Con 'One belt, one road', la nueva Ruta de la Seda, China demuestra su fuerza. ¿Pero es realmente capaz de sobrellevarlo?
Xi Jinping lleva adelante una “demostración de fuerza” tanto a nivel económico como militar, pero muchos dudan de que China pueda sostener semejante carga financiera. Para muchos países, los grandes proyectos en Asia central, en el Sur de Asia y en los Mares de la China meridional y oriental, ocultan sueños de hegemonía china que resultan muy peligrosos. Europa desconfía. Solamente Italia participa del encuentro sobre el proyecto "One belt, one road" que se celebra en Beijing este fin de semana. El análisis del estudioso Willy Lam. Por gentil concesión de The Jamestown Foundation. Traducido del inglés por AsiaNews.
Hong Kong (AsiaNews) – A pesar de los duros desafíos a los que está haciendo frente la economía china, el Presidente y “líder central” Xi Jinping está yendo adelante con unos ambiciosos planes orientados a proyectar el poder chino a nivel global, incluyendo el hito que conforma la iniciativa del One Belt One Road (OBOR). Se espera que Xi anuncie una nueva serie de proyectos que apuntan a conectar a China con Asia, con Europa central y Europa del este, con el Oriente Medio y con África, en un fórum internacional de OBOR previsto para mediados de mayo en Beijing. Xi, quien está supervisando personalmente el esquema delineado a través del Central Leading Group en el desarrollo de las obras llevadas adelante en el proyecto OBOR, aparentemente espera dar un impulso a la capacidad ejecutiva de China en lo que refiere a establecer la orden del día en el discurso político global. Xi y sus colegas han sacado partido de la actitud nacionalista y anti-globalización del presidente de los EEUU Donald Trump para enfatizar el ímpetu de Beijing en lo que respecta a proveer de un liderazgo para combatir el proteccionismo y promover el libre comercio.
Mientras que a OBOR se le está dando amplia difusión en todo el espectro de medios estatales, un número de académicos chinos de orientación relativamente liberal está planteando dudas acerca de la viabilidad y la sustentabilidad del proyecto global de Xi. Sobresale entre estas voces críticas el especialista en asuntos internacionales de la Renmin University, Shi Yinhong (时殷弘), quien también se desempeña como consejero y asesor del Consejo de Estado. En un artículo publicado a fines de 2016, titulado “China debe estar en guardia contra un descubierto estratégico”, Shi señaló que la dirigencia del Partido Comunista Chino debe tener cautela con las “fuerzas armadas estratégicas” (el sable con el que intimida el Ejército popular de liberación) y con las “economías estratégicas” (expandiendo el poder valiéndose de medios económicos, como es el caso de los proyectos suscriptos bajo el sello de OBOR). Sostenía que China debe “cuidarse de desarrollar un expansionismo excesivo, lo cual tendría como resultado un ‘descubierto estratégico’” (战略透支) (Phoenix TV, 4 de octubre de 2016; Lianhe Zaobao [Singapur], 21 septiembre de 2016). [1]
Mientras que el Prof. Shi se refiere a la política exterior del presidente Xi en líneas generales, la cual abarca desde construir bases aéreas y navales en territorios disputados en el Mar de la China meridional, llegando incluso a perdonar 60 millardos de deuda a países en vías de desarrollo con el propósito de mejorar las relaciones, el proyecto OBOR en juego podría ser el mejor ejemplo de lo que los críticos de Occidente denominan “expansión imperialista” (The American Interest, 1ero de marzo). El OBOR está constituido por la Ruta Económica de la Seda, que se extiende desde China, desplegándose por Asia Central hasta llegar al este de Europa, y la Ruta de la Seda Marítima Central, que se extiende desde el Sudeste de Asia a través del subcontinente indio hasta llegar al este de África. Ateniéndose al principio de que “lo grande es mejor”, sin embargo, el liderazgo de Xi muestra una tendencia a subsumir, bajo el paraguas del OBOR, la cooperación económica y la colaboración a nivel infraestructuras con los países a lo largo de Europa, el Oriente Medio y África. Sin ir más lejos, desde principios de este año, 80 consorcios de empresas estatales chinas están negociando ítems relacionados con infraestructuras con los gobiernos oficiales en más de 65 países (Sohu.com, 10 de abril; HKTDC.com [Hong Kong], 23 de mayo de 2016).
No hay estimados oficiales en lo que respecta a los fondos involucrados en este empresa colosal. Sin embargo, algunos expertos de la consultora McKinsey, estiman que un mejoramiento comprehensivo de las infraestructuras, considerando solamente las de Asia y África, costaría entre 2 y 3 billones de dólares –lo cual representa aproximadamente 12 veces el desembolso financiero efectuado por el Plan Marshall, para reconstruir Europa después de la Segunda Guerra Mundial (Channel NewsAsia, 22 de abril; Fortune, 12 de diciembre de 2016). Hasta el momento, un número de proyectos masivos ya han sido emprendidos tras ser suscriptos por instituciones financieras chinas, dentro de los cuales se incluye un plan valuado en 50 millardos de dólares, destinado a la construcción y el mejoramiento de las instalaciones portuarias y ferroviarias en el este de Pakistán. Siendo que el denominado Milagro Económico Chino llegó a su fin a principio de esta década, se han planteado interrogantes acerca de si Beijing tiene los medios para solventar sus ambiciosos programas. Las reservas en moneda extranjera de China, que llegaron a un pico de 4 billones de dólares a mediados de 2014, cayeron a 3 billones a principios de este año. Con los bancos estatales chinos agobiados por préstamos con saldos en mora, la agencia de calificación de crédito Fitch ha advertido que las inversiones de estas instituciones implicadas en OBOR podrían “generar nuevos riesgos, en cuanto a la calidad de activos se refiere, para el sistema bancario” de China” (CNBC, 16 de enero).
