Cuando don Giussani se encontró con el Extremo Oriente
En una nueva biografía que se acaba de publicar en Italia, el periodista español Fernando de Haro recorre el viaje que el fundador del movimiento de Comunión y Liberación realizó a Japón en 1987. En aquellos días, durante una visita a un monasterio budista cerca de Osaka, nació una profunda amistad y cercanía espiritual con el maestro de novicios del monasterio, Habukawa.
Se presentó hoy en Milán "Porque soy un hombre. Escenas de la vida de Don Giussani", un nuevo libro en el que el periodista español Fernando de Haro guía al lector al encuentro del sacerdote italiano fundador del movimiento Comunión y Liberación, fallecido en 2005. Publicamos a continuación amplios extractos del volumen (Editrice Ancora, 320 páginas) referidos a la historia de un viaje que don Giussani realizó a Japón en 1987, durante el cual también fue huésped de un monasterio budista.
A fines de junio de 1987 Giussani se dirige al aeropuerto de Roma para emprender un largo y extraño viaje. El destino es Tokio. Desde allí tienen previsto viajar a Nagoya, una de las ciudades más pobladas de Japón. Angela Volpe, una joven italiana del movimiento, estudia en ese país y le envió una invitación para un encuentro sobre cultura y educación en Italia.
El sacerdote acepta realizar ese viaje de cuatro días a Japón para hablar de su experiencia como educador. Su inclinación ecuménica le llena de curiosidad por la lejana cultura asiática. Antes de embarcar, revisa su pasaporte varias veces. Una huelga le ha impedido llegar temprano y está nervioso. El vuelo es largo y hace escala en Nueva Delhi. Para facilitar el encuentro con sus generosos anfitriones ha prescindido de clergyman y viste chaqueta y corbata.
Cuando llega a Nagoya encuentra varias estaciones de televisión locales esperándolo. Lo presentan como un gran educador italiano. Por la mañana tiene un primer encuentro con un pequeño grupo de estudiantes. Su conferencia está programada para la tarde. En la sala donde debe hablar lo esperan 500 personas. Un salesiano se encarga de la traducción y al final termina agotado.
Giussani declara que se siente honrado de estar entre ellos, que son uno de los pueblos más grandes, más activos y más amables del mundo; se disculpa por no hablar el idioma y comienza una ponencia en la que cita a varios poetas japoneses. Afirma que, por diferentes que sean sus orígenes geográficos e históricos, ninguna distancia podría crear un alejamiento total entre ellos: todos son humanos. Elogia la sensibilidad de la cultura japonesa para reconocer la armonía total, la unidad entre todas las cosas. Elogia la religiosidad oriental. Y señala que esta armonía tiene una voz, y esa voz, la voz del universo que busca la verdad, la belleza y el bien, es el corazón del hombre. La cuestión decisiva es saber si esa voz tiene sentido o no.
No quiere concluir sin hacer una discreta referencia a la encarnación. - Perdóname, pero, en mi tradición, es decir, en mi pasado, me ha llegado la noticia de que esa voz del universo se ha hecho hombre - confiesa. Después de su intervención se entabla un diálogo espontáneo con los participantes.
El sacerdote dispone de un día libre antes de regresar. Y ante la insistencia de uno de los amigos de Angela Volpe, se organiza una visita al monte Koya, al sur de Osaka. El monte Koya es un centro del budismo Shingon Mikkyo, originario de la India, que fue fundado por Kukai Kōbō-Daishi en el siglo VII. Giussani, agotado por el largo viaje, por la diferencia horaria y casi sin dormir, acepta la invitación.
Cuando llegan a Osaka, el grupo sube a un teleférico para llegar hasta el monasterio. Se quitan los zapatos. Y al abrir la puerta se encuentran en otro mundo, el del Oriente del siglo XVII. Todo el edificio es de madera, con habitaciones divididas por tabiques de papel. Desde un cuidado jardín, la vista se abre a un bosque. Habukawa, el maestro de novicios, recibe a Giussani. Se funden en un fuerte abrazo.
El monje nunca olvidará ese momento. Inmediatamente se establece una gran armonía entre ambos. Habukawa le explica el contenido de la "sala de los tesoros" y el significado del bodhisattva Kannon. Los dos conversan entre sí como si fueran viejos amigos. El encuentro con este huésped inesperado se convierte para Habukawa en una experiencia mística: advierte que Giussani le ayuda a introducirse en el Absoluto.
Cuando llega la hora de cenar, deben sentarse en el suelo. La postura no es nada cómoda para aquellos que no están acostumbrados. Giussani hace grandes esfuerzos por respetar las costumbres del monasterio. Le sirven una comida vegetariana cuyo condimento no le agrada. Pero la termina y elogia todos los platos. El cansancio lo vence y se queda dormido. Le ofrecen un baño ritual, que se realizará en grupo, pero él lo rechaza discretamente. Se acuesta en una habitación separada de la que ocupan sus compañeros por una pared de papel.
A las seis de la mañana, después de usar los baños comunes, Giussani y sus acompañantes participan en la ceremonia del fuego. Al final le ofrecen un pan bendecido. Fontolan no está convencido de que se pueda participar en un ritual budista y mira a Giussani, quien le hace un gesto enfático para que se lo coma.
De regreso a Italia, quiere mantenerse en contacto con Habukawa a toda costa. Sugiere a sus amigos del Meeting de Rímini que lo inviten a un encuentro. El monje budista viajará a Milán en varias ocasiones y en una de ellas, al saludarlo, Giussani hará una confesión con lágrimas en los ojos. – Si este hombre hubiera vivido hace dos mil años, si hubiera conocido a Cristo, sería uno de los apóstoles – comenta.
Cuando años después el sacerdote cae enfermo y Habukawa no puede ir a Italia a visitarlo, le envía, siguiendo su tradición, una suma de dinero. De manera sorprendente, Giussani ha construido una relación profunda y sincera con un hombre de un mundo muy lejano. Una vez más, una de las dimensiones de su vocación, en este caso la dimensión ecuménica, se cumple de manera inesperada y disruptiva.
* autor del libro “Perché sono un uomo. Scene dalla vita di don Giussani”, Editrice Ancora.
Foto: Don Giussani con el monje Habukawa en Japón (imagen tomada del sitio web clonline.org).
15/10/2022 15:54