro, a cuantos lloran y sufren, a cuantos experimentan angustia y desorientación".

"Gracias - añade - por su testimonio de fe, gracias por la caridad que existe entre ustedes, gracias porque saben esperar contra toda esperanza. En estos tiempos oscuros, en los que parece que las tinieblas del Viernes Santo cubren vuestra tierra y tantas partes del mundo son desfiguradas por la inútil locura de la guerra, que es siempre y para todos una sangrienta derrota, ustedes son antorchas encendidas en la noche; son semillas de bien en una tierra desgarrada por conflictos".

En la audiencia el pontífice volvió a hablar sin parecer fatigado - e incluso caminó solo, apoyándose en su bastón, un corto trecho hasta su sillón en la Sala Nervi - aunque el miércoles pasado había delegado la lectura de la catequesis de la audiencia a Mons. Pierluigi Giroli, y el Domingo de Ramos no pronunció la homilía. Hoy, cuando tomó la palabra, explicó que se había trasladado la audiencia al Aula Pablo VI debido a las condiciones meteorológicas. “Es cierto que van a estar un poco apretados. Pero por lo menos no vamos a mojarnos. Gracias por vuestra paciencia”, dijo dirigiéndose a los fieles presentes.

El tema de la catequesis de hoy fue la paciencia, que desarrolló a partir del pasaje de la Pasión del Señor de este domingo. “No es casualidad que paciencia tenga la misma raíz que pasión, y precisamente en la Pasión se manifiesta la paciencia de Cristo, que con docilidad y mansedumbre acepta ser abofeteado y condenado injustamente”, explicó el Papa Francisco. Ante esto es importante centrarnos en el hecho de que la paciencia, también la que practicó Jesús, "no consiste en una resistencia estoica al sufrimiento, sino que es fruto de un amor más grande". San Pablo habla de ello en la lectura de hoy (1 Cor 13, 4a-5b.7). “Une estrechamente el amor y la paciencia”, explicó. Lo que para Pablo es la primera característica del amor de Dios, es en realidad "la primera característica de todo gran amor, que sabe responder al mal con el bien, que no se encierra en la rabia y el desaliento, sino que persevera y se relanza", siguió diciendo.

Se podría decir que el mejor testimonio del amor de Jesús es encontrarse con un "cristiano paciente". “¡Pensemos también en cuantas madres y padres, trabajadores, médicos y enfermeras, enfermos, cada día, en secreto, embellecen el mundo con santa paciencia!”, dijo el Santo Padre. La paciencia sería entonces una “vitamina esencial” para vivir; pero no es sólo una necesidad, sino también una llamada. “Si Cristo es paciente, el cristiano está llamado a ser paciente - explicó -. Y esto exige que vayamos contra la corriente de la mentalidad generalizada de hoy, en la que impera la prisa y hacer todo de inmediato". Durante la lectura del texto de la catequesis, a todos aquellos que estaban escuchando han llegado varias propuestas para estos días de espera pascual. “Contemplar al Crucificado para asimilar su paciencia”, dijo. Pero también "entregarle a Él a las personas más molestas, pidiéndole la gracia de poner en práctica con ellas esa obra de misericordia tan conocida como desatendida: soportar pacientemente a las personas molestas". Así como “ampliar la mirada” para no encerrarse en los propios “problemas”, dejando una puerta abierta a la escucha del sufrimiento que viven otras personas.