También se plantea el interrogante de si China habrá de obtener un nivel conmensurable de buena voluntad como devolución por su magnánimo compromiso en ayudar a desarrollar a los países del Sudeste de Asia, del sur de Asia y de Asia Central. Como bien recalca el Prof. Shi, los supuestos beneficiarios de la prodigalidad china tienen todos “intereses a largo plazo en las áreas de su soberanía, independencia y seguridad” que atender. Advirtió que si las estrategias de OBOR no tienen plenamente en consideración estos asuntos sensibles, las inversiones de Beijing podrían “encender controversias políticas orientadas a un nacionalismo en las políticas internas de los países [beneficiarios]”. Es notable que países como Sri Lanka y Myanmar hayan solicitado una renegociación de las inversiones en infraestructura chinas debido, fundamentalmente, a la oposición que han planteado los nacionalistas en cada uno de estos países (Times of India, 16 de febrero; Transnational Institute [Amsterdam], 18 de julio, 2016).
Además de valerse de medios económicos para que así China entable lazos con una multitud de países desarrollados o en vías de desarrollo, Beijing confía en que OBOR no sólo habrá de exhibir la tecnología china, sino que también demostrará la adecuación de las compañías chinas a los estándares globales. No obstante, algunos pocos proyectos financiados por China podrían padecer los mismos problemas que afectaron de manera adversa las mega-inversiones realizadas anteriormente por los conglomerados del SOE en el Sudeste de Asia y en África, a saber, que estos proyectos estaban más fundamentados en guanxi (“conexiones políticas”) que en términos globalmente aceptados como pueden ser los campos de la competencia leal, las licitaciones abiertas, la auditoría de tipo Occidental y sobre todo, la transparencia.
A principios de este año, la Comisión Europea anunció que estaba investigando el ferrocarril de alta velocidad de 350 km que conecta la capital serbia de Belgrado con Bucarest, en Hungría. El gigante estatal China Railway Corporation será el principal contratista y proveedor de tecnología. La Comisión apunta a verificar la viabilidad financiera del ferrocarril de 2.89 millardos de dólares y, aún más importante, si este proyecto ha atravesado el proceso de licitaciones públicas de acuerdo a lo estipulado por las leyes de la UE (Asia Times, 4 de abril; First Financial News (Shanghai), 1ero de marzo; Ming Pao (Hong Kong), 2 de febrero). El ferrocarril Belgrado-Budapest forma parte de una ambiciosa y veloz Ruta de Transporte que conecta a China con Europa por tierra y por mar, y que tornará posible la comunicación entre las ciudades de china occidental y el puerto griego de Pireo, del cual los intereses chinos son en parte propietarios (English.Gov.cn, 8 de febrero; China Daily, 8 de febrero). Cui Hongjian, un experto en Europa que se desempeña en el Instituto de Estudios Internacionales, gestionado por Ministerio de Relaciones Exteriores chino, ha atribuido indirectamente la investigación de Bruselas a una desconfianza política en relación a China. Cui arguye que la Comisión Europea “alberga una mentalidad relativamente contradictoria en lo que respecta a la participación de China” en proyectos de infraestructura de gran envergadura en la UE (Ta Kung Pao [Hong Kong], 22 de febrero; Global Times, 21 de febrero).
De acuerdo al comentario de Zhou Hanmin (周汉民) publicado en el Diario del Pueblo, OBOR no es tan sólo un esfuerzo de “contar bien la historia de China y difundir el mensaje apropiadamente” sino también un intento de construir una “comunidad de destino” con las naciones, particularmente con aquellas del mundo desarrollado. El comentarista también resalta que OBOR está íntimamente conectado con el Sueño Chino del presidente Xi, uno de cuyos objetivos es que el país pueda emerger como una superpotencia para el año 2049, cuando se celebre el centenario de la institución de la República Popular de China (People’s Daily, 6 de abril). Sin embargo, es innegable que la encumbrada ambición evidenciada por el proyecto OBOR ha levantado las sospechas, de los países ricos y pobres por igual, de que se trata fundamentalmente de un ejercicio de auto-engrandecimiento de una proporción tal que no tiene precedentes. Se dice que Moscú está descontento por el hecho de que, gracias a la ayuda tecnológica y financiera brindada por Beijing al Asia Central, China está a punto de desplazar a Rusia en su papel de influencia dominante entre varios Estados ex miembros de la Unión Soviética que anteriormente eran clientes suyos. A los ojos de Nueva Delhi, las inversiones de Beijing en los puertos civiles y militares en Sri Lanka, Bangladesh, Pakistán, Myanmar y las Maldivas constituyen un “collar de perlas” a modo de contención contra la política de la India (South China Morning Post, 6 de marzo; Asia Times, 2 de febrero, The Asan Forum [Korea], 16 de diciembre). Los políticos de Europa Occidental han expresado dudas acerca de las aparentes tácticas de “divide y reinarás” dirigidas contra la EU, que podrían concretarse a través de un vínculo muy estrecho con los 16 países de Europa central y de Europa del este (European Council on Foreign Relations, 14 de diciembre, 2016; European Institute for Asian Affairs, enero de 2014).
