29/09/2024, 15.40
VATICANO
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El Papa en Bruselas: «alto el fuego» en el Líbano. Sobre los abusos en la Iglesia: «El mal no se oculta"

Concluye el 46º viaje apostólico con un llamamiento a la paz en Oriente Medio: «Liberación de rehenes y ayuda humanitaria». Se recuerda la 110ª Jornada del Emigrante y del Refugiado: a Europa «llamamiento para que considere el fenómeno migratorio como una oportunidad». Sobre los abusos: «En la Iglesia hay sitio para todos, pero todos seremos juzgados»..

Bruselas (AsiaNews) - Último día del 46º viaje apostólico del Papa Francisco entre Bélgica y Luxemburgo. Esta mañana presidió la celebración eucarística en Bruselas, ante 40.000 fieles en el estadio que lleva el nombre del rey Balduino, que en 1992 no firmó la ley sobre el aborto: «Iniciaré el proceso de beatificación», dijo el Pontífice. Al final de la misa también tuvo lugar el rezo del Ángelus, en el que además de agradecimientos a la realeza y a todos los que colaboraron para el éxito del viaje - «de manera especial a los ancianos y enfermos que ofrecieron sus oraciones»-, también hubo aprensión por el sufrimiento en Oriente Medio. «El Líbano es un mensaje, pero en este momento es un mensaje atormentado, y esta guerra tiene efectos devastadores sobre la población: muchas, demasiadas personas siguen muriendo día tras día». La oración elevada por el Santo Padre fue «por las víctimas, por sus familias, rezamos por la paz».

«Pido a todas las partes que cesen inmediatamente el fuego en Líbano, en Gaza, en el resto de Palestina, en Israel. Que se libere a los rehenes y se permita la ayuda humanitaria. No olvidemos a la atormentada Ucrania», prosiguió. También se invocó el «don de la paz» «para la martirizada Ucrania, para Palestina e Israel, para Sudán del Sur, Myanmar y todas las tierras heridas por la guerra». Al comienzo del comentario que precedió a la oración mariana se recordó la 110ª Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, sobre el tema «Dios camina con su pueblo». «Desde este país, Bélgica, que ha sido y sigue siendo meta de tantos migrantes, renuevo a Europa y a la comunidad internacional mi llamamiento a considerar el fenómeno migratorio como una oportunidad para crecer juntos en la fraternidad», fue el comentario de Bergoglio. «Invito a todos a ver en cada hermano y hermana migrante el rostro de Jesús que se ha hecho huésped peregrino entre nosotros».

Durante su homilía, el Papa Francisco, partiendo del pasaje evangélico de hoy (Mc 9, 38-43, 45, 47-48), se centró en la advertencia de Jesús: «A quien escandalice a uno solo de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran al cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar» (Mc 9, 42). A continuación, se centró en tres palabras clave: apertura, comunión y testimonio. Sobre la primera, el Santo Padre dijo: «La Comunidad de los creyentes no es un círculo de privilegiados, es una familia de salvados, y no somos enviados a llevar el Evangelio al mundo por nuestros propios méritos, sino por la gracia de Dios». Y de nuevo: «No debemos resentirnos, sino alegrarnos de que otros puedan hacer también lo que nosotros hacemos, para que el Reino de Dios crezca y todos estemos unidos un día en los brazos del Padre». Esta es la esperanza de una Iglesia abierta.

Sobre la segunda palabra, comunión, Francisco condenó el egoísmo ya que es lo que «impide la caridad, es escandaloso porque aplasta a los pequeños, humillando la dignidad de las personas y ahogando el grito de los pobres». En este sentido, dedicó una reflexión a los maltratados, algunos de los cuales el Santo Padre conoció durante este viaje apostólico que acaba de concluir. «Los sentí (a los «pequeños», ed.), sentí su sufrimiento de abusados. Y lo repito aquí: en la Iglesia caben todos, todos, pero todos serán juzgados. Y no hay lugar para el abuso, no hay lugar para encubrir el abuso». Siguieron palabras contundentes, situándose en uno de los temas -el de los abusos sexuales, el poder y la conciencia- que más sombras arrojan sobre la Iglesia. «Pido a todos: no encubráis los abusos. Pido a los obispos: no encubráis los abusos. Condenad a los abusados y ayudadles a recuperarse de esta enfermedad de los abusos. El mal no se puede ocultar. El mal debe salir a la luz». Y de nuevo: 'Que se juzgue al abusador, sea laico, seglar, sacerdote u obispo'. 

Refiriéndose a la última palabra, el testimonio, el Papa Francisco recordó el ejemplo de Ana de Jesús, nacida Ana de Lobera (1545-1621). «Esta mujer fue una de las protagonistas, en la Iglesia de su tiempo, de un gran movimiento de reforma, tras las huellas de una gigante del espíritu, Teresa de Ávila», explicó. «Ella y sus compañeras, con su vida sencilla y pobre, hecha de oración, trabajo y caridad, lograron que muchas personas volvieran a la fe», añadió. Señalando el testimonio inspirado de esta «santidad femenina», «modelo delicado y fuerte de apertura, comunión y testimonio». «Encomendémosla a la oración, imitemos sus virtudes y renovemos con ella nuestro compromiso de caminar juntos tras las huellas del Señor», concluyó.

 

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