Científicos chinos huyen de EE. UU., colaboración académica en peligro

El 72% de los investigadores de origen chino en los EE. UU. dicen que "no se sienten seguros". El 61% busca nuevas oportunidades en un tercer país. Muchos de los que se fueron eligieron precisamente China y Hong Kong como base. Las políticas del ex presidente Trump fomentaron el éxodo. Los académicos advierten que los beneficios de la colaboración superan los riesgos.

Beijing (AsiaNews) - La escalada de la tensión entre Beijing y Washington, que hasta ahora ha tenido repercusiones a nivel político, económico y diplomático, también está afectando al mundo de la ciencia, ya minado por acusaciones y sospechas de ambas partes sobre el origen del Covid-19. El nuevo capítulo del conflicto involucra la investigación, el último indicador del empeoramiento de las relaciones. En un clima de sospecha creciente, un número cada vez mayor de académicos chinos están abandonando Estados Unidos y tratan de reubicarse en otros países, lo que complica la colaboración.

Los científicos chinos que viven en los Estados Unidos han contribuido durante décadas a investigaciones fundamentales que han permitido el desarrollo de tecnologías avanzadas. Sin embargo, un número cada vez mayor busca trabajo en otros lugares y el deterioro de las relaciones geopolíticas alimenta el endurecimiento de los controles sobre los investigadores chinos, mientras Beijing recluta y retiene cada vez más talentos. Un estudio reciente confirma la fuga de cerebros y, si la tendencia continúa, los expertos advierten que a largo plazo podría suponer un duro golpe para las ambiciones estadounidenses.

Desde los chips para semiconductores hasta la inteligencia artificial, la tecnología ha estado en primera línea en la competencia entre Estados Unidos y China, y ambas partes se esfuerzan por tomar la delantera. La cooperación, incluso en sectores clave como la lucha contra el cambio climático, ha sido escasa. En la década 2010-21 el número de científicos de origen chino que se trasladaron a un tercer país pasó de 900 a 2621, con una aceleración entre 2018 y 2021 que no muestra visos de disminuir, según datos del Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). Y cerca de la mitad de ellos se han trasladado precisamente a China o a Hong Kong.

Si bien esta cifra representa una pequeña fracción, el número de los que deciden marcharse refleja las crecientes preocupaciones de los investigadores en el clima de tensión geopolítica. El informe de una encuesta que se realizó a 1.304 investigadores chino-estadounidenses concluyó que el 89% desea contribuir al liderazgo científico y tecnológico de EE. UU. Sin embargo, el 72% también refirió que se sentía inseguro siendo investigador en EE. UU., mientras que el 61% había considerado la posibilidad de buscar oportunidades en otro país.

El éxodo se aceleró en 2018, año en que el entonces presidente Donald Trump puso en marcha un polémico programa destinado a contrarrestar el robo de propiedad intelectual por parte de Beijing y sembró sombras y sospechas sobre la colaboración con instituciones chinas. Posteriormente, en 2020, dictó una medida que niega visas a graduados e investigadores afiliados a universidades chinas asociadas con las Fuerzas Armadas.

Los crecientes desafíos son un espejo de la tormenta geopolítica entre las dos superpotencias, que no ha perdonado al mundo académico y de la investigación, e incluso los legisladores de algunos Estados presionan a la Casa Blanca para que interrumpa aún más las relaciones con sus homólogos chinos. Entrevistado por Foreign Policy (FP) Daniel Murphy, ex director del Fairbank Center for Chinese Studies de la Universidad de Harvard, señaló que “estamos perdiendo una generación de personas que conocen China”. "Estoy preocupado -agrega- porque Estados Unidos está abordando el tema de una manera que se enfoca excesivamente en los riesgos de la relación académica, sin tener debidamente en cuenta los beneficios. Creo que eso se pone de manifiesto en una amplia gama de ámbitos, y que es bipartidista".