El Papa en los Países Bálticos, Kaunas: Queremos entregar la vida en el servicio y en la alegría
Primera misa del Papa Francisco en los Países Bálticos, celebrada en el parque Santakos de Kaunas, junto a cientos de miles de fieles. El recuerdo de los “momentos de cruz” y persecución. “Cuántos también habéis visto tambalear vuestra fe porque no apareció Dios para defenderos.” “El afán de poder y de gloria” es “una actitud estéril y vanidosa”. La atención hacia las minorías étnicas, los desocupados que deben emigrar, los ancianos que están solos, y los jóvenes que... han perdido sus raíces”.
Kaunas (AsiaNews) – “Queremos entregar la vida en el servicio y en la alegría, y así hacer saber a todos que Cristo Jesús es nuestra única esperanza”: de esta manera, el Papa Francisco concluyó su homilía de la misa celebrada en el parque Santakos de Kaunas, ante una multitud de varios cientos de miles de fieles. En el segundo día de su viaje de visita a los Países Bálticos (Lituania, Estonia y Letonia), el pontífice invitó a los cristianos a “ser una Iglesia ‘en salida’... a no tener miedo a salir y entregarnos, aún cuando parezca que nos disolvemos, de perder en pos de los más pequeños, de los olvidados, de aquellos que habitan en las periferias existenciales”.
Francisco recordó, ante todo, “los momentos de cruz” vividos por los fieles lituanos. Al referirse a la primera lectura de la misa de hoy (25º del año, ciclo B, Sabiduría 2, 10-20), explicó: “Cuántos de vosotros podríais relatar en primera persona, o en la historia de algún familiar, este mismo pasaje que hemos leído. Cuántos también habéis visto tambalear vuestra fe porque no apareció Dios para defenderos; porque el hecho de permanecer fieles no bastó para que él interviniera en vuestra historia. Kaunas sabe de esto; Lituania entera lo puede testimoniar con un escalofrío ante la sola mención de Siberia, o los guetos de Vilna y de Kaunas, entre otros; y puede decir al unísono con el apóstol Santiago, en el fragmento de su carta que hemos escuchado: ambicionan, matan, envidian, combaten y hacen la guerra (cf. 4,2)”.
Como en el evangelio (Marcos 9, 30-37), los discípulos, en vez de hablar “de dolor y de cruz”, prefieren discutir sobre quién es “el mayor”: “el afán de poder y de gloria constituye el modo más común de comportarse de quienes no terminan de sanar la memoria de su historia y, quizás por eso mismo, tampoco aceptan esforzarse en el trabajo del presente. Y entonces se discute sobre quién brilló más, quién fue más puro en el pasado, quién tiene más derecho a tener privilegios que los otros”. (…) “Es una actitud estéril y vanidosa, que renuncia a implicarse en la construcción del presente al perder el contacto con la realidad sufrida de nuestro pueblo fiel. No podemos ser como esos “expertos” espirituales, que sólo juzgan desde afuera y se entretienen en un continuo hablar sobre “lo que habría que hacer” (cf. ibíd.).”.
“Jesús – continuó - les propone un antídoto a estas luchas de poder y al rechazo del sacrificio, y (…) pone a un niño en el centro; un niñito que generalmente se ganaba los mendrugos haciendo los mandados que nadie quería hacer. ¿A quién pondrá en el medio hoy, aquí, en esta mañana de domingo? El Papa se refiere a “las minorías étnicas”, a los “desocupados que deben emigrar”, a los “ancianos solos, o los jóvenes que no encuentran sentido a la vida porque perdieron sus raíces”.
“‘En medio’ significa equidistante, para que nadie se pueda hacer el distraído, ninguno pueda argumentar que “es responsabilidad de otro”, porque “yo no lo vi” o “estoy más lejos”. Sin protagonismos, sin querer ser los aplaudidos, ni los primeros”.
La invitación final es “recibir a Jesús: en su palabra, en la eucaristía, en los pequeños” porque “no hay nada verdaderamente humano que no tenga resonancia en el corazón de los discípulos de Cristo, y así sentimos como nuestros los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y afligidos”.
23/09/2018 12:34
23/09/2018 18:21