El Papa a las víctimas del terremoto de Camerino: requiere más fuerza reparar que construir, recomenzar que iniciar
De visita en las zonas afectadas por el terremoto en la arquidiócesis de Camerino-San Severino Marche, el Papa Francisco reconforta a los fieles, instándolos a la reconstrucción, partiendo del hecho de que “Dios se acuerda de nosotros”. “Han pasado casi tres años y el riesgo es que, después de un primer compromiso emocional y mediático, la atención decaiga y las personas terminen en el olvido, aumentando la frustración de quien ve el territorio cada vez más despoblado. Por el contrario, el Señor nos insta a recordar, reparar, reconstruir, y a hacerlo juntos, sin olvidarse jamás de quien sufre…” “Cada uno puede hacer algo bueno, sin esperar que sean los demás los que empiecen”. La nueva beata sarda. El llamamiento por el Golfo Pérsico.
Camerino (AsiaNews) – “Requiere más fuerza reparar que construir, recomenzar que iniciar, reconciliarse, que ponerse de acuerdo”. Es lo que subrayó el Papa Francisco en la misa que celebró esta mañana en la Plaza Cavour de Camerino, con ocasión de la solemnidad de la Santísima Trinidad. Francisco se encuentra visitando las poblaciones azotadas por el terremoto del 2015. La plaza -donde se reunieron varios miles de fieles, delante de un altar sobrio- aún lleva las heridas del sismo: edificios envueltos por andamios; ventanas con medidas de protección y vigas de sostén.
El Papa partió del Vaticano esta mañana a las 7.50 horas, a bordo de un helicóptero. Al llegar a Camerino, luego del encuentro con las autoridades, el pontífice visitó algunos complejos habitacionales de emergencia, que supuestamente debían funcionar como viviendas temporales, pero lo cierto es que ya parecen haberse vuelto viviendas definitivas, ya que la reconstrucción -tal como dijo el obispo, Mons. Francesco Massara - sigue siendo lenta, a causa de la burocracia, que genera escepticismo en las personas.
El Papa sugiere cuál es la fuerza a partir de la cual recomenzar: “Quien se acerca a Dios no se derrumba, sigue adelante: recomienza, lo intenta de nuevo, reconstruye”.
“En la incertidumbre que sentimos afuera y dentro nuestro -dijo-, el Señor nos da una certeza: Él se acuerda de nosotros. Nos re-cuerda, es decir, vuelve a nosotros con el corazón, porque estamos en su corazón. Y mientras aquí abajo hay demasiadas cosas que rápidamente se olvidan, Dios nunca nos deja en el olvido”.
Luego, al referirse al Evangelio del día (Jn 16, 12-15), en el cual Jesús promete el Consolador, él explicó: “Para liberar el corazón del pasado que vuelve, de los recuerdos negativos que nos tienen prisioneros, de los remordimientos que paralizan, se necesita que alguien nos ayude a llevar el peso que llevamos dentro nuestro. Hoy, Jesús nos dice justamente que hay muchas cosas que son demasiado para nosotros, “no podemos con ello” (cfr. Jn 16, 12). ¿Y qué hacer frente a nuestra debilidad? No nos quita estas cargas que llevamos dentro, como bien querríamos nosotros, que siempre estamos en busca de soluciones rápidas y superficiales; no, el Señor nos da el Espíritu Santo. Necesitamos de Él, porque es el Consolador, aquél que no nos deja solos con las cargas de la vida a cuestas. Es Aquél que transforma nuestra memoria esclava en una memoria libre, las heridas del pasado, en recuerdos de salvación...el Espíritu Santo es el reconstructor de la esperanza. Esperanza. ¿De qué esperanza se trata?... Es una esperanza que dentro de nosotros deja paz y alegría, independientemente de lo que ocurra afuera. Es una esperanza que tiene raíces fuertes, que ninguna tempestad de la vida puede arrancarnos. Es una esperanza, dice hoy San Pablo, que «no decepciona» (Rm 5,5), que da la fuerza para superar todas las tribulaciones (cfr vv. 2- 3)”.
“Ruego al Dios Cercano -dijo, concluyendo la homilía- para que suscite gestos concretos de proximidad. Han pasado casi tres años y el riesgo es que, luego de un primer compromiso emocional y mediático, la atención decaiga y las promesas terminen en el olvido, aumentando la frustración de quien ve un territorio cada vez más despoblado. El Señor, por el contrario, nos insta a recordar, reparar, reconstruir, y a hacerlo siempre juntos, sin olvidar jamás a quien sufre… Cada uno puede hacer un poco de bien, sin esperar que sean los demás los que empiecen. Cada quien puede consolar a alguien, sin esperar que sus problemas sean resueltos. ¿Qué es el hombre? Es tu gran sueño, Señor, y siempre te acuerdas de él. Haz que nosotros también recordemos que estamos en el mundo para dar esperanza y brindar cercanía, porque somos hijos tuyos, «Dios, del que viene todo consuelo» (2 Cor 1,3)”.
Al final de la misa, antes del rezo del Ángelus, Francisco recordó que ayer, en Pozzomaggiore, Cerdeña, fue proclamada beata Edvige Carboni, a quien él definió como “una simple mujer de pueblo que, en la humildad de la vida cotidiana, abrazó la Cruz, dando un testimonio de fe y caridad”. Y pidió un aplauso para la nueva beata.
Luego recordó que hoy se celebra en el mundo el Día Mundial de la ONU dedicado a los refugiados. “Esta fecha -dijo - nos invita a todos a la solidaridad para con los hombres, mujeres y niños que huyen de las guerras, persecuciones y violaciones de derechos fundamentales”.
Por último, el Papa manifestó su preocupación por la escalada de tensión en el Golfo Pérsico, luego del atentado a dos naves de una compañía naviera japonesa, que EEUU atribuye a Irán. Francisco subrayó que todo problema o cuestión debe ser resuelto través de vías pacíficas y diplomáticas.
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