Conciencia, prevención y decisión: “Así derrotaremos a la pedofilia en la Iglesia”
El doctor Gabriel Dy-Liacco, filipino, es miembro de la Comisión pontificia para la tutela de los menores. A AsiaNews cuenta los “pasos adelante” efectuados por el grupo de trabajo, llamado por el Papa para preparar una serie de iniciativas en pos de la tutela de los más débiles, sobre todo en las comunidades católicas: “Se necesitan pasos prácticos e intervenciones decididas, que esperemos sean cada vez menos necesarios gracias al trabajo de preparación”. Es fundamental el rol de la oración: “Uno no puede limitarse a rezar solamente, pero sin la fe total en el rostro amoroso de Dios, jamás sanaremos estas heridas”.
Roma (AsiaNews)- La oración “tiene un gran valor para reconciliar a las víctimas de abusos con la Iglesia y curar sus heridas. Como Comisión, somos conscientes de que se necesitan medidas eficaces y prácticas para combatir la plaga de los abusos sexuales, y nuestro trabajo está centrado en hallar soluciones y en hacer tomar mayor conciencia sobre este terrible fenómeno. Pero esto no puede -y no debe- apartar o poner en un segundo plano el valor de la oración. Que tiene un valor: como católico, considero que todo nuestro trabajo ha de ser llevado adelante estrechamente conectado con el Señor”. Lo dice a AsiaNews, el doctor Gabriel Dy-Liacco, filipino y miembro de la Comisión pontificia para la tutela de los menores.
El médico está en Roma para la asamblea general del grupo, creado por el Papa Francisco, en el cual él fue incluido desde el 2014: psicoterapeuta de menores y adultos, también es consejero pastoral en su país, trabajando para la curación y la reinserción de las víctimas de abusos sexuales. El comentario sobre el valor de la oración nace del hecho de que la Comisión instituyó -con el consentimiento del pontífice- una Jornada internacional de oración por las víctimas, que debe desarrollarse en varios países del mundo. La fe plena en el hecho de que Dios es amor, subraya a AsiaNews, “debe ser el núcleo de todo el resto del trabajo, de la parte por así decir “práctica”. Es esencial, aunque obviamente no se debe pensarse que la oración es lo único en que ha de confiarse para derrotar esta práctica: sería un gran error, que quizás, fue cometido en el pasado en algunos casos”.
Justamente para evitar las soluciones ineficaces, la Comisión tiene un rol fundamental en proponer estrategias factuales: “Tenemos dos tareas: por una parte, estudiar el fenómeno y presentar al Santo Padre lineamientos comunes para combatir la pedofilia. Por otra, también debemos desarrollar distintos “planes de intervención”, que puedan adaptarse de manera eficaz a las diversas culturas que conforman el mundo. Tendría poco sentido proponer una fórmula de comportamiento válida para todos, porque ésta no existe. Obviamente existen límites evidentes que todos deben respetar, pero el modo de presentarse en algunas áreas del mundo es diverso del de otras. Debemos tener en cuenta todo esto”.
Un primer paso y una primera señal de cambio, ya se verificó en el curso de los dos años de vida de la Comisión: “Fuimos y continuamos siendo invitados en todo el planeta para encontrarnos, discutir, explicar. Tanto desde el punto de vista jurídico, como desde una perspectiva psicológica y médica: las Conferencias episcopales, y asimismo las órdenes religiosas, los institutos de vida consagrada y todos los “aglomerados” católicos quieren que les hagamos saber cuáles son los pasos justos que debieran darse. Es muy importante este aspecto: demuestra la voluntad de crear una red común que pueda finalmente eliminar, de un modo radical, los abusos”.
El doctor Dy-Liacco considera que son estos los tres aspectos fundamentales que hay que poner en el campo para llevar adelante la obra de limpieza en la Iglesia: “Aumentar la conciencia en lo que se refiere a este fenómeno, hablar, hacer de tal manera que sea reconocido como tal: en muchísimos países del mundo el problema de los abusos no es un tema del cual se hable delante de la máquina expendedora de café y esto es comprensible. Pero para frenar un fenómeno, se debe obrar de tal manera que éste sea identificable y estigmatizado apenas se verifiquen las primeras señales”.
El segundo aspecto es el de la educación y de la prevención: “Son los aspectos realmente más importantes de toda nuestra batalla. Si logramos poner en práctica un plan serio y consensuado, y logramos preparar a todos aquellos que están involucrados para que vivan su misión de modo honesto, quizás estaremos en grado de evitar el tercer y último aspecto, que es el de la intervención. En cualquier caso, es evidente que existe también este nivel y que el mismo será decisivo y sin zonas de sombra. Ninguna responsabilidad será eximida, sobre esto es el mismo Papa Francisco quien nos alienta y empuja con mucha fuerza”
El trabajo de la Comisión, concluye el médico: “no encuentra verdaderas y auténticas resistencias. Pero debemos registrar que existe muchísima ignorancia y poquísima capacidad práctica a la hora de enfrentar estas situaciones. Y para ser honestos, esto no pasa solamente en la Iglesias particulares, sino también y sobre todo en las sociedades involucradas. El abuso de menores es un drama terrible para quien lo sufre y para las familias, pero es importante erradicar el concepto de complicidad que a veces lo acompaña. Debemos ser, como recita el documento redactado por el pontífice, “como una madre amorosa” para estas personas. Y es también la parte más importante y más comprometedora de nuestro trabajo, pero con la ayuda de Dios seguimos adelante”.
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