Conceden la ciudadanía a cuatro niños salvados de la gruta. ‘Un buen signo para los tribales del norte’
El jefe del distrito de Mae Sai entregó de persona los documentos en una ceremonia. Vuelve la atención sobre los tribales sin ciudadanía y sobre las condiciones de las así llamadas tribus de los montes del norte. El p. Corti, misionero en el país desde hace muchos años dice: “A nivel institucional las tribus no están protegidas y no gozan de ningún derecho”.
Chiang Rai (AsiaNews) – Han recibido ayer la ciudadanía tailandesa tres niños y el entrenador de los Wild Boars que habían quedado atrapados por 9 días en las grutas de Tham Luang. También 7 miembros del equipo de salvataje recibieron los mismos documentos.
“Estoy contento que se les haya concedido la ciudadanía”, dice a AsiaNews el p. Claudio Corti, misionero del PIME por muchos años en Tailandia. “Es una buena señal contra el racismo hacia las minorías apátridas de las tribus del norte”. Uno de los niños, catecúmeno protestante, Adul Sam-on, proveniente de Wa State de Myanmar, una región autónoma no reconocida. En el norte del país hay muchos grupos étnicos: Akha, Lahu, Lisu, Yao, Shan, Hmong y Karen; muchos de éstos viven entre Tailandia y Myanmar.
El jefe del distrito de Mae Sai, Somsak Kanakam entregó los documentos a los niños durante una ceremonia. El evento, anunciado por el gobierno en las redes sociales, reportó la atención de los medios sobre la situación de las personas sin ciudadanía en el país. Se estima que éstas sean más de 3 millones, aunque si los datos del gobierno sean de sólo 500 mil. “A nivel institucional las tribus no son protegidas y no gozan de ningún derecho. La mayoría proviene de Myanmar, nos dice el p. Corti.
Además, los tiempos para obtener los documentos son muy largos, la corrupción dilaga: “Cuando inician las tramitaciones les exigen haber nacido en Tailandia. El proceso normal es largo porque, si bien existan leyes precisas, a menudo las oficinas del gobierno dilatan los tiempos hasta que no reciben la ‘coima’”, nos cuenta el misionero.
Mientras tanto continúa la campaña de publicidad del gobierno alrededor del milagroso salvataje. Se habla también que van a hacer una película, en estilo hollywoodiano, para celebrar el evento. Sin embargo, algunos observadores locales se fastidian delante de esta auto-celebración. Algunos miran al salvataje como una “droga emotiva” que alejó la atención de la población de algunas problemáticas irresueltas en el campo democrático y económico.
Comenta el p. Corti: “No permitieron a los niños decir el por qué entraron en la caverna, que era la cosa más importante. Toda la concentración estuvo concentrada sobre el suceso de la empresa, que anduvo bien”.
Fue evidenciado también el elemento espiritual en la tragedia. Los mismos niños hablaron sobre este factor, que los ayudó en el salvataje. Comenta el sacerdote: “Una cosa que en Europa jamás habría sucedido. La espiritualidad en Asia todavía es valorizada. En Tailandia existe esta conexión entre política y religión. Pero, es una conexión que tiende a potenciar la identidad nacional. Ser tailandés significa ser budista”.
El gobierno utiliza mucho este factor para alentar a las así llamadas tribus de los muertos, en la frontera norte del país, para que se conviertan al budismo. “No tanto por la religión en cuanto tal- explica el p. Corti- sino porque se razona así: “Como somos budistas para integrarse mejor deben convertirse”. Recuerdo que hace algunos años, cuando estaba en Tailandia, en la televisión hacían ver las imágenes en Oriente Medio. Decían que allí había enfrentamientos continuos porque allí viven musulmanes, hebreos y cristianos. Y comentaban: “Si nosotros fuésemos todos budistas estaríamos más unidos”.
La Iglesia está muy presente entre las poblaciones tribales; en el norte está compuesta en su mayoría por poblaciones convertidas del animismo. “La diócesis de Chiang Mai cuenta con cerca de 80 mil católicos, 65 mil de los cuales son tribales. Todos los curas y las religiosas son de origen tribal. La nueva diócesis de Chiang Rai, nacida el pasado 25 de marzo, cuenta con fieles no tailandeses. El mundo animista está todavía abierto a recibir el Evangelio. Normalmente no se convierten al budismo porque se sienten discriminados”.
Y concluye: “Veo que los niños tienen nombres tailandeses, también su entrenador. Casi seguramente tienen también un doble nombre y quizás han cambiado el apellido para no presentarse como tribales”.
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