El Papa en el Ángelus sobre Palestina e Israel: "Dar la mano es posible"
Recordó el 10º aniversario de la Invocación por la Paz en Tierra Santa con Shimon Peres y Abu Mazen. "Para hacer la paz hace falta valor, mucho más valor que para hacer la guerra", añadió. Y sobre la cumbre del martes 11 entre Jordania, Egipto y la ONU sobre la situación humanitaria en Gaza: "Animo a la comunidad internacional a actuar urgentemente".
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - El martes 11 de junio se celebrará en Jordania una "conferencia internacional sobre la situación humanitaria en Gaza". Esta mañana, el Papa Francisco, tras el rezo del Ángelus, recordó este importante encuentro, un rayo de esperanza para la paz en la región, que consiste en una cumbre entre el rey hachemita Abd Allah II, el presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi y el secretario general de la ONU, António Guterres. "Al tiempo que les agradezco esta importante iniciativa, animo a la comunidad internacional a actuar urgentemente con todos los medios para acudir en ayuda de la población de Gaza, agotada por la guerra", dijo el Pontífice. Según el Ministerio de Sanidad de Hamás, hay 37084 víctimas; en las últimas horas han muerto más de 270 palestinos en la zona del campo de refugiados de Nuseirat.
"La ayuda humanitaria debe poder llegar a quienes la necesitan y nadie puede impedirlo". A continuación se recordó el histórico encuentro que tuvo lugar en el Vaticano hace 10 años, el 8 de junio de 2014, entre "el presidente israelí, el difunto Shimon Peres, y el presidente palestino, Abu Mazen": la Invocación por la Paz en Tierra Santa. "Ese encuentro atestigua que darse la mano es posible. Y que para hacer la paz hace falta valor, mucho más valor que para hacer la guerra", prosiguió Bergoglio desde la ventana del Palacio Apostólico Vaticano. A continuación, animó a las negociaciones entre las partes, "que no son fáciles": "Espero que las propuestas de paz para un alto el fuego en todos los frentes y para la liberación de los rehenes sean aceptadas inmediatamente por el bien de palestinos e israelíes". Estas palabras llegan tras la noticia de ayer de la liberación por parte de las FDI de cuatro rehenes retenidos en la Franja desde el 7 de octubre en el marco de la operación denominada "Arnon".
El Papa Francisco también dedicó un pensamiento al "atormentado pueblo ucraniano, que sufre más y anhela la paz". Saludando a un grupo de personas que llevaron esta mañana a la plaza de San Pedro varias banderas amarillas y azules, dijo: "Aliento todos los esfuerzos que se están haciendo para que la paz pueda construirse cuanto antes con la ayuda internacional". Y añadió: "Y no nos olvidemos de Myanmar".
Como es habitual, antes del rezo de la oración mariana el Papa Francisco comentó la Palabra del día (Mc 3,22-30). El pasaje del evangelista Marcos narra la acusación hecha a Jesús por los escribas de estar "poseído por Belcebú". De hecho, cuando Jesús comienza su ministerio público experimenta una "doble reacción" por parte de la gente que le rodea. La de sus familiares, que pensaban que había perdido el juicio, y la de las autoridades religiosas "que le acusaban de actuar movido por un espíritu maligno". En realidad, "Jesús predicaba y curaba a los enfermos por obra del Espíritu Santo", dijo Bergoglio. Y fue precisamente el Espíritu el que pudo hacerle "divinamente libre", es decir, "capaz de amar y servir sin medida ni condicionamientos". Y precisamente sobre la propia libertad de Jesús se detuvo el Pontífice en la reflexión compartida esta mañana.
Jesús fue libre, en primer lugar, de las riquezas, en cuanto dejó la seguridad de su casa de Nazaret para vivir "una vida de pobreza e incertidumbre". Pero también del poder. "Aunque llamó a muchos a seguirle, nunca obligó a nadie a hacerlo, ni buscó el apoyo de los poderosos. Sino que siempre se puso del lado de los últimos", continuó Francisco. Además, la libertad incluía la ausencia de apego a la fama y a la aprobación. "Por eso nunca renunció a decir la verdad, aun a costa de no ser comprendido". La libertad vivida y hecha propia por Jesús es una gran lección en el sentido de que todas las personas pueden hacerla suya. Si "permitimos que el amor libre de Dios llene y expanda nuestros corazones", sin convertirnos en esclavos del "placer, el poder, el dinero o el consenso". Por último, el Papa Francisco dirigió preguntas a los asistentes para que se interrogaran sobre el tema de la libertad en la vida. Entre ellas: "¿Difundo, en los ambientes en los que vivo y trabajo, aires de libertad, de sinceridad, de espontaneidad?"
05/04/2024 13:46
26/11/2018 10:08