Drama Rohinyá: Myanmar rechaza la oferta de mediación china

Naypyidó no quiere injerencias internas en la resolución del conflicto que concierne a la minoría musulmana en su país. Vocero de Aung San Suu Kyi: “Resolver la cuestión sobre un plano bilateral”. Detrás de los intereses de Beijing, la realización de un oleoducto por un valor de 1,5 millardos de dólares

Yangon (AsiaNews/Agencias) - El gobierno birmano, nación de vasta mayoría budista, ha rechazado la oferta de mediación con Bangladesh planteada por Beijing, para resolver la añosa cuestión de la minoría musulmana Rohinyá. Es lo que ha afirmado un vocero del Ejecutivo de Naypyidó, que no quiere que haya injerencias externas, ni la intervención del poderoso vecino chino, para afrontar uno de los casos más espinosos de la política interna del país, y que ha involucrado a la misma Nobel por la paz, hoy ministro de Relaciones Exteriores y líder del gobierno, Aung San Suu Kyi.

Desde hace tiempo que se registra un aumento exponencial de la violencia entre el Tatmadaw (el ejército del gobierno birmano) y aquel al cual los soldados definen como un grupo militante de musulmanes Rohinyás” en el Estado de Rakáin. Los Rohinyás conforman una minoría musulmana –de poco más de un millón de personas- originaria del Bangladesh, y a la cual Myanmar no reconoce la ciudadanía además de referirse a ella, de manera despectiva, como “Bengalíes”.

Desde principios de octubre, el saldo es de al menos 90 personas muertas y cerca de 34.000 desplazados, con el gobierno birmano que habría intentado eliminar los numerosos casos de abuso surgidos. La población Rohinyá denuncia ejecuciones sumarias, arrestos arbitrarios, violaciones, viviendas incendiadas, en el marco de una campaña que ha sido rebautizada como “operación limpieza”. El gobierno de Naypyidó niega la acusación de genocidio, pero a la vez impide que los periodistas independientes y los operadores humanitarios puedan acceder al área.

Días atrás, China se ofreció como mediadora entre Myanmar y Bangladesh, que dan rienda suelta a un ida y vuelta de acusaciones y responsabilidades, mientras decenas de miles de personas siguen atravesando condiciones críticas. La mayoría de ellas vive en campos de refugiados en las inmediaciones de la frontera entre los dos países; hasta ahora, Naypyidó y Dacca no han llegado a un acuerdo sobre la gestión –y atención- de la minoría musulmana.

Zaw Htay, portavoz del gabinete del Consejero de Estado, de Aung San Suu Kyi, ha subrayado que “Myanmar y Bangladesh ya están tratando de resolver la cuestión de Rakáin”. La política del gobierno birmano, agregó, es “resolver este problema en el plano bilateral, entre Myanmar y Bangladesh”, sin injerencias externas o intervenciones de terceros.

“Podemos comprender el ofrecimiento de China para una mediación –concluye el vocero- porque ésta tiene intereses en la región, empezando por el oleoducto de Kyaukphyu. Sin embargo, como ya he dicho en el pasado, nuestra idea es dirimir la controversia entre nosotros”.

En síntesis, el gobierno birmano responde al ofrecimiento de Beijing exactamente de la misma manera como China responde a las potencias extranjeras cuando están en juego intereses o cuestiones –véase budismo tibetano o las disputas sobre el Mar de China oriental y meridional – que la involucran, aduciendo el principio de la no injerencia externa.

En este caso, Beijing busca intervenir, ciertamente no por razones de carácter humanitario sino por un mero interés económico y comercial. Está en juego el oleoducto que une la ciudad portuaria de Kyaukphyu, en la bahía de Bengala, con la ciudad de Kunming, cabecera de la provincia de Yunnan. Un proyecto estratégico, por un valor que gira en torno a los 1,5 millardos de dólares.