Católicos vietnamitas, a la vanguardia en la defensa de la vida
Hanói estima que cada año se realizan entre 275.000 y 300.000 interrupciones del embarazo. El dato es mucho mayor – ronda entre 1,2 y 1,6 millones – si se consideran los abortos ilegales. Las adolescentes representan el 20% de las mujeres encinta que deciden no dar a luz. En 20 años, un católico sepultó más de 20.000 fetos y salvó a cientos de niños.
Hanói (AsiaNews) – Proteger cada vida y poner en guardia a los más jóvenes sobre las prácticas de muerte, como el aborto: para los católicos vietnamitas, es un campo misionero que requiere una acción cada vez más urgente. Según los datos brindados por organizaciones sanitarias internacionales, Vietnam se ubica en el primer puesto en Asia y entre los primeros cinco países del mundo, por tasa de abortos. Una de las mayores preocupaciones para la Iglesia es el aumento del fenómeno entre las adolescentes, que representan el 20% de las mujeres encinta que deciden no dar a luz.
Hanói estima que cada año, en el país se efectúan entre 275.000 y 300.000 interrupciones del embarazo. Sin embargo, los activistas pro-vida afirman que el dato podría ser mucho mayor – entre 1,2 y 1,6 millones – si se incluyen los abortos ilegales. Si bien el Ministerio de Salud autoriza al personal médico a practicar abortos hasta las seis semanas de gestación, en el país se propagan los centros y clínicas que ofrecen el servicio hasta la décima semana del embarazo. Los médicos del Central Obstetrics Hospital de Hanói sostienen que el 40% de las mujeres vietnamitas encinta terminan abortando a sus bebés.
Hace años que los padres redentoristas se dedican a “programas para la protección de la vida”. Estas iniciativas tienen por objetivo educar a los adolescentes y a los jóvenes sobre los daños irreparables que derivan del aborto. Sacerdotes, religiosas y laicos participan en intensas sesiones de catecismo; invitan a las jóvenes y muchachos a participar en actividades sociales y caritativas. Al mismo tiempo, hay médicos y expertos que asisten a los jóvenes, con consultas y sesiones de apoyo psicológico. Desde el 2009, muchos grupos pro-vida ligados a la Caritas diocesana han instituido programas de prevención del aborto. En un primer momento, los voluntarios y miembros se ocupaban de sepultar a los fetos abortados. Ahora, las inicitaivas son variadas y se concentran sobre todo en la promoción de las enseñanzas de la Iglesia en temas de familia y de la vida de pareja.
En las comunidades católicas de todo el país se difunden los llamados “jardines de los ángeles” (foto 1), lugares donde encuentran una sepultura digna los fetos abortados. En las parroquias de Đại Lãm y Ngọc Lâm, en la diócesis septentrional de Bắc Ninh, los fieles han sepultado a 6.000 y 8.000 niños no nacidos, respectivamente. Todos los años, los laicos, estudiantes y miembros de la diócesis visitan las dos parroquias para rezar y celebrar la misa en su memoria. Cuando comienza la misa, Mons. Cosme Hoàng Văn Đạt, el obispo de Bắc Ninh, celebra el rito y dice: “Estos niños tenían derecho a vivir, pero sus padres los mataron sin piedad. Personas así han impedido miles de nacimientos. El asesinato es un crimen grave, pero matar a un niño por nacer lo es mucho más”.
En el Vietnam católico es famosa la historia de Tống Phước Phúc (foto 2, vídeo), un ex carpintero que vive en Phương Sài, un vecindario de Nha Trang (en la costa sur de Vietnam). Junto a su esposa, Phúc sepultó a 20.000 fetos en los últimos 20 años y salvó a más de cien niños que iban a ser abortados. También inauguró un centro para acoger a los niños no deseados. El hombre construyó un cementerio sobre la colina de la comuna de Diên Lâm, a unos 19 kilómetros del centro de la ciudad. “No conozco a los padres y madres de estos niños – cuenta –. Pero cuando construyo las tumbas, les coloco el nombre de santos. Cuando comencé con este servicio, muchas personas sospechaban de mí. ‘Señor Phúc, ¿qué es lo que mueve a un carpintero a ir por aquí y por allí, pidiendo los restos de estos niños?’, me preguntaban. Y yo respondía: ‘los llevo a casa, para darles sepultura”. Con el tiempo, “mis vecinos y mi comunidad comenzaron a entender mi trabajo. Muchos católicos y personas de otras religiones han participado de este proyecto mío de salvaguardar la vida. Algunos me han donado arena, otro me han dado ladrillos; todos, con gran entusiasmo”.
Sin embargo, Phúc entendió que con ocuparse del cementerio, no alcanzaba. “Una tarde, cuando sepulté a mi feto número 247, una estudiante se acercó y me preguntó: ‘¿Por casualidad, usted ha sepultado a mi hijo?’, para que yo la llevara hasta la tumba. Entonces me dije: ‘Si me limito a las sepulturas, ¿cómo puedo salvar vidas? Tengo que hacer más”. En más de 15 años, Phúc y su esposa han ayudado a más de 250 mujeres en dificultades, y las han convencido de no abortar. Además, los familiares de la pareja han adoptado a más de 50 niños abandonados. A veces, eran tantos los niños que cuidar que Phúc debió pedir ayuda a un centro de acogida de Cam Ranh City, en la provincia de Khánh Hòa.
(Video credit: AP).
03/02/2016 13:04
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