Expansión del control
Además de OBOR, el área más obvia donde Beijing parece haberse propasado a la hora de expandir su poder es la postura pugilista que ha asumido en el Mar de la China meridional y en Mar de la China Oriental. La construcción de bases aéreas y navales en islotes disputados en el Mar de China meridional cuya soberanía ha sido reclamada por varios países miembros de la ASEAN han planteado la posibilidad que haya, aunque a pequeña escala, escaramuzas entre las fuerzas armadas chinas por un lado, y las de los EEUU y sus aliados asiáticos, por el otro. Según Shi Yinhong, debe hallarse un equilibrio entre la defensa de los derechos soberanos y el mantenimiento de una estabilidad. El respetado académico adujo que entre 2012 y fines de 2014, Beijing se enfocó en ampliar su poder militar en ciertos puntos que resultan ser críticos a nivel regional. “Si él [el Ejército Popular de Liberación] hizo mucho para defender sus derechos [soberanos] en un período inicial, en el tiempo venidero tendremos que hacer más aún para mantener una estabilidad”, resaltó Shi. “[Beijing] necesita prevenir el veloz desarrollo de la competencia estratégica y de la confrontación entre China y los EEUU”, advirtió, agregando que la plana de líderes chinos debieran continuar mejorando sus relaciones con aquellos miembros de la ASEAN que tienen intereses oceánicos.
Sin embargo, no hay ninguna señal de que la dirigencia del Partido Comunista Chino vaya a bajar el tono de su postura militar agresiva. Durante su encuentro con los comandantes de las 84 flamantes unidades del Ejército Popular de Liberación construidas a nuevo a mediados de abril, Xi, quien es director ejecutivo de la Comisión Militar central, que establece las políticas pertinentes, llamó a los oficiales y soldados “a prepararse para la guerra que habrá de darse de un momento a otro” y a “mantener [altos] estándares en las fuerzas de combate.” El comandante en Jefe Xi está decidido a utilizar la fuerza militar para apuntalar el golpe geopolítico global que lleva adelante el país, y que ha quedado demostrado cuando, a fines de abril, hizo un viaje de inspección para revisar un astillero en el cual se estaba construyendo el segundo portaviones de China (Ming Pao, 23 de abril; Ministerio de Defensa, 18 de abril).
Conclusión
Que la confianza de China en la demostración ilimitada de su fuerza militar y económica no llevará a nada bueno con las potencias consolidadas, particularmente en el mundo Occidental, queda demostrado por el hecho de que sólo un líder de gobierno de Europa –el Primer Ministro italiano Paolo Gentiloni— asistirá al fórum internacional de OBOR. Y esto, no obstante Beijing haya enviado invitaciones a los líderes de más de 100 países, para que participen en lo que los medios chinos denominan el mayor show de China del año 2017 (Zhejiang Economic Net, 19 de abril; VOA news, 18 de abril). Desde que llegó al poder a fines de 2012, Xi en repetidas ocasiones ha intentado salirse de las visiones audaces y omni-comprehensivas y de esquemas como es el caso del Sueño Chino, el proyecto OBOR en juego, así como de las directivas formuladas en 65 puntos referidas a las “reformas de una creciente profundidad comprehensiva”. Mientras estas grandes estrategias le han permitido a Xi acumular poder con una velocidad sin precedentes, es una obligación del “líder central” probar que él realmente puede mantener simultáneamente sus compromisos nacionales e internacionales. Después de todo, un “descubierto estratégico” no sólo podría significar un endeudamiento de las arcas y bancos del gobierno, sino que también avisaría el fuego de la teoría de la “amenaza china” en países que van desde la India y Japón llegando hasta los miembros de la ASEAN que mantienen disputas territoriales con China.
Dr. Willy Wo-Lap Lam es un investigador experto que se desempeña en The Jamestown Foundation. Es profesor adjunto en el Centro de Estudios chinos, en el Departamento de Historia y en el Programa del Máster de Economía Política Global en la Universidad de Hong Kong. También es autor de cinco libros sobre China, incluyendo “Chinese Politics in the Hu Jintao Era: New Leaders, New Challenges.”
Notas
[1] Véase también Shi Yinhong, “Prudence Crucial for the One-Belt-One-Road Initiative,” en Shao Binhong, Ed. Looking for a Road: China Debates Its and the World’s Future, Brill Books, 2016, págs. 203-210.
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