Covid-19, Asia muy atrás en la vacunación, se requiere un nuevo tipo de vacunas

de Riccardo Lampariello*

En realidades populosas como la India es del 36%; en el Yemen devastado por la guerra es del 1,2%. En términos porcentuales sólo África se encuentra en una situación peor. Esto se debe sobre todo a que las vacunas requieren bajas temperaturas para su almacenamiento y a las deficiencias de los sistemas de salud locales. La solución podría ser un spray oral o nasal que no necesita refrigeración ni la intervención de profesionales de la salud.

Ginebra (AsiaNews) - La vacunación contra el covid-19 avanza en el mundo a dos velocidades y los países en vías de desarrollo tienen mínimos niveles de inmunización. Los esfuerzos internacionales como la iniciativa Covax han intentado garantizar vacunas para todos, pero con escaso éxito hasta el momento. Los países asiáticos con alta densidad de población han vacunado a uno de cada tres ciudadanos y cientos de millones de personas no han recibido ninguna dosis. La cobertura de vacunación es del 23% en Bangladés, 24% en Pakistán, 35% en India, 36% en Filipinas y 37% en Indonesia. En países devastados por la guerra, las cifras son dramáticas: 1,2% en Yemen, poco más del 4% en Siria y 9% en Afganistán. En términos porcentuales, la situación sólo es peor en África.

Si bien el coronavirus no ha dejado de afectar a ninguna región del mundo, la respuesta a la pandemia ha variado de un país a otro, agravando las desigualdades en el acceso a la atención médica. Gracias a la elevada cobertura de vacunación, los países más ricos han reducido el número de muertes y hospitalizaciones; algunos, como España, pueden permitirse mantener la mayoría de los servicios en funcionamiento, con restricciones limitadas. Si bien la situación sanitaria se ha deteriorado recientemente en muchos países, no se puede comparar con las estrictas y generalizadas medidas de confinamiento del año pasado.

La vacunación ha tenido tal impacto que algunos expertos consideran que el covid pronto se volverá endémico. A medida que más personas se vacunen o se infecten, el virus perdería su virulencia y los casos graves se volverían tan raros como en una gripe estacional.

Más allá de las crecientes reticencias a la inoculación, en muchos países en vías de desarrollo cualquier campaña de vacunación podría resultar un verdadero calvario, incluso si los gobiernos interesados contaran con gran número de dosis: el transporte, el almacenamiento y la administración son los principales obstáculos para acceder a la vacuna.

Dado que en algunas partes del mundo todavía hay niños con dosis cero (que no han recibido ni una sola dosis de ninguna vacuna), la vacunación para todos - o para una gran parte de la población - a fin de lograr la inmunidad de rebaño es una pura quimera.

En el mejor de los casos, las vacunas actuales requieren una cadena de frío, y las más efectivas requieren hasta menos 60 grados Celsius para su conservación, lo que es sencillamente imposible para muchos países con escasa cobertura eléctrica y logística básica. Por no hablar de la cantidad de opradores sanitarios necesarios para llevar a cabo campañas de vacunación masivas en países con escasez histórica de personal médico. Las vacunas anti covid actuales son eficaces y seguras, pero dependen de un contexto propio de países de altos ingresos.

Cualquier estrategia mundial de emergencia pandémica que se base únicamente en las vacunas actuales es miope. Si no se superan las barreras para acelerar la vacunación, la reducción de los precios e incluso la eliminación de la patente resultan inútiles. Las nuevas inversiones destinadas al covid deberían orientarse al desarrollo de una nueva generación de vacunas, idealmente un aerosol oral o nasal que no requiera refrigeración ni la asistencia de personal sanitario y con una vida útil de al menos 12 meses. Esta evolución sería apropiada para la situación actual del sistema de salud de muchos países pobres.

Con el objetivo de garantizar una distribución más equitativa de las vacunas, en noviembre se reunió un grupo de trabajo para la lucha contra el covid formado por algunos organismos internacionales - entre ellos la Organización Mundial de la Salud - y las empresas farmacéuticas que producen vacunas. Lamentablemente, las discusiones se centraron solamente en cómo proporcionar más vacunas, eliminar los obstáculos para su comercialización, diversificar la producción, etc. Los participantes no han sido capaces de reconocer en primer lugar las debilidades de los sistemas de salud de muchos países para poder apoyar las campañas de vacunación.

Este enfoque tampoco tiene en cuenta las prioridades en conflicto de muchos países que luchan con otros flagelos sin resolver, como la malaria y la desnutrición, por nombrar algunos. Para combatir el Covid, la cooperación internacional también debería invertir fuertemente en el apoyo a los sistemas de salud de las realidades en vías de desarrollo.

Dado que la pandemia no tiene fronteras, la situación en países con recursos limitados puede poner en peligro incluso el proceso de "endemización", debido al previsible desarrollo de nuevas variantes. Una hoja de ruta para derrotar al covid-19 debería involucrar a todos los países y no ser dirigida por unos pocos. Cualquier pandemia tarde o temprano termina; las decisiones políticas de hoy determinarán cuándo y a qué costo humano (y económico).

*Director del programa de salud de la Fundación Terre des hommes. Las opiniones expresadas en el artículo son las del autor y no reflejan necesariamente las de la organización para la que trabaja.