China tiene mucho que perder con una invasión rusa a Ucrania
Beijing apoya oficialmente las demandas de seguridad rusas. Pero, para su propia economía, Beijing quiere estabilidad en Europa. Kiev es un socio de la Belt and Road Initiative china. Un conflicto ruso-ucraniano pondría a prueba la asociación estratégica entre el gigante chino y el Kremlin.
Roma (AsiaNews)- La invasión rusa a Ucrania es una crisis de la que China prescindiría con gusto. El gobierno chino ha pedido a Estados Unidos que cumpla con las demandas de Rusia en relación con su seguridad en la frontera oriental europea. Básicamente, sin embargo, Beijing no tomaría partido en un conflicto lejano que no lo afecta directamente. También se puede descartar un ataque chino simultáneo contra Taiwán para que EE. UU. tenga que repartirse en dos frentes, como divagan algunos observadores.
Si es un test para EE.UU. y sus aliados ante posibles golpes de mano rusos y chinos, un enfrentamiento ruso-ucraniano también pondría a prueba la “cuasi-alianza” entre Beijing y Moscú. Para contrarrestar la presión de EE. UU. y sus aliados, en los últimos tiempos China y Rusia han intensificado la coopreación política, económica y militar. En una nueva señal de acercamiento, ambas partes alcanzaron el 25 de enero un principio de acuerdo para coordinar sus respectivas políticas para Asia.
Sin embargo, China no reconoció la anexión rusa de Crimea en 2014 ni el apoyo del Kremlin a las repúblicas separatistas de habla rusa del Donbass ucraniano. Sería contradictorio que los dirigentes chinos apoyaran acciones de "piratería" territorial, aunque sea por parte de un socio estratégico. Beijing tiene como pilar de su seguridad nacional la lucha contra el separatismo y el independentismo, ya sea de Taiwán, Tíbet, Xinjiang, Hong Kong o Mongolia Interior.
Además Ucrania es también un socio de China en la Belt and Road Initiative, el plan de infraestructura global que lanzó Xi Jinping en 2013 para aumentar la centralidad comercial (y por lo tanto geopolítica) de su país. China necesita encontrar una ruta alternativa a la del norte para las "nuevas Rutas de la Seda", que pasa por Rusia, Bielorrusia y los países bálticos. El enfrentamiento político entre la UE y Minsk hace que esta ruta resulte poco atractiva en este momento, tal como la disputa en curso entre Beijing y Lituania sobre Taiwán.
En este sentido, desde junio funciona un tren directo que conecta China y Ucrania, pasando por Mongolia y Rusia. El presidente ucraniano Volodymyr Zelensky quiere convertir a su país en un puente para las inversiones y el comercio entre el gigante chino y Europa. Sin embargo, la ruta ucraniana solo puede llegar a ser importante para la Belt and Road si Kiev mejora su infraestructura, para lo cual los chinos han invertido 2.000 millones de dólares por año entre 2019 y 2021.
Detrás de las declaraciones oficiales de crítica a la OTAN y de comprensión respecto de las exigencias de seguridad rusas, lo que realmente quieren los chinos es estabilidad para sus negocios, y ciertamente no una Europa enardecida y convulsionada por las incursiones de Moscú en Ucrania. Este cálculo supera incluso las hipotéticas ventajas de tener a Washington comprometido con Europa y obligado a aligerar su presencia militar en Asia oriental. Beijing seguirá pidiendo una salida diplomática a la crisis, aunque es poco probable que quiera hacer intentos directos para "enfriar" los ánimos de Vladimir Putin.
Excluyendo los escenarios de ayuda militar (y quizás también política), con una invasión rusa a Ucrania, China tendrá que decidir si cubre las espaldas de Moscú al menos económicamente. Como observa Chris Miller, del Foreign Policy Research Institute, en el caso de que Occidente imponga duras sanciones a los rusos, Beijing se verá obligado a tomar una posición, dada su interconexión económica con Rusia.
Si China se adhiere a las sanciones occidentales por temor a las repercusiones para su economía, señala Miller, demostrará ser dependiente del sistema económico-financiero de EE. UU., así como un socio poco confiable para Rusia. En caso de apoyo económico chino a los rusos, podría haber, en cambio, una ampliación de la confrontación, con Estados Unidos dispuesto a sancionar indirectamente a las entidades chinas que ayuden a los rusos.
Se especula que de todos modos Putin no se moverá antes de que terminen los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing (20 de febrero). Lo contrario no sería un movimiento bienvenido por Xi Jinping. La historia se repite. El 8 de agosto de 2008, en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Verano de Beijing, estalló la guerra entre Rusia y Georgia.
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