Dos nuevos sacerdotes para Hong Kong: la vocación nace del testimonio
La diócesis ha celebrado la ordenación del p. Ignazio Lo y el p. Paul Nguyen: al frente de 384 mil fieles, los consagrados diocesanos son sólo 68. La vida de un cura "tiene que ser interesante. Debemos dejar de lado a nosotros mismos y acercarnos a los demás, especialmente a los jóvenes".
Hong Kong (AsiaNews) - La vida de un sacerdote "tiene que ser interesante. El buen sacerdote es el que deja de lado a sí mismo y se acerca a los demás. Para reactivar las vocaciones, este enfoque hay que hacerlo con los jóvenes". Es la "receta", explicada a AsiaNews por el p. Ignazio Lo (羅 敬業), que el pasado 20 de agosto fue ordenado sacerdote junto con el P. Paul Nguyen para la diócesis de Hong Kong.
La ex colonia británica tiene una población católica de 384 mil fieles. De éstos, 160 mil son filipinos que trabajan aquí permanentemente, mientras que los no residentes de otras nacionalidades son alrededor de 37 mil. Al frente de este rebaño, los sacerdotes diocesanos son 68, mientras que los que provienen de los institutos misioneros son 223. De acuerdo con estas cifras - tomado de estadísticas diocesanas al 31 de agosto del 2015 - toda persona consagrada tiene que hacer frente a 1.320 fieles. La ordenación de los dos nuevos sacerdotes fue recibida con alegría comprensible: desde hace algún tiempo la diócesis lleva diferentes programas de formación profesional, pero los resultados son todavía mínimos.
La historia del p. Ignacio es aún significativa, porque de alguna manera refleja el espíritu de la época del territorio: la educación religiosa familiar está disminuyendo en Hong Kong, así como la asistencia a las iglesias y lugares de culto. Sin embargo, el materialismo rampante no ha podido romper la demanda religiosa: "Empecé a interesarme por la fe cuando en la universidad en 1997. Me uní a una congregación anglicana y fui bautizado en 1999, pero después de un tiempo me sentí atraído también por el catolicismo".
Después de leer un libro sobre la vida y la misión de la Madre Teresa, Ignacio comenzó a sentir una especie de llamada: "Alguien me dijo que yo debería ser sacerdote, pero pensé que el mensaje podría estar equivocado. Hablé con mi pastor y le pidió que rezara por mí".
Gracias a un amigo católico Ignacio asiste a algunas celebraciones litúrgicas de la Iglesia local y, en 2003, decidió entrar en el catecumenado católico. En 2004 comenzó el camino que le llevó a entrar oficialmente en la Iglesia Católica durante la Pascua de 2005. Este cambio "no ha afectado mi vocación. Fui a misa todos los días, y la religiosa que servía en la Iglesia empezó a preguntarme si estaba buscando algo... ".
Sería justamente la monja quien presento a Ignacio al rector del seminario diocesano, el Holy Spirit: "Un año después de mi ingreso en la Iglesia Católica entré en el seminario. Al principio pensé que quería seguir el carisma dominicano o franciscano, pero Dios ha elegido para mí el camino diocesano". En la familia, la decisión no se tomó muy bien: "Mis padres y mis dos hermanos gemelos, más jóvenes, no son católicos. Sobre todo mi madre y el padre no aceptaban la idea de que fuese sacerdote, pensando, sobre todo, que perderían un hijo".
Con el tiempo, las cosas cambiaron: "Puesto que no entienden mis elecciones han pasado a la aceptación, y hoy mi padre está orgulloso de mí y aprecia los misioneros, que dejaron todo por el bien de Hong Kong. Voy a tratar de estudiar siempre, continuando el trabajo con los jóvenes y tratando de hacerlos entender que Dios tiene un llamado para todo el mundo".
