El Papa en Dacca: Iglesia Chiesa de Bangladés, semillita de mostaza, que crece en la alegría
En el encuentro con los sacerdotes y las personas consagradas, el Papa Francisco habla libremente y en lengua española, ampliando los temas presentes en el discurso escrito. El Rosario pone en luz la solicitud de María, la compasión de Cristo, la alegría de la Iglesia, los pilares de la dedicación religiosa: “Ustedes me confirman en la fe y me brindan una gran alegría”.
Dacca (AsiaNews) La comunidad católica en Bangladés es pequeña. Pero sois como la semillita de mostaza que Dios lleva a su maduración a su tiempo. Me alegra ver como esta semilla está creciendo y de ser testigo directo de la fe profunda que Dios os ha dado”. Es una de las expresiones que el Papa Francisco usó esta mañana en el encuentro con los sacerdotes y las personas consagradas en la iglesia del Santo Rosario en Dacca. Aquella de la “semillita de mostaza” es una definición que sirve para una Iglesia que es el 0,2% de la población, pero que ya es una comunidad bien estructurada, rica de vocaciones y de misioneros que ofrecen su servicio al resto de la Iglesia universal.
Francisco subrayó que con esta experiencia “ustedes me confirman en la fe y me brindan una gran alegría”.
Delante de los 1500 presentes, un sacerdote, Abel D´Rozario de Dacca; un misionero, el p. Franco Cgnasso del Pime; una hermana, sor Mary Chandra de las hermanas de María Reina de los Apóstoles, un religioso, el p. Lawrence Dias de la Santa Cruz; un seminarista, Marcelius Tirkey, llevaron sus testimonios.
En el momento del discurso, el Papa Francisco entregó lo escrito y habló libremente en lengua española, ampliando los temas que estaban presentes en el discurso escrito. Él mencionó el tema de la vocación, como a una semilla que hay que hacer crecer y cuidar con ternura poniendo atención al diablo que siembra cizaña y rezando para saber distinguir la semilla buena de aquella mala. Y pidió a los obispos, curas, religiosos y religiosas, seminaristas que estén atentos a las divisiones creadas por las habladurías, enemigas de la armonía. Francisco concluyó invitando a no tener “caras tristes, aún en el dolor y en las dificultades: “busquen la paz-dijo- y encuentren la alegría”.
La elección de la iglesia del Santo Rosario no es casual: la construcción es del 1600 y es uno de los edificios más antiguos en la historia del cristianismo bangladesí. El título de la iglesia ha dado pie al Papa para organizar el discurso consignado sobre los misterios del Rosario: “El Rosario es una magnífica meditación sobre los misterios de la fe que son la linfa vital de la Iglesia, una oración que forja la vida espiritual y el servicio apostólico. Que seamos sacerdotes, religiosos, consagrados, seminaristas o novicios, la oración del Rosario nos estimula a dar nuestras vidas completamente a Cristo, en unión con María. Nos invita a participar en la solicitud de María frente a Dios en el momento de la Anunciación, en la compasión de Cristo por toda la humanidad cuando está colgado en la cruz y la alegría de la Iglesia cuando recibe el don del Espíritu Santo del Señor resucitado”
Mencionando la “solicitud de María”, Francisco dice: “Sé que el trabajo pastoral y el apostolado requieren mucho de ustedes y que vuestras jornadas son a menudo largas y os dejan cansados. Pero no podemos llevar el nombre de Cristo o participar en su misión sin ser ante todo hombres y mujeres radicados en el amor, encendidos por el amor, a través del encuentro personal con Jesús en la Eucaristía y en las palabras de la Escritura…La solicitud por el Señor nos permite ver al mundo a través de sus ojos y de volvernos así más sensibles a las necesidades de los que servimos”.
Sobre la “compasión de Cristo”, en los misterios dolorosos del Rosario, el pontífice subraya que “el sacerdocio y la vida religiosa no son carreras. No son vehículos para avanzar. Son un servicio, una participación al amor de Cristo que se sacrifica por su grey”.
Citando el testimonio del p. Gagnasso, él agrega: “Cada uno de nosotros está llamado a ser un misionero, llevando el amor misericordioso de Cristo a todos, especialmente a aquellos que están en la periferias de nuestra sociedad. Estoy particularmente agradecido porque ustedes están comprometidos en tantos modos en los campos de las necesidades sociales, de la salud y de la educación, sirviendo a las necesidades de vuestras comunidades locales y de los muchos emigrantes y refugiados que llegan a este país. Vuestro servicio a la más amplia comunidad humana, en particular a aquellos que se encuentran en la necesidad, es preciosos para edificar una cultura del encuentro y de la solidaridad”.
“En concreto-concluye- el Rosario nos llena de alegría por el triunfo de Cristo sobre la muerte, su ascensión a la derecha del Padre y la efusión del Espíritu Santo sobre el mundo. Todo nuestro ministerio está dirigido a proclamar la alegría del Evangelio. En la vida y en el apostolado todos estamos bien conscientes sobre los problemas del mundo y sobre los sufrimientos de la humanidad, pero no perdamos nunca la confianza en el hecho que la fuerza del amor de Cristo prevalece sobre el mal y sobre el Príncipe de la mentira, que trata de engañarnos. No se dejen jamás desalentar por vuestras faltas o por vuestros desafíos en el ministerio. Si permanecen solícitos hacia el Señor en la oración y perseveran en la compasión de Cristo a vuestros hermanos y hermanas, entonces el Señor llenará vuestros corazones de la confortante alegría de su Santo Espíritu”.
Al final del encuentro, el Papa recitó junto a los presentes una oración a la Virgen compuesta para la ocasión. Antes del encuentro, el pontífice había visitado la comunidad de las hermanas de Madre Teresa, cerca de la iglesia del Santo Rosario.
17/12/2016 13:14
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23/12/2015