El Papa en los Países Bálticos: en Letonia, la unidad de los cristianos es en clave misionera
Ceremonia ecuménica en Riga, donde las Iglesias cristianas “han logrado generar una unidad manteniendo la riqueza y la singularidad propias de cada una”. En la pequeña comunidad católica, “vosotros fuisteis sometidos a toda suerte de pruebas: el horror de la guerra y luego la represión política, la persecución y el exilio”.
Riga (AsiaNews) – Desde Letonia, donde las Iglesias cristianas “han logrado generar una unidad manteniendo la riqueza y la singularidad propias de cada una”, incluso en tiempos difíciles, a causa de innumerables factores, como el secularismo y las lógicas individualistas, el Papa Francisco proclamó que “el Señor nos llama a una unidad que siempre es en clave misionera, que nos pide salir y llegar al corazón de nuestra gente y de las culturas, de la sociedad postmoderna en la que vivimos”.
La oración ecuménica en la Catedral luterana de Riga fue el momento central de la mañana de Francisco en Letonia. Es un país luterano y secularizado, en parte a causa de 70 años vividos bajo un régimen ateo: no se vieron multitudes con ocasión de la visita del Papa, sino sólo algunos grupos de personas (en la foto) que, sin embargo, le dieron una cálida bienvenida.
Por supuesto que el clima fue distinto en la catedral de la pequeña comunidad católica, dedicada a San Santiago Apóstol. “Vosotros, los que estáis aquí presentes - dijo el Papa – fuisteis sometidos a toda suerte de pruebas: el horror de la guerra, y luego la represión política, la persecución y el exilio, como bien ha descripto vuestro Arzobispo. Y habéis sido constantes, habéis perseverado en la fe. Ni el régimen nazi ni el soviético han apagado la fe en vuestros corazones, y, para algunos de vosotros, con todo ello tampoco pudieron haceros desistir de dedicaros a la vida sacerdotal, religiosa, a ser catequistas, y a diversos servicios eclesiales que ponían en riesgo la vida: habéis combatido el buen combate, estáis por concluir la carrera, y habéis conservado la fe (cfr. 2 Tm 4, 7)”.
La gran catedral luterana, de casi 800 años de antigüedad, posee un histórico y extraordinario órgano y un bellísimo coro de niñas.
Francisco tomó como punto de partida el órgano para decir que “si la música del Evangelio deja de ser tocada en nuestra vida y se transforma en una bella partitura del pasado, ésta ya no podrá romper las monotonías asfixiantes que impiden alentar la esperanza, volviendo estériles todos nuestros esfuerzos.
Si la música del Evangelio deja de vibrar en nuestras entrañas, habremos perdido la alegría que brota de la compasión, la ternura que nace de la confianza, la capacidad de reconciliación que encuentra su fuente en el hecho de sabernos siempre perdonados-enviados.
Si la música del Evangelio deja de sonar en nuestras casas, en nuestras plazas, en los lugares de trabajo, en la política y en la economía, habremos apagado la melodía que nos llamaba a luchar por la dignidad de todo hombre y mujer sin importar su proveniencia, encerrándonos en el ‘mío’, olvidándonos del ‘nuestro’: la casa común que nos concierne a todos.
Si la música del Evangelio deja de sonar, habremos perdido los sueños que conducirán nuestra vida al cielo, atrincherándonos en uno de los peores males de nuestro tiempo: la soledad y el aislamiento. La enfermedad que nace en quien no tiene ligamen alguno, y que puede ser hallada en los ancianos abandonados a su destino, así como en los jóvenes carentes de puntos de referencia y de oportunidades para el futuro (cfr. Discurso ante el Parlamento Europeo, 25 de noviembre de 2014)”.
Hoy, como en el pasado, siguió diciendo el Papa, el cristiano es llamado a la misión. “La misión, hoy, continúa pidiéndonos y reclamando de nosotros la unidad; es la misión que exige de nosotros que dejemos de mirar las heridas del pasado y cualquier actitud autorreferencial, para centrarnos en la oración del Maestro. Es la misión lo que reclama que la música del Evangelio no cese de sonar en nuestras plazas.
Algunos pueden llegar a decir: son tiempos difíciles y complejos los que nos toca vivir. Otros pueden llegar a pensar que en nuestras sociedades, los cristianos siempre tienen menor margen de acción y de influencia a causa de innumerables factores, como, por ejemplo, el secularismo o las lógicas individualistas. Esto no puede conducirnos a una actitud de cerrazón, de defensa y muchos menos de resignación. No podemos dejar de reconocer que ciertamente, no son tiempos fáciles, especialmente para muchos hermanos nuestros que viven en su propia piel el exilio e incluso el martirio a causa de la fe. Pero su testimonio nos conduce a descubrir que el Señor continúa llamándonos, e invitándonos a vivir el Evangelio con alegría, gratitud y radicalidad. Si Cristo nos ha considerado dignos de vivir en estos tiempos, en esta hora – la única que tenemos – no podemos dejarnos vencer por el miedo, ni dejar que pase sin asumirla con la alegría de la fidelidad. El Señor nos dará la fuerza para hacer de cada tiempo, de cada momento, de cada situación, una oportunidad de comunión y reconciliación con el padre y con los hermanos, especialmente con aquellos que hoy son considerados inferiores o material de descarte. Si Cristo nos ha considerado dignos de hacer resonar la melodía del Evangelio, ¿acaso vamos a interrumpirla?”.
24/09/2018 18:36
22/07/2022 11:46