Efecto sanciones: la economía rusa a la zaga de sus rivales
El “sistema Rusia” parece haber evitado las restricciones occidentales por su invasión de Ucrania. A largo plazo, sin embargo, habrá problemas. Será difícil para los rusos compensar la falta de importaciones. Se espera una caída en el nivel de vida de la población. El oso ruso también está detrás de los países asiáticos emergentes.
Moscú (AsiaNews) - Mikhail Zadornov, presidente del banco comercial Otkrytye, uno de los más importantes de Rusia, comentó las consecuencias económicas de las sanciones occidentales en una entrevista con Rbk (la autorizada agencia RosBisnesConsulting). Advirtió allí que "nuestra economía crecerá mucho más lentamente que la de nuestros principales competidores".
A fines de 2022 los principales indicadores económicos rusos siguen siendo ampliamente positivos, y la versión oficial que repite el propio presidente Putin afirma que “las sanciones han fracasado, nuestra economía se sostiene y será cada vez más sólida”. Zadornov observa que "hay que abordar esta situación distinguiendo las perspectivas a corto plazo de las de mediano y largo plazo", incluso si efectivamente la situación es mucho mejor de lo esperado después del "shock de febrero", con una caída del PBI limitada al 3%.
Los ingresos por la exportación de petróleo, gracias al aumento de los precios internacionales, crecieron un 2%, lo que permitió mantener el rumbo del "rublo fuerte", incluso sin intervenciones especiales del Banco Central. Una moneda estable también ha permitido contrarrestar el crecimiento de la inflación, pero "la producción y venta de petróleo y gas sigue siendo el factor crucial para nosotros, y no podemos predecir cómo será el próximo año", tras el embargo europeo que entró en vigor el 5 de diciembre.
Como explica Zadornov, no está claro no solo a quién se venderá el petróleo, sino “quién lo transportará y asegurará, si será posible reorientar la exportación, de Europa y otros países hostiles hacia los mercados asiáticos”. Por ahora, las previsiones son de una caída de 525 a 475millones de toneladas, que se hará sentir con fuerza en toda la economía rusa.
Hay un factor de "largo plazo" relacionado con la actividad productiva de muchas empresas, que actualmente siguen adelante "por inercia, gracias a las reservas de materiales y tecnologías". Pero estas se agotarán muy pronto y no se esperan nuevos suministros. Esto conducirá a una "progresiva adaptación a las nuevas condiciones, que inicialmente tendrá un efecto de freno muy importante" debido a la falta de componentes críticos en muchos sectores. “China puede darnos algo para reemplazarlo, pero también necesitará tiempo y actualizaciones tecnológicas, para no hablar de los problemas logísticos”.
Rusia tiene posibilidades muy limitadas en cuanto a la renovación de tecnologías y se observa que “la mayoría de las empresas ponen en suspenso los proyectos, aplazándolos uno o dos años, con la esperanza de que algo suceda; y esto ocurre en casi todos los sectores productivos”. Fundamentalmente porque la preparación de nuevos materiales tecnológicos requiere a su vez la maquinaria para producirlos, y ésta también es cada vez más escasa. De todos modos, “es impensable que un país cuya economía no llega al 2% del PBI mundial, como Rusia, pueda garantizar por sí solo todos los componentes necesarios para el sistema productivo”.
Por lo tanto, concluye Zadornov, "el hecho de que todavía no haya habido un colapso económico no debe crear ilusiones. Aunque consigamos resistir, seguiremos estando muy limitados con respecto a las necesidades de los mercados internacionales, y también para el mercado interiorde Rusia". La economía rusa podría empezar a crecer de nuevo a finales de 2023, pero ya en el periodo previo a la pandemia, de 2012 a 2019, el crecimiento económico fue dos veces inferior al de los países del G7, un 1% frente a un 2%, por no hablar de China, India y otras economías en rápido desarrollo, y en los próximos cinco años probablemente será cinco veces más lento que el de las otras grandes economías mundiales.
Según las previsiones, el retraso económico se traducirá también en una caída del nivel de vida y de las condiciones sociales de la población. Como advierte Zadornov, "no tendremos que confrontarnos tanto con Europa o Estados Unidos, ni siquiera con China, sino más bien con Indonesia, Vietnam y los países de Oriente Medio, que están tratando de adaptarse a las nuevas condiciones de la economía mundial" mucho más rápido que nosotros”.
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