El Papa en la audiencia: 'La guerra está en todas partes. No se olviden de Myanmar'
Desde la plaza de San Pedro, Francisco pidió "¡Que el Señor nos dé la paz!" y recordó el conflicto asiático, junto con Palestina, Israel y la "martirizada Ucrania". En la catequesis sobre la virtud de la fortaleza afirmó que ésta lleva a decir no a las "atrocidades" del mundo, como las guerras y la violencia. "Un cristiano sin coraje es un cristiano inútil", añadió.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- El Papa Francisco no deja de recordar a la "martirizada Ucrania" junto con todos los conflictos que se extienden por el mundo. En la audiencia general de este miércoles volvió a pedir "¡Que el Señor nos dé la paz!". En un día ventoso, desde el centro de la explanada frente a la plaza de San Pedro, el Santo Padre recordó también "a Palestina e Israel", en el saludo que dirigió a los peregrinos de habla italiana. “La guerra está en todas partes”, observó con tristeza ante los fieles reunidos. Y pidió asimismo que no se olvide a Myanmar, un país que sigue siendo escenario de violencia e inestabilidad, tres años después del golpe militar.
“No olvidemos a estos hermanos y hermanas nuestros que sufren tanto en zonas de guerra. Oremos juntos y siempre por la paz”, añadió el Pontífice. En la catequesis que se leyó al comienzo de la audiencia continuó el ciclo de reflexiones sobre el tema de los "Vicios y virtudes", dedicada hoy a la tercera de las virtudes cardinales, la fortaleza (lectura de referencia, recitada esta mañana en los distintos idiomas: Sal 31,2.4.25). Esta virtud es fundamental, afirmó Bergoglio, "porque toma en serio el desafío del mal en el mundo". Y eso se encuentra ante los ojos de todos los pueblos del mundo. Son "los horrores de los que somos en parte víctimas y en parte protagonistas: guerras, violencia, esclavitud, opresión de los pobres, heridas que nunca han cicatrizado y que todavía sangran". De hecho, para encontrarlos "basta ojear un libro de historia, o, por desgracia, incluso los periódicos", afirmó.
La presencia de estas heridas es evidente en la vida cotidiana: las noticias que llegan desde las zonas de guerra, y no sólo de ellas, están llenas. La virtud de la fortaleza "nos hace reaccionar y gritar un 'no' rotundo a todo esto", explicó el Papa Francisco. Y a continuación se refirió a "nuestro cómodo Occidente, que ha “aguado” un poco todo" y "no necesita luchar porque todo le parece igual", añadió. Vivir en el Occidente del mundo hace correr el riesgo de vivir cómodos, de perder de vista el "camino que nos hace progresar en la vida". Para evitarlo, necesitamos con urgencia "personas incómodas y visionarias", que son muy raras pero indispensables para "repetir con decisión nuestro 'no' al mal y a todo lo que conduce a la indiferencia", insistió el obispo de Roma.
En el saludo dedicado a los peregrinos de habla italiana, Francisco se dirigió especialmente a "los sacerdotes, seminaristas y fieles de Cerdeña, reunidos aquí para la visita ad limina de sus obispos". Señaló también que estaban presentes en la audiencia "los religiosos palotinos y los Apóstoles del Sagrado Corazón de Jesús, a quienes encomiendo a la intercesión de sus respectivos fundadores, San Vicente Pallotti y la beata Clelia Merloni". El Papa se dirigió luego a los jóvenes, a los enfermos, a los ancianos y a los recién casados. "Espero que en vuestro corazón crezca la luz consoladora del anuncio pascual", les dijo, haciendo resonar una vez más el eco de la Santa Pascua que se celebró dos domingos atrás. Una luz "que nos invita a fortalecer la fe y la esperanza en Jesús crucificado y resucitado".
La fortaleza es "la más combativa de las virtudes", dijo el Santo Padre al comienzo de la catequesis. “Un cristiano sin coraje, que no adhiere sus propias fuerzas al bien, que no molesta a nadie, es un cristiano inútil”, afirmó. Porque el ser humano experimenta pasiones "que deben ser educadas, deben ser dirigidas, deben ser purificadas con el agua del Bautismo, o, mejor aún, con el fuego del Espíritu Santo". Jesús mismo "tenía pasiones", continuó. Explicó luego que desde la antigüedad se ha reconocido que esta virtud tiene "un doble movimiento, uno pasivo y otro activo". El primero "se dirige hacia el interior de nosotros mismos. Hay enemigos internos a los que tenemos que vencer, que responden al nombre de ansiedad, angustia, miedo, culpa". El segundo movimiento se refiere a "los enemigos externos, que son las pruebas de la vida, las persecuciones, las dificultades que no nos esperábamos y que nos sorprenden". En ese mar de la vida, sacudido por las olas, la fortaleza "nos hace marineros que resisten, que no se asustan ni se desaniman".
31/05/2023 13:00